El Significado de los Cambios en Nuestra Vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:20
por Guilhermina Batista Cruz - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"...En la mente está la clave para poder operar el gran cambio. Cuando se tiene dominio sobre ella, los pensamientos pueden ser canalizados en sentido edificante, dando lugar a palabras correctas y a actos dignos". (Joanna de Ângelis)
Los cambios forman parte de la vida y todos los enfrentaremos en algún momento, ya que son consecuencia natural del desarrollo social, moral y espiritual por que pasa el ser humano en su trayectoria hacia la evolución. Una de las mayores causas de nuestras angustias y fragilidades es precisamente el temor que sentimos cuando es preciso enfrentarnos a cambios esenciales en la vida, principalmente los que atañen a nuestro íntimo, a nuestras convicciones interiores, desalojándonos de las situaciones cómodas en que estamos y de las cuales no nos queremos desapegar. El miedo a enfrentarnos a situaciones adversas hace que mucha gente se resista a buscar nuevos aprendizajes. Es el miedo a separarnos de nuestra esencia, de nuestra fuente primordial, en la cual buscamos el apoyo para enfrentarnos a las angustias e incertezas de la vida. La inquietud hacia lo desconocido nos hace posponer muchos cambios importantes que necesitamos hacer en nuestra vida. Es la inquietud de no saber bien hasta qué punto podrían esos cambios perjudicarnos o sernos beneficiosos.
Los cambios que enfrentamos a lo largo de la vida en sus variados segmentos: familia, trabajo, amistades y otros, tanto pueden producirnos angustias, ansiedades, frustraciones, desaliento, dudas, miedo, desazón, como optimismo, ánimo, comprensión, tolerancia y más. La vida está siempre cambiando y llevándonos cada vez a un mayor perfeccionamiento de nuestro ser. A través de las reencarnaciones vamos adquiriendo más conocimiento y mejor comprensión de la necesidad del perfeccionamiento moral y espiritual para nuestra evolución. Así como nos mudamos de casa en la vida física, necesitamos también modificar nuestra casa mental para incorporar nuevos pensamientos y actitudes más sanas y conscientes. Es de suma importancia ese cambio de paradigmas para nuestro crecimiento, en que es preciso reevaluar conceptos teniendo en vista la lucha que hemos de trabar contra nuestras imperfecciones para evolucionar, conforme a la ley del amor, esa ley que une a todos los seres.
Lograr un cambio de paradigmas entraña cierta dificultad, y esto nos lleva a reevaluar las convicciones que arrastramos enraizadas dentro de nosotros, y que nos resistimos a abandonar. Hay que tener cautela y discernimiento para no perdernos de nosotros mismos y para que nuestros principios esenciales no se vean arrastrados en el tropel de pensamientos y conductas innovadoras, pero opuestas radicalmente a las actitudes fundamentales de respeto y amor al prójimo. Lo que debemos realmente valorar son los cambios que nos llevan a crecer y que nos hacen cambiar la mentalidad y los hábitos nocivos para despojarnos de todo cuanto nos impide alcanzar un nuevo nivel evolutivo, mediante el desarrollo de nuestra comprensión y perfección de los sentimientos. Los cambios que se procesan de una forma turbulenta son resultantes de los sentimientos y pensamientos que no se coadunan todavía con la fraternidad y el amor, revestidos como están por las apelaciones del egocentrismo extremo. Nos falta la conciencia de nuestro lado espiritual, esencia eterna que, a través de las reencarnaciones, evoluciona siempre hacia el Creador. Cualquier cambio significativo de conciencia exige mucho esfuerzo, y sólo poco a poco, mediante la toma de conciencia de que ha llegado el momento propicio para las transformaciones, habrá de concretizarse materialmente, teniendo como propósito principal derribar las barreras de los prejuicios y de las creencias arraigadas, para que una nueva mentalidad e ideales renovadores puedan ser implantados, teniendo en vista la evolución del ser humano.
Reportándonos a las enseñanzas de los Espíritus, al contestar a la indagación de Allan Kardec en El Libro de los Espíritus, cuestión 783, sobre si el perfeccionamiento de la humanidad sigue siempre una marcha progresiva y lenta, ellos lo aclaran así: "Hay un progreso regular y lento, que resulta de la fuerza de las cosas.
Sin embargo, cuando un pueblo no progresa tan rápido como debería, Dios lo somete cada cierto tiempo a una sacudida física o moral que lo transforma". El hombre no puede mantenerse indefinidamente en la ignorancia, porque tiene que alcanzar la finalidad que la Providencia le ha asignado (.). Las revoluciones morales, como las revoluciones sociales, se infiltran en las ideas poco a poco; germinan durante siglos; después, irrumpen súbitamente y producen el desmoronamiento del carcomido edificio del pasado, que ha dejado de estar en armonía con las necesidades nuevas y con las nuevas aspiraciones". "En esas conmociones, el hombre casi nunca percibe nada más que el desorden y la confusión momentáneos que lo dañan en sus intereses materiales. No obstante, aquel que coloca su pensamiento por encima de su personalidad, admira los designios de la Providencia, que del mal hace salir el bien". Responden además a la siguiente cuestión formulada por Kardec: "Bastante grande es la perversidad del hombre; ¿no parece que éste, al menos desde el punto de vista moral, en lugar de avanzar camina dando pasos atrás?" Respuesta: "Te equivocas. Observa bien el conjunto y verás que el hombre adelanta, pues comprende mejor lo que es el mal, y va, día a día, reprimiendo los abusos. Se hace menester que el mal llegue al exceso para que se haga comprensible la necesidad del bien y de las reformas".
Según lo que nos dice el Espíritu Miramez, en el Libro Filosofía Espírita, Capítulo XVI: "No hace falta mucha meditación para descubrir el progreso manifestándose en todo y en todos; basta decir que hoy, incluso con todas las pasiones dominando los sentimientos humanos, casi todas las criaturas de la Tierra ya conocen el Evangelio de Jesús, o, al menos, ya han oído hablar de Él como el Señor del mundo y Pastor del rebaño terreno. Informémonos, si posible, sobre las leyes de los países, y notaremos en ellas cierta fraternidad, e incluso caridad, contrariamente a las leyes del pasado. Hoy existen leyes para la seguridad hasta de los animales y vegetales. Lo que falta es algo más de ajuste en los sentimientos humanos, lo cual no tardará. El mal que estamos presenciando en el mundo aún habrá de crecer más, porque será de ese crecimiento, generando más sufrimiento, como la humanidad deberá despertar para el amor. Solamente la ley de amor estabiliza la vida natural y moral de las criaturas. No existe felicidad sin amor".La mejor forma de modificarnos para mejor es por la reforma de nuestros propios actos, y no por la espera de que las circunstancias en torno a nosotros se modifiquen para atendernos. Lo que necesitamos es combatir el egoísmo y el orgullo, dos llagas que los espíritus resaltan en sus enseñanzas como los mayores obstáculos para el progreso del hombre. Podemos estar seguros de que cualquier cambio significativo va a exigirnos mucho esfuerzo, tenacidad, paciencia, comprensión y principalmente coraje para iniciarlo. Es necesario que nuestra casa mental esté preparada con la dulzura del amor, la humildad, caridad, fraternidad y fe. Según Joanna de Ângelis: "La mejor manera de participar conscientemente de la gran transición es mediante la conciencia de responsabilidad personal, realizando los cambios interiores que se hagan apropiados para la armonía del conjunto."
Paz y Luz a todos.
