¡En la búsqueda de la esencia, quiero ser cruda!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 15/05/2008 13:04:56
Traducción de Teresa - [email protected]
Como bien sabéis, he estado recogida para un tiempo de revisiones, que he llamado “una pausa para crisalidar”. Entre las percepciones y nuevas acciones, decidí hacer algunos cambios en mis hábitos alimentarios.
Me gusta pensar que cada uno de nosotros tiene un talento especial, que puede intercambiarse con los más cercanos para que nuestras vidas se vean enriquecidas con esas sabidurías particulares.
Por tanto, para efectuar con seguridad esos cambios, he buscado el talento de mi querida amiga Conceição Trucom. Ella es autora de los libros ‘Alimentación Desintoxicante’ y ‘El Poder de Cura del Limón’. Además, es una persona linda, que desborda vida y energía positiva por todo su ser...
De todo cuanto de importante y especial ella me ha venido enseñando, lo que más me ha impresionado ha sido sobre lo crudo. Aproveché los preciosos consejos para, sobre todo, frecuentar más y más la feria. Y mientras ella me va hablando sobre las vitaminas, las enzimas, los minerales y toda la riqueza que se puede asimilar de los alimentos vivos (como ella les llama) y de cuánto todo esto hace revivir nuestro organismo y modifica nuestra salud de modo integral, yo voy viajando en lo ‘crudo’... en lo ‘ser crudo’...
Y he reflexionado sobre cuánto, a lo largo de la vida, vamos desvalorizando lo que es crudo dentro y fuera de nosotros, vamos perdiéndonos en procesos absolutamente innecesarios. Iludidos por los sabores artificiales y por la estética industrialmente elaborada, vamos creando maneras de no ser nosotros mismos, sino quienes creemos que los demás desean que seamos (aunque esa creencia sea también apenas una ilusión).
Engullidos por este deseo enfermizo de ser aceptados en un mundo donde el bueno es quien se encaja en los moldes inventados, perdemos los nutrientes que nos tornan únicos y, por tanto, genuinamente diferentes, desencajados de cualquier molde.
Me parece que se hace más fácil comprender lo que sucede con nosotros si pensamos en la refinación por la que pasa el arroz, por ejemplo. Para que ofrezca un aspecto más bonito, se le procesa hasta quedar completamente blanco; con eso llega a perder hasta el 75% de su valor nutritivo, que está precisamente en la película oscura que reviste el grano. El caso es que cuando se refina el arroz hasta dejarlo blanco, su germen se destruye y el grano ya no tiene vida; es, por lo tanto, un alimento muerto.
De integral, pleno de vida y nutrientes, se le transforma en “nada”... pero por lo menos es un nada “bastante más bonito, mucho más presentable”, en la opinión de la industria y, por consiguiente, la opinión de la mayoría de los consumidores de arroz.
Bueno, no pretendo hablar acerca de alimentación, sino sobre esencia, sobre procesos internos y, en última instancia, sobre las refinaciones a que nos sometemos sin darnos cuenta de que estamos matándonos, abriendo mano de lo que hay de más íntegro y vivo en nosotros...
Y hacemos esto, la gran mayoría de las veces, simplemente para ‘parecer’ mejores. Ya sea ganando más dinero, ya haciendo inversiones en conquistas que sólo alimentan nuestra vanidad, ya manteniendo relaciones superficiales para tener la sensación de control de los sentimientos. En fin, hemos apostado muchas veces por una refinación que nos vuelve vacíos.
Y por eso me decido ahora por lo que es íntegro y crudo. Menos defensas y más espontaneidad. Menos hamburguesas y más brócolis. Menos maquillaje y más transparencia. ¡Y, en esta medida, bastante más esencia en esta vida aunque, muchas veces, nuestras cáscaras queden de manifiesto!
