El Templo de la Paz
por Acid em STUM WORLDAtualizado em 25/02/2009 12:53:37
Traducción de Teresa - [email protected]
Durante la historia, el pueblo judío siempre ha tenido problemas para fijarse a la tierra. En la práctica, eso ha hecho imposible que tuviese un único punto como foco de sus actividades religiosas durante más de mil años. Desde su construcción el Arca de la Alianza quedó alojada en una tienda, en traslación, y una vez al año se levantaba una “súper tienda” (tabernáculo) para recibir la ((Véase Éxodo 40:34-38, que más parece un relato ufológico que místico) “) gloria del Señor(*)”.
En torno a 1050 a.C. el Rey David, de la tribu de Judá, deseó construir una casa de cedro para Yahvé (YHWH), en la cual pudiese quedar guardada definitivamente el Arca de la Alianza. Pero Yahvé mandó un mensaje (¿psicofonía?) a través de Natán, en el que decía a David que ((De forma irónica, inclusive: ‘Y en todo lugar en que he andado con todos los hijos de Israel ¿hablé por ventura alguna palabra a cualquiera de sus tribus a que mandé apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿por qué no me edificáis una casa de cedro?’ – 2Sa 7:7)) no la hiciese(*) (no se dice claramente, pero se sobrentiende que ese deseo le fue negado en virtud de que David aún tenía muchas guerras que entablar). No obstante, en la misma comunicación, Yahvé aclara que eso le sería permitido más adelante al hijo de David, Salomón, nombre cuya raíz remite a “paz” ((De esa raíz semítica provienen las palabras ShaLoM y SaLaM, significando ambas Paz en hebraico y árabe).() SLM(*)). Esto parece enfatizar la voluntad divina de que la Casa de Dios fuese edificada en tiempos de paz, por un hombre íntegro. Y así sucedió.
Existe una leyenda, contada en el libro The legend of the Jews (de Louis Ginzberg), de cómo Salomón eligió el lugar físico para el primer Templo:
Durante mucho tiempo, Salomón estuvo en duda en cuanto al lugar donde construir el templo. Una voz celestial le indicó que fuese al Monte Sión por la noche, a un campo propiedad de dos hermanos. Uno de los hermanos era un solterón pobre; el otro había sido bendecido con fortuna y una gran familia con muchos críos. Era tiempo de cosecha. En la callada de la noche, el hermano pobre añadía granos al montón de su hermano, por considerar que él necesitaba más, debido a su familia numerosa. El hermano rico, de la misma manera clandestina, contribuía al almacenamiento de su hermano pobre, considerando que, aunque él tenía una familia que sustentar, el otro no tenía medios de subsistencia. Salomón, que había sacado a la superficie esta manifestación tan notable de amor fraternal, llegó a la conclusión de que este campo era el mejor lugar para el Templo y lo compró.
Así, el Templo de Salomón (Beit Hamikdash, o Casa divina) fue el primer Templo en Jerusalén, construido en el siglo X a.C. Fue derribado por los babilonios en 586 a.C., y un segundo Templo fue construido en el mismo lugar. Volvió a ser destruido, esta vez por los romanos, en el año 70 de nuestra era, durante la Gran Rebelión Judaica. Solo una parte del muro exterior quedó en pie, según la leyenda para que los judíos tuviesen el amargo recuerdo de que Roma los había vencido en Judea (de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones).
Los judíos, en cambio, lo atribuyen a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del Templo, como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío. Para los judíos este es el lugar accesible más sagrado de la Tierra, ya que no pueden deambular por donde era el interior del Templo (donde hoy se sitúa la Explanada de las Mezquitas, lugar sagrado para los musulmanes) por el riesgo de pisar sin querer el lugar considerado “el más santo de los santos”, donde solamente el sumo sacerdote podía entrar una vez al año.
La reconstrucción del templo forma parte de las oraciones diarias de los judíos. Mientras que los tradicionalistas lo toman al pie de la letra (acabar con todo lo que hay en el lugar, inclusive las Mezquitas), los místicos lo interpretan como una manifestación del plan de la consciencia de Dios (como la vuelta del Mesías). Para ellos, la Torá y la leyenda de Salomón proporcionan una pista importante: la de que la COEXISTENCIA fue un principio sobre el cual fue fundado el Templo, y que fue precisa la PAZ para su realización; siendo así, esas son condiciones básicas para su reconstrucción. Judíos y árabes habitan el mismo “campo”, y son hermanos. Abandonados a la propia suerte por la comunidad árabe, los palestinos son el hermano pobre. Los israelíes son el hermano rico, cuya familia recibe “parientes” de todo el mundo. Que algún día aflore entendimiento y caridad entre esos hermanos – con ayuda mutua, como en la leyenda, donde cada uno piense más en el prójimo que en sí mismo – para que pueda ser posible levantar un TEMPLO DE PAZ en este campo, donde DIOS pueda verdaderamente habitar.
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