Enfrentando el dolor de la separación
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 22/05/2009 11:08:01
Traducción de Teresa - [email protected]
Quien está pasando por una separación sabe bien el dolor que causa y lo difícil que es mantener el equilibrio y la serenidad. En ese momento nos sentimos tan sin valor, que no encontramos fuerzas para hacer algo por nosotros mismos o mejor dicho, no creemos ser merecedores de nada que pueda hacernos sentir bien, como si hubiese una culpa oculta por los propios sentimientos. Hay una mezcla de sentimientos: culpa, abandono, rabia, miedo, rencor, tristeza, frustración, impotencia, dolor, soledad y no sabemos qué hacer con cada uno de ellos.
Muchas personas tienen tendencia a negar sus sentimientos, procediendo como si no existiesen dentro de ellas. Es como si hubiese una exigencia interna y muchas veces, externa, de que no se debe sufrir y mucho menos, demostrar el sufrimiento. ¿Cómo no sufrir cuando nos sentimos abandonados en nuestro amor, en nuestros sueños?
Negar lo que se siente es el camino menos indicado, pues si no se permite que esos sentimientos salgan a la superficie, y se reprime todo lo que se siente, ellos podrán buscar otra forma para expresarse, en general a través de nuestro cuerpo. Siendo así, por más que duela, y en general el dolor es muy intenso, enfréntate a todo cuanto sientes. Llora, ponte triste, pero concédete sentir.
Separarse de quien se ama no es una tarea de las más fáciles, aunque la relación estuviese siendo destructiva, aunque aquello a que llamabas amor hayas llegado a descubrir que no lo era. Es un momento de mucho dolor, como si hubiesen alcanzado a nuestra propia alma, que ahora sangra de tal forma que parece no cicatrizarse nunca. Las emociones se hacen más expuestas y el motivo ni siquiera parece existir. Nos quedamos totalmente sin defensas y, así, sin protección. Y lo que más nos piden es que seamos racionales. ¿Cómo, cuando todo se siente con tal intensidad que parece no existir espacio para la razón?
Separarse de quien se ama no es una tarea de las más fáciles. Es corriente en ese momento olvidarnos de todo cuanto ha causado sufrimiento, y de lo muy distintos que eran los valores. Generalmente la persona de la cual nos hemos separado está muy distante de aquella con quien habíamos empezado la relación. Esta puede ser una de las causas de la dificultad para aceptar la separación, pues permanecemos siempre esperando que un día esa persona vuelva a ser la que un día hemos conocido y amado, o hemos idealizado. Recordamos todo lo bueno que se vivió, los momentos agradables, las promesas de amor eterno, los sueños. Pero ¿desde hace cuánto tiempo estabas tú soñando solo? Una relación se hace entre dos, ¿recuerdas?
Es evidente que la indiferencia del otro nos causa mucho dolor, que parece llevar su vida muy bien, incluso sin tenernos a su lado. Muchas veces nos prendemos más a las palabras que a las actitudes y a la falta de éstas. Si alguien te ha dejado, ¿será que merece tus lágrimas, tus noches en claro, tu autodestrucción? ¿De qué sirve continuar llamando por teléfono, buscando a quien ya no quiere mantener la relación? Pese a la pérdida, a los errores y heridas, podemos y debemos hacer algo para conseguir soportar ese momento tan cruel, que parece no tener fin.
- No niegues los acontecimientos, ni lo que sientes, ni tu dolor. Por más que duela, enfréntate a tu realidad, pues solo así lograrás transformarla. Respeta todos tus sentimientos.
Resiste la tentación de desear vengarte con el propósito de hacer sufrir al otro tanto como sufres tú. Asume la rabia que sientes por estar pasando por esto, y recuerda que al permanecer pensando en las diversas formas de vengarte, solo estás manteniendo el sufrimiento del cual tanto deseas liberarte.
- Ponerte a gritar al mundo lo que sucedió, telefoneando o enviando e-mails contando lo que ocurrió a todos, no va a disminuir tu sufrimiento, solo hará que te expongas ante personas que no siempre son dignas de tu confianza. Procura ser cuidadoso con quien vas a desahogarte para que no oigas más exigencias aparte de las que tú mismo te haces. Si no hay quien te comprenda, escribe todo cuanto estás sintiendo en una hoja de papel, o en el computador, esto podrá ayudarte a comprender mejor tus sentimientos y aportará algún alivio.
- Buscar otro amor de manera desesperada, o desear envolverte con alguien para horas o días, tampoco no va a curar tu dolor. Podrá tan solo amenizarla un poco, pero cuando te encuentres a solas nuevamente con tus pensamientos y sentimientos, todo retornará con la misma intensidad de cuando has huido a los brazos de alguien. Piensa que al envolverte con otra persona, impulsado tan solo por tu carencia, podrás iniciar una relación más destructiva que la anterior.
- En caso de que tengas algún síntoma físico, relaciónalo con tu dolor emocional y piensa en lo que puede estar representando.
- Percibe si lo que te lastima más es realmente la falta de la persona que se ha ido o el sentimiento de rechazo que sientes.
- Si había sufrimiento, ¿por qué deseas volver? ¿Será que no andas todavía buscando la relación que has idealizado y que estaba muy distante de la realidad? Piensa un poco más sobre esto. Analiza, explora, reflexiona sobre todo lo que ha pasado, considerando la realidad de los hechos y no lo que te gustaría que hubiese ocurrido.
- Evita tener pena de ti mismo. La autocompasión no hace bien a nadie, ni ponerse en el papel de víctima, echando la culpa al otro por lo que sucedió. Asume tu responsabilidad en la relación.
- En situaciones de pérdida tendemos a estar inseguros, con la autoestima baja y sin amor propio; así, sentimos mucha dificultad para hacer algo por nosotros mismos. Recuerda cómo era tu vida antes de esa relación. ¿Cuántas cosas no has dejado de hacer por ti mismo? ¿A cuántas personas no has dejado de ver? Retoma tu vida. Piensa en algo que te haga sentir bien y empieza a cuidarte con mucho cariño.
- No coloques tu valor personal en manos de nadie. No porque alguien no te ha valorado eso significa que no tienes valor. Seguramente tú tienes mucho valor, pero lo importante es que lo reconozcas.
¡Es en este momento cuando podrás percibir la fuerza que hay dentro de ti, y que el camino por más arduo que pueda parecer en ese instante, podrá volverse mucho más iluminado, si permites que tu propia luz lo conduzca!