El sabor amargo del exceso de materialismo
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:12
por Andrea Pavlovitsch - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Sabes, me gusta el dinero. Me gusta tener cosas bonitas y buenas. Me gusta ser bien tratada en los lugares a donde voy, me gusta ir en coches confortables y me gusta la sensación de seguridad que el dinero proporciona. Tú sabes, en Brasil, si tienes dinero posiblemente tendrás una mejor atención médica cuando la necesites. Y podrás resolver tus problemas de manera más fácil y más tranquila. La vida es así. Desde que el mundo es mundo.
En Brasil parece que hace feo decir que se tiene dinero. Está feo hablar sobre los propios logros. No pega bien, sabes, es como si estuvieras tratando de humillar al otro. O mejor, el otro ya se siente humillado porque no tiene lo que tú tienes, y entonces tienes que cerrar el pico. Eso no ocurre solo con el dinero en sí, sino con el status, con la condición social e incluso con lo que hemos logrado. ¿Lo has conseguido? ¿Has currado durante años y ahora puedes comprarte un cochazo? Estate muy quieto y actúa naturalmente, nada de andar luciéndote por ahí.
Pero no es así. No es el dinero en sí, sino la prosperidad. Hay personas que nunca tocaron el dinero, pero tienen acceso a cosas fantásticas. Cosas que simplemente caen en sus brazos, sin ninguna explicación plausible.
Pero entonces, con toda esa "vergüenza", esa culpa "católica" (no en el sentido de la religión, sino de la cultura) de tener alguna cosa acaba por crear monstruos.
Esta semana vimos a un hombre chocar con su coche a 140 km por hora, en una esquina chic de la ciudad. ¿El coche? Un Porsche. O sería una Porsche, ni siquiera sé llamarlo bien. Dentro del otro coche una joven abogada, de 28 años y con toda la vida por delante. El golpe fue fatal, pero no para el conductor del Porsche. Él salió andando, ileso, telefoneando no sé a quién, diciéndole "tío, he chocado con el coche, el coche".
En aquel momento su preocupación era el coche. Un Porsche de sabe Dios cuántos miles de reales. Le importaba más eso que la vida de la conductora del otro coche.
Nuevamente, no voy a juzgar a nadie. El Universo tiene sus propios designios y a nosotros nos queda solamente aceptarlos. Y eso no es tarea fácil, bien lo sé. Pero ¿a qué punto ha llegado el materialismo?
Las personas en la calle, viajando en sus coches, no son personas. Son coches. Es aquel BMW, aquel Escarabajo, y aquella moto. ¡Ah, las motos son un capítulo aparte! Las personas se despersonalizan cuando están en la calle, en el tráfico. Pasan a tratar y a ser tratadas como un objeto, su coche. No por el confort que él da, sino por el status, por el falso poder que transmite. El coche se ha convertido en una armadura, un arma en la mano de personas completamente enchufadas solo en lo que es material.
Lo material, repito, es importante. Tener dinero para hacer lo que tú quieres, cuidar de tu propio cuerpo con cariño. Eso es una cosa. Otra, bastante diferente, es el modo en como las personas se juzgan única y exclusivamente por la apariencia, por lo que se tiene. El otro día, andando por las afueras de la Zona Este de São Paulo, pasé por una avenida con casas muy sencillas. Los moradores llegan a tener problemas con las inundaciones en ese lugar. Casas sin portal, con el recebado a medias, aquella dificultad para lograr hacer pequeñas reformas que muchos conocen. Pero los coches aparcados en los garajes, eran asombrosos.
Nunca se nos ocurre que una persona con un Meriva nuevo viva en un lugar a menudo sin confort alguno. Antiguamente, nuestra prioridad era una casa y después un coche (al menos eso es lo que aprendí con mi familia). Hoy las cosas son a la inversa. No que el coche no sea necesario, pero piensa, ¿no sería mejor tener un coche más modesto, uno de los famosos 1.0, y conseguir recebar la propia casa en que se vive? ¿No sería más importante pensar en grande, a largo plazo? Y ¿por qué será que las personas hacen eso?
Justamente para aparentar lo que no son. El otro día leí en el Twitter de Rita Lee, cantante a la que adoro "Las personas van al centro comercial a comprar cosas que no necesitan, con un dinero que no tienen, para figurar ante personas que no conocen". Y es la más pura verdad. ¿Dónde están nuestros verdaderos valores?
Por valores no se entienda llegar virgen al matrimonio o no mentir nunca, eso son tonterías. Hablo de procurar saber quién tú eres, qué haces por el mundo y por los demás. ¿Qué ejemplo es el que estás dando a tu hijo? ¿El ejemplo de "aparenta ser lo que no eres y finge hasta la muerte"? Valores como conocerse, como entender cuál es tu espiritualidad, cuál es tu misión en el planeta, el respeto a los otros seres humanos. Veo algunos casos en que la persona ni siquiera se ha enfriado en el ataúd, y los hijos y nietos ya están disputándose la herencia a tortazos. ¿Qué tipo de valor es este? ¿Qué tipo de valor hace que un tío se preocupe por el coche y la pérdida económica y no por la vida de una persona? Todo está, realmente, muy cambiado.
Consumir desesperadamente, cosas que ni siquiera nos hacen falta, de eso hay mucho. Y yo misma me pillo haciéndolo de vez en cuando. Hoy estoy trabajando mi conciencia, en lo que es útil y lo que es inútil para mí. Aunque trabajo también con las ventas, analizo lo que cada persona necesita y de hecho quiere, y no me empeño en endilgarles un montón de cachivaches que, en el caso de esa persona, no le servirán para nada. Porque estos son mis valores. Quiero poder acostar mi cabeza por la noche, en mi esponjosa almohada y pensar "hoy hice por el Universo cosas estupendas que sé que va a retribuirme en la misma moneda". Porque al final de todo es esto: todo lo que se manda, se recibe de vuelta.