El mayor enigma de la ciencia: El Hombre
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 31/07/2008 12:50:55
Traducción de Teresa - [email protected]
Vivimos en un globo en torbellino vertiginoso en el espacio y cuya posición está marcada en algún lugar del gran cielo entre Venus y Marte. Hay en este hecho algo que mueve a risa, pero que también da que pensar. Aunque la distancia que nos separa de esos dos astros sea tan inmensa que confunde la imaginación, el hombre la ha calculado con una exactitud sorprendente ¡y, sin embargo, ese hombre es incapaz de medir el alcance de su propia mente!
Él es un misterio para si mismo, un enigma que permanece insoluble hasta la hora en que llegue el frío abrazo de la muerte, helando sus hombros...
¿No hay en esto una ironía? ¡Pensar que el alma del hombre es menos accesible a las pesquisas que la Tierra donde vive! ¿No es sorprendentemente extraño que el hombre esté tan absorto en estudiar la superficie del mundo, que tan sólo en época relativamente reciente haya pensado en conocer el mundo que está en él?
¿Por qué se preocupa tanto por la marcha del universo que, además, no le compete dirigir, mientras que él debe dirigirse a si mismo?
El sistema solar gira muy bien sin su ayuda... ¡Vive! ¡Muere! El Universo no se alarma, ni se altera... escribió Zangwill, el inteligente y sabio pensador.
El hombre, no obstante, no aprecia mucho esa verdad mordaz, porque sabe más cosas acerca del funcionamiento de su automóvil que de su propio ser. ¡Sin embargo, los antiguos lo enseñaron y los sabios de nuestro tiempo lo confirman, que en el núcleo de la conciencia existe una veta del más puro quilate, veta de oro resplandeciente!
¿No será entonces más sabio si hacemos de esa búsqueda nuestro primer cuidado?
Comparados con otros resultados ya obtenidos, la Ciencia tiene poca noción en lo que concierne al hombre. Ha descubierto cómo templar metales, lanzar bombas de media tonelada sobre ciudades vecinas y mil otras cosas de menor relevancia. El descubrimiento de la Física ha conocido, durante los tres últimos siglos, una aceleración estupenda, mientras que el conocimiento acerca del hombre permanece aún en la retaguardia. Sabemos construir puentes gigantescos que atraviesan ríos caudalosos, pero no sabemos dar un paso para resolver ese sencillo problema: “¿QUIÉN SOY YO?”
Nuestras locomotoras recorren tierras del mundo entero, pero nuestra mente no sabe trasponer el misterio del hombre. Los astrónomos llegan a captar con el objetivo de su telescopio las más distantes estrellas, pero si les preguntamos si han conseguido dominar sus pasiones, como respuesta bajarán la cabeza, confusos.
Estamos llenos de curiosidad por saberlo todo respecto de nuestro planeta, pero nos quedamos indiferentes cuando se habla de nuestro yo profundo.
Hemos estado acumulando informaciones extremadamente minuciosas sobre cada cosa que vemos, que conocemos, y sobre el funcionamiento, la calidad y la propiedad de todos los cuerpos y fenómenos terrestres. ¡Pero no nos conocemos a nosotros mismos!
Incluso aquellos que han profundizado en todas las ciencias existentes, ignoran los rudimentos de la ciencia del “Yo”. ¡Los científicos que descubrieron el por qué y el cómo de la vida de los microbios no conocen el por qué ni el cómo de su propia existencia! ¡Sabemos el valor de cada cosa, pero ignoramos nuestro propio e inestimable valor!
Llenamos enciclopedias de miles de páginas con millones de informaciones sobre todas las cosas, pero ¿quién puede redactar un compendio siquiera que trate del misterio de su propio ser?
Y ¿por qué razón lo que más nos interesa es nuestra propia persona? Porque la “persona” es la única realidad de la cual estamos seguros. Todos los acontecimientos de la vida que nos rodean, todos los pensamientos íntimos de nuestro ser sólo existen para nosotros cuando nuestro “Yo” los percibe. El “Yo” es la última esencia... es la primera noción que tenemos de nosotros y será la postrera que conoceremos cuando lleguemos a ser sabios.
La verdadera sapiencia, la luz del intelecto, nos viene de dentro de la esfera del “Yo”. No podemos conocer el mundo y saber acerca de las cosas sino a través de ciertos instrumentos y de nuestros sentidos. Pese a ello, quien los interpreta y utiliza es nuestro “Yo”. Estamos, por tanto, obligados a reconocer que el estudio del “Yo” es el más importante a que un pensador debe dedicarse.
Un sofista, acercándose un día a un sabio de la Grecia antigua, quería confundirlo con preguntas embarazosas; pero de Mileto se mostró a la altura de las pruebas y contestó a todas las preguntas sin vacilar, con la mayor exactitud.
He aquí las preguntas:
1. ¿Cuál es la cosa más antigua?
- Respuesta: Dios – porque siempre ha existido.
2. ¿Cuál es la cosa más bella?
- Respuesta: El universo – porque es la obra de Dios.
3. ¿Cuál de las cosas es la más grande?
- Respuesta: El Espacio – porque contiene todo lo creado.
4. ¿Cuál de las cosas es la más constante?
- Respuesta: La Esperanza – porque perdura en el hombre aún después de haberlo perdido todo.
5. ¿Cuál es la cosa mejor?
- Respuesta: La Virtud – porque sin ella nada puede ser bueno.
6. ¿Cuál es la más rápida de las cosas?
- Respuesta: El Pensamiento – porque en menos de un segundo recorre el Universo.
7. ¿Cuál es la cosa más fuerte de todas?
- Respuesta: La necesidad – porque hace al hombre enfrentarse a todos los peligros de la vida.
8. ¿Cuál de las cosas es la más fácil de hacer?
- Respuesta: Dar consejos.
Pero al llegar a la novena pregunta, el sabio dio la respuesta paradójica cuyo sentido profundo – estoy seguro – jamás fue comprendido por el interlocutor imbuido del saber intelectual, del mismo modo que, para la mayoría de las personas, tendrá solamente un sentido superficial. La pregunta es esta:
- ¿Cuál de las cosas es la más difícil de realizar?
Y el sabio milesio le contestó: “Conocerse a si mismo.”
Este fue el mensaje de sabiduría dirigido a los hombres ignorantes por los antiguos sabios; este es también el mensaje de nuestra época.
Por Paul Brunton
Texto extraído del libro “El Camino Secreto” – escrito en 1950 por el inspirado escritor inglés Paul Brunton – Editora Pensamento.- Nota de Wagner Borges: Paul Brunton es autor de varios estupendos libros dentro de la temática espiritual: “La India Secreta”, “El Camino Secreto”, “Un Ermitaño en el Himalaya”, “La Búsqueda del Yo Superior”, y otros – todos editados en el Brasil por la Editora Pensamento.
Para más detalles sobre el trabajo de ese gran escritor inglés – de alma oriental – y estudioso de los temas conscienciales, no hay más que acceder al Web link -
Inclusive, en ese Web hay una selección de diversos textos suyos disponibles para lectura gratuita.
En tiempo: en el wedsite del IPPB, en la columna de la Editora Pensamento – hay un maravilloso relato suyo sobre una experiencia fuera del cuerpo vivenciada dentro de la Gran Pirámide de Egipto. El título del mismo es “Una Noche Dentro de la Gran Pirámide” y se puede acceder a él acessado aqui.