El Placer de Ayudar
por Izabel Telles em STUM WORLDAtualizado em 13/11/2007 15:44:04
Traducción de Teresa - [email protected]
Hay gente que ya nació buena. Ya llegó a este mundo con el corazón desbordante de amor. Estos seres iluminados se encuentran por todas partes. Tienen la mirada dulce y el cuerpo relajado. Las manos siempre abiertas con las palmas vueltas hacia el cielo. Son verdaderos ángeles andando entre nosotros.
Cuando oyen que algo no va bien en la vida de alguien, ya comienzan a pensar qué podrían hacer para ayudar. Imaginar que otras personas pasan hambre o frío les hace perder el sueño y sólo descansan cuando descubren una forma de aplacar el dolor y el sufrimiento de los abandonados por la suerte.
Personas como esas son las que trabajan en ONGs, en servicios de voluntariado, en orfelinatos, en hospitales. Personas como esas son las que saben que todos somos una gran familia y que el dolor del otro es también mío y también tuyo, es también nuestro.
¿Cuántos serán estos seres iluminados? ¿El diez por cien de la población del Planeta? ¿El uno por cien? ¿El cinco por cien? Famosos, se conocen algunos: la Madre Teresa de Calcuta, la Hermana Dulce, ¡quién más, Dios mío!
Esos seres que ya han nacido iluminados no necesitan perder a un hijo, sufrir una enfermedad grave o escapar por poco de la muerte para descubrir que tenemos que repartir, ayudar, ofrecer algo de nuestras vidas a aquellos que no tienen nada o muy poco.
Los iluminados saben que una familia muchas veces no tiene nada que dar de comer a sus hijos y que un plato de sopa ayuda mucho. Los iluminados ya han tenido la alegría de ver la sonrisa sincera de un hombre desempleado que ha encontrado a la puerta de su casa un recibo con un año de alquiler pagado. Los iluminados ya escucharon el canto de los ángeles cuando han donado a un hospital carente el importe de diez años de alimentación. Y, porque son iluminados, no salen corriendo por ahí, para contar a todos lo que han hecho. Lo hacen porque el corazón se lo pide y el alma se lo manda. Ellos tienen luz propia y no necesitan pedir a nadie que les dé reconocimiento o aplauso. Además, son generalmente modestos y poco vanidosos.
El mundo necesita de más iluminados para aplacar las clamorosas diferencias que existen entre todos nosotros. Nadie más debería conseguir dormir mientras hubiese alguien sin techo tirado en medio de la acera, con las ratas pasándole por encima durante la noche. Como he visto yo esta semana, como has visto tú ayer y como alguien de tu familia verá mañana.
El mundo sigue descompensado. Unos tienen mucho. Muchos tienen poco. Miles no tienen nada. ¿Cuánto tiempo más vamos a resistir viendo por la tele a esos críos escuálidos, devorados por los mosquitos, que tienen en las manos una escudilla vacía? ¿Cuánto tiempo más va a soportar el mundo que unos seres humanos esclavicen a otros seres humanos, teniendo en vista cada día más lucro? Dinero ¿para qué? ¿Para cambiar de coche? ¿Para comprar más casas? ¿Más apartamentos, para demostrar al vecino que tengo más que él? ¿Qué yo puedo más que él? ¿Que puedo más qué?
A la hora de la verdad el dinero no compra nada. Nuestra vida se va por el desagüe y allá del otro lado alguien habrá de preguntarnos:
- A ver, ¿cómo has utilizado tu tiempo allí en la Tierra?
Yo rezo todos los días para no tener que responder:
- Yo utilicé mis días intentando encontrar una manera de ser más rico, más poderoso, más vengativo, más competitivo, más mezquino.
Si tú, al leer este artículo, has sentido alguna resonancia dentro de tu corazón, te invito a que hagas durante 21 días un ejercicio de imaginación que puede ayudar a tu mente a comprender la importancia de la elevación del pensamiento y de la organización de nuestras peticiones.
Siempre al despertar y antes de dormir, sentado, con las palmas de las manos relajadas sobre las piernas, cierra los ojos, respira tres veces calmamente y repite internamente las siguientes palabras:
Señor, Dios mío, mi maestro y amigo;
Abre espacio dentro de mi mente para que yo vea a mis semejantes, sienta su hambre, su frío, su desaliento, su aflicción, perciba su impotencia frente a los que manipulan.
Que imagine su corazón lastimado, sangrando de dolor y de soledad.
Señor mi Padrecito, aumenta mi sensibilidad y creatividad;
Hazme capaz de vencer mi miedo y de recuperar mi dignidad como hijo tuyo, como hijo de este inteligentísimo Universo.
Dame fuerzas, Padre, para apagar la televisión cuando las noticias envilecen la luz de mi ser, cuando el presentador arroja dentro de mi hogar el lado negro de las sombras y del mal. Dame fuerzas, Padre amoroso, para que yo aleje de mi mesa todo el veneno que los hombres ponen en nuestras comidas, todos los excesos que hacen daño a mi cuerpo, a mi alma y a mi espíritu.
Padre, hazme fuerte para que yo encuentre un nuevo empleo en el que se me trate con respeto y dignidad y aleje de mi vida todos los depredadores, los malos, los injustos, los deshonestos y todos aquellos que han venido a este mundo para sacar provecho de sus semejantes.
¡Señor, haz de mí un iluminado!
Gracias Padre.