El Mendigo
por Acid em STUM WORLDAtualizado em 02/04/2008 12:43:26
Traducción de Teresa - [email protected]
En mi antiguo blog solía usar el tema “Por una vida menos ordinaria”. Esto era porque siempre me ocurrían cosas tan extrañas que valían ese registro. Hace algún tiempo ya no ocurre nada extraño digno de nota (bien, hubo una experiencia ufológica en Alagoas que algún día contaré), pero hoy yo volvía a pie, del lugar donde almuerzo para dirigirme al trabajo, bastante desanimado, pues había sido acometido de un ataque de melancolía que, aliado a mi tradicional ‘depre’ de fin de año y otras cosas más, me habían convertido en un guiñapo humano. Pero la vida, ésta sí es una cajita de sorpresas, y caminaba yo por la acera, cuando me deparo con un anciano, negro con barba blanca (¡casi un negro-viejo!), pidiendo limosna. Yo ya lo había visto sentado, a la ida, en otro lugar, y mi primer pensamiento fue “él se va cambiando de sitio para reciclar su clientela” y, silenciosamente, tan pronto me encaró, con la mano abierta, le retribuí la mirada con una media sonrisa de disculpas, moviendo mi cabeza y siguiendo adelante.
Pero he aquí que alguna cosa se revolvió dentro de mí, y no era remordimiento. Intenté retomar mis pensamientos tristes, pero no lo conseguía. Sentía un nuevo influjo de ánimo, y en mi mente aparecía tan sólo el rostro del mendigo, que me miraba con una belleza indefinible. Algo que hasta ahora no sé explicar, pero emanaba un aura de dignidad, ternura, compasión, y percibí que ¡el mendigo allí era yo! Sí, yo fui el que recibió la “limosna” en forma de energía, era yo el más “pobre” de la relación, allí. Y entonces, me detuve. Ya había caminado unos 15 metros, pero me paré en seco y tomé una moneda, como una forma simbólica de retribución (ya que lo que había recibido allí no tenía precio) y miré para tras. Pese a que ya estaba bastante distante de él, el señor estaba vuelto hacia mí, todavía con la mano abierta en forma de concha, mirándome. Caminé de vuelta y le entregué la moneda, para su felicidad.
El resultado es que pasé la tarde con ánimo para trabajar en mi proyecto de la facultad, cosa que venía intentando reunir coraje para hacer desde hacía semanas. Obviamente, lo que viene fácil se va fácil, y – así como es difícil para el que es pobre de finanzas retener dinero – es difícil para el pobre de espíritu retener energía – estoy de vuelta a mi estado de otrora. Por ello es tan importante trabajarse para no depender de esos influjos de energía, que son estupendos pero no nos hacen crecer. Y así no tener que vivir dependiendo de pases, de Reiki, de amigos y extraños dispuestos a donar a través de una mirada compasiva.