En la luz del gran corazón del Buda
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 21/08/2008 11:54:36
Traducción de Teresa - [email protected]
Allí, pairando por sobre la gran ciudad, yo veo la luz del ((Buda – El Iluminado; ¡Aquel que ha despertado! Palabra derivada de Buddhi, que significa Iluminación Pura o Inteligencia Pura. O sea, quien alcanza el estado de Buddhi se convierte en un Buda, un ser iluminado y despierto).) Buda(*)
Parece una gran esfera luminosa, pero es la emanación del amor de Él.
En silencio, por entre los planos, Él bendice a los hombres que viven en la metrópolis de acero y hormigón.
Abajo, en el asfalto, la correría de los coches y la agitación de las personas.
Presas de la contaminación ambiental y mental de sus intereses inmediatos, ellas no perciben el gran amor por encima de sus cabezas.
Percibo aquella luz, con los sentidos del espíritu, y pienso en la violencia y en la miseria urbana. Pienso en el dolor de los hombres y en vacío consciencial, que es la gran enfermedad psíquica de la humanidad.
Al mismo tiempo, siento la comprensión descendiendo de aquella luz e interpenetrando a todos.
Los hombres no ven esa maravilla, pero están dentro del radio de acción del corazón de Él.
Y Él los comprende. Conoce a cada uno de ellos, mejor que ellos mismos.
Abajo, la gran metrópolis que abriga y da trabajo a tanta gente, de todos los lugares, con sus dolores y su progreso, el acero, el hormigón, la agitación, la contaminación, la violencia urbana; y las luces, el desarrollo y las oportunidades de trabajo.
Y arriba, el gran corazón del Buda iluminando silenciosamente a todos.
Contemplo la luz de Él y, en seguida, observo a mis hermanos de jornada urbana, a ras del asfalto, en la lucha por la vida.
Entonces, siento la paz de Él en mi corazón y elevo una plegaria silenciosa en intención de las personas de esa gran ciudad.
Y sigo adelante, aquí abajo, sabiendo que su luz está allí mismo, justo encima de todos nosotros y, al mismo tiempo, dentro de cada corazón.
Gracias, Buda de todos los corazones, por todo.
PD.: Estos escritos se han hecho minutos antes del inicio de un curso de aura y chacras, en el salón del IPPB. Mientras los alumnos llegaban, yo escribía esa visión de la luz del Buda sobre la ciudad de São Paulo, que había visto momentos antes, desde el interior de un taxi, durante el trayecto por la Avenida Ricardo Jafet – una de las principales avenidas de São Paulo – desde mi apartamento, en el barrio de la Salud, hasta el IPPB, en el barrio del Ipiranga.
Ahora, mirando estos escritos, con que intento compartir la gracia de ver algo tan luminoso, percibo cuán limitadas son las palabras para describir las cosas del espíritu. Aun así, insisto.
Es mejor intentarlo, aunque de forma pálida e imperfecta, que dejar de revelar la luz que he visto. Y no hablar de ese amor que bendice secretamente a los hombres es lo mismo que “intentar ocultar la luz del sol con un tamiz”.
Poner de manifiesto la acción de esa luz silenciosa, aunque imperfectamente, hace que otros corazones se abran para recibir mejor sus bendiciones.
Y yo quedo muy agradecido por percibir esa luz y poder compartirla con mis hermanos de jornada urbana. Para que ellos sepan también que hay un Buda bendiciendo e iluminando sutilmente la ciudad donde ellos viven y trabajan.
La misma gran metrópolis de acero y hormigón, donde el Gran Arquitecto Del Universo me ha colocado para trabajar y vivir.
Esa magnífica ciudad, en la luz del gran corazón del Buda.
Paz y Luz.
Aclaro a los lectores que no soy budista ni sigo ninguna de las doctrinas creadas por los hombres de la Tierra, ya sean orientales u occidentales. Con mente y corazón abiertos, observo y aprendo de todo, de forma universalista, siempre procurando filtrar y sumar las mejores informaciones de cada área. Y, naturalmente, descartando todo cuanto no esté de acuerdo con el buen sentido y la razón o me aleje del amor y de la alegría de vivir.
A lo largo de varios años trabajando con los temas espirituales, principalmente en la esfera de estudios de las experiencias fuera del cuerpo, vengo observando a muchas conciencias extra-físicas evolucionadas, y aprendiendo mucho. Y una de las cosas que más admiro es su universalismo y su cosmoética.
Los seres de luz no están encadenados a esta o aquella doctrina, ni a cualquier esquema ilusorio de devoción ciega o dependencia psíquica creado por los hombres. Lo que los mueve es el amor incondicional aliado al esclarecimiento consciencial profundo.
Hoy he escrito acerca de la asistencia espiritual del Buda a los hombres. En otro momento escribiré acerca de Jesús o Krishna – o sobre otros luminares espirituales de los diversos pueblos de la Tierra – tal como ya he hecho tantas veces a lo largo de los años, siempre de forma universalista.
Por cierto ¿quién podría rotular la luz? Ella no es budista, cristiana, hinduista, espiritualista, ocultista o cosa alguna. La luz es la luz. ¡Y el amor del Todo está en todo!
Es por esa luz por lo que trabajo y escribo. Y tan sólo a ella mi corazón responde feliz, por la libertad de seguir siempre libre... Por esas sendas maravillosas de la espiritualidad consciente. Discernimiento en todo. Amor en la jornada. Y alegría de vivir.
Y que todo lo mejor suceda para la evolución de los hombres de todos los lugares, razas y credos.
¡El Todo está en todo!