En busca de la mente serena
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 12/06/2011 05:58:42
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"Pienso noventa y nueve veces y nada descubro; dejo de pensar, me sumerjo en profundo silencio y he aquí que la verdad se me revela" (Albert Einstein)
Según los diccionarios, la ausencia de ruido se llama "silencio", que significa paz, sosiego, calma, quietud, tranquilidad. Tranquilidad, a su vez es sinónimo de serenidad. De esa forma se cierra un círculo imaginario de conceptos afines que sintetizan una pequeña parcela de la experiencia humana sobre la faz de la Tierra.
Con todo, la experiencia relacionada con el silencio no ha sido suficiente para despertar en el hombre su profundo significado aún desconocido para la mayoría de la población terrestre.
Confundido con inercia, soledad, oscuridad, aislamiento, entre otros conceptos similares, el hombre de todos los tiempos ha demostrado temor a envolverse en aquello que subjetivamente él considera "celadas" del silencio, prefiriendo llenar su mente con los quehaceres del día en convivencia con los ruidos que emanan de la agitación humana.
El hombre civilizado, habitante de grandes centros urbanos, sabe muy bien lo que es vivir rodeado de ruido por todas partes. Esa condición se encuentra incorporada a su modus vivendi, y tiene influencia sobre las relaciones familiares, sociales y profesionales.
Con su inexperiencia en la relación con el silencio, el hombre moderno pierde en calidad de vida, pues desperdicia una estupenda oportunidad de invertir en sí mismo a través del auto-conocimiento.
En tal sentido, por estar inadaptado a la ausencia de ruido, el hombre occidental no se encuentra a gusto cuando tiene ocasión de volverse hacia sí mismo y establecer contacto con su naturaleza trascendental.
El miedo al silencio, inconscientemente asociado a la muerte, crea un tabú difícil de borrar del inconsciente colectivo, haciendo del ciudadano urbano un dependiente psíquico del ruido.
Con todo, no hay condicionamiento que sea eterno, pues la historia de la humanidad está repleta de transformaciones y cambios en las áreas del conocimiento y del comportamiento.
La ciencia, por ejemplo, ya admite la influencia de la plegaria y de la meditación en la recuperación de pacientes en tratamiento médico. La espiritualización del individuo, basada en prácticas que exigen la introspección y el silencio como forma de conectarse a dimensiones más elevadas de nuestra conciencia, empieza a ganar adeptos también en el mundo occidental.
Poco a poco, el hombre del tercer milenio se desprende del miedo a encontrar en el silencio sus propias verdades. De enemigo oculto que se escondía en las sombras de una dimensión desconocida, el silencio surge para formar parte de la vida del hombre moderno como necesidad incuestionable.
Al igual que las personas al hablar o los aparatos de televisión y radio comunican, el silencio también comunica. Basta estar perceptivos y receptivos a su contacto, que requiere una mente quieta para elaborar las sutiles informaciones que recibimos de otras dimensiones de la naturaleza humana.
Cuando elevamos nuestra sintonía a través de la energía amorosa que construye, cura y liberta, el resultado de esa actitud consciente se hace terapéutico y su efecto es relajante.
La terapia del silencio es milenaria, y los orientales lo saben, tanto que hasta hoy la meditación está muy difundida entre ellos. Incumbe al hombre occidental seguir el ejemplo oriental adaptado al siglo XXI. La terapia del silencio nos enseña a ser más humildes, tolerantes y verdaderos los unos para con los otros, mientras que la convivencia con el ruido, el frenético ritmo de lo cotidiano y la competitividad, influye sobre nosotros para hacernos más espabilados, intolerantes y disimulados en las relaciones interpersonales.
La mente serena, aun en medio de la agitación del mundo moderno es indicativa de salud integral, y en ella la espiritualización ocupa su espacio y cualifica la existencia humana a través del silencio como inestimable aprendizaje para la vida.