El mundo en que vives, lo has creado tú mismo.
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/08/2013 12:56:40
por Nelson Sganzerla - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Qué bueno sería vivir en un mundo a nuestra manera, tener el privilegio de no pasar ningún tipo de privación o necesidad, un empleo bien remunerado, una familia muy feliz y con mucha salud, una casa a todo confort, amigos queridos, en fin… Todo cuanto buscamos es una vida de paz en nuestro corazón, con un estilo de vida agradable en perfecta armonía con el universo.
Sentir la vida como sentimos una buena música que nos agrada, en lo más hondo del alma, (y vosotros bien sabéis lo que quiero decir…), sin ningún tropiezo, disfrutar de la felicidad que buscamos y pocos encuentran.
Por qué entonces no lo hacemos…
No conseguimos esa tal felicidad… ¿Te has parado a reflexionar al respecto? ¿No será que tú ya tienes todos esos ingredientes… y ya eres feliz y no lo sabes?
O contrariamente a lo que buscamos, vemos el sufrimiento, el dolor, la violencia, la desesperanza, la miseria y la falta de perspectivas de un mundo mejor.
¿Será cierto que estamos aquí en este Planeta para eso?
¿Será cierto que nacemos para sufrir y vivir de privaciones? Detén un poco esa correría alocada y procura reflexionar al respecto.
Entender cada paso de nuestra evolución, como seres humanos que somos, frente a cada problema superado y vivido, con la certidumbre del crecimiento, como persona e individuo, siempre en perfecta armonía con nuestro Planeta Tierra, pienso que ha de ser cuestión fundamental.
No hemos venido a este Planeta Tierra para sufrir, se equivoca quien piensa así…
Este nuestro sufrimiento no es cosa de Dios, y nada tiene de espiritual, ese sufrimiento es cosa de los hombres, son cosas nuestras, cosas terrenas. Nosotros creamos todo tipo de suerte, nuestra conciencia personal es la responsable, por todo cuanto recibimos, ella nos trae el bien y nos trae el mal. Falsos profetas te engañan cuando predican la aceptación del pecado o del castigo para vivir felices. Dios jamás quiere tu mal, ni que tú pases por privaciones, sufrimientos e infelicidad.
Pues sí… Este es el verdadero “estado del arte”, como se suele decir, estado de la plenitud de la vida. Del sentirse completamente feliz y contagiar a todos los que disfrutan de nuestra convivencia, con nuestra alegría estampada en el rostro, a través de nuestra sonrisa, nuestro amor por el prójimo.
Créelo, nadie se alegra al ver a una persona ceñuda y malhumorada, y nadie puede ser feliz viviendo de esa manera.
La alegría y la felicidad contagian y lo mismo vale para la tristeza y el mal humor. Pero mira, son sentimientos de extremo, donde está el uno, el otro estará ausente. Y lo quieras o no, tú eres quien los crea… Con tus pensamientos negativos, tu postura derrotista, de que nada te sale bien en la vida… De que todos conspiran contra ti, que no tienes suerte, no eres amado ni comprendido.
La tendencia humana es la de siempre reflejarnos o al menos procurar reflejarnos en las personas que poseen en don de tener éxito, en cualquier área de la vida, veneramos nuestros ídolos, a través de los medios de comunicación existentes, inculcando en cada mente incauta sus valores enfermizos y maléficos. Reality Show, programas de pésima calidad, novelas de carácter apelativo.
Asimilamos sus costumbres de vida a través de una programación mental nociva para los jóvenes, con sexo y violencia banalizados, presentados en exceso en la pantalla de la TV, y chalanerías y ventajas obtenidas mediante engaño. Pero eso de nada sirve, somos individuos y como tales jamás seremos los mismos sin una real formación de carácter.
En esta experiencia nuestra hay un tiempo para todo, ciertamente tú y yo nos inspiramos en nuestros ídolos del pasado, tenemos nuestra historia, un cabello largo, una ropa de colores, una música de cierta fecha que nos remite a un pasado lejano que fue bueno o malo, el recuerdo de un amor perdido; quien no tiene recuerdos del pasado no vivió la vida, esto es un hecho. Y quien no se haya equivocado que arroje la primera piedra.
Cuando somos jóvenes nos asemejamos a una esponja, absorbemos tanto lo bueno como lo malo para nuestra historia de vida, como una nao ancorada en un puerto, sin un capitán que pueda navegarla con firmeza y dirección.
Quedamos a merced del oleaje y las mareas, como mariscos agarrados a las piedras de la orilla del mismo embarcadero durante años seguidos, sin darnos cuenta del paso del tiempo y de la diferencia de las aguas.
Digo esto… Pues si tú te paras a pensar, las aguas jamás serán las mismas, y como las aguas, tampoco nosotros somos ya los mismos.
Cuál es el punto…
Sólo hay que fijarse, los niños nacidos en el mismo día, hora y lugar, nunca tendrán la misma historia de vida, sea en una cuna espléndida, o en los rincones lejanos de nuestro Planeta Tierra, en una familia media o en la más acaudalada de las familias, esos niños no serán ni tendrán la misma trayectoria, algunos con una historia de vida sencilla van a sobresalir y serán vencedores, como contrapartida, otros nacidos en cuna de oro no crecerán como individuos y tendrán una trayectoria de vida problemática e infeliz.
A lo largo de nuestra crianza hemos sufrido todo tipo de interferencias externas, cuando somos educados por nuestros padres absorbemos su cultura en lo que atañe a nuestras primeras palabras, nuestro llanto y manías; ya nos vienen impuestas (Jesucristo en su juventud también se rebeló contra su madre, porque ella quería imponerle la creencia de los judíos, en un dios que castiga). Jesús nunca aceptó esa imposición, no creía en ese dios que castiga; como nosotros fue un rebelde en su juventud.
Y así vamos viviendo, moldeando nuestra vida, nuestras costumbres, valores y creencias, acumulando resentimientos, amarguras, prejuicios, arrogancia, prepotencia, soberbia a lo largo de nuestras vidas, ignorando que todos esos sentimientos maléficos van quedando represados uno a uno en nuestra personalidad, gracias a nuestro EGO; y como todo lo que queda represado, ciertamente no soportará la fuerza de esas acumulaciones y fatalmente desbordarán.
No hay cómo evitar esa fuerza contraria en nuestra vida, pero hemos de tener conciencia de que tales sentimientos nos traerán depresión, miedo, ansiedad, angustia y falta de preparación para la vida.
Somos infelices porque hemos elegido esos sentimientos para nosotros mismos. De nada servirá echar la culpa a otro, la elección es nuestra en acumular todo tipo de sentimientos negativos, estamos fortaleciendo inconscientemente nuestra infelicidad, como individuos que somos; y una vez más, inconscientemente, transferimos esa triste vida a todos los que nos rodean.
No quieras encontrar el confort, la felicidad y el bienestar fuera de ti; si no hacemos esta reflexión interiormente no vamos a evolucionar como individuos, somos moldeados a imagen y semejanza de Dios, y todo lo podemos.Para ello será necesario romper paradigmas, adoptar otra postura frente a la vida que se nos ha dado, y comprender de una vez por todas que somos un altar hecho para que cada cual busque por sí mismo su mejor camino, a través del libre albedrío que se nos ha dado. Todo depende del mundo que construimos para nosotros mismos, y somos responsables por nuestra tristeza y por nuestra felicidad.
Piensa en ello…
Nelson Sganzerla