Entrando y saliendo del cuerpo: La inmortalidad de la consciencia.
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 04/07/2006 12:54:27
Traducción de Teresa - [email protected]
Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, blancos y negros, altos y bajos, severos o flexibles, creativos o destructivos, ateos o religiosos, materialistas o espiritualistas, maduros o inmaduros, todos están sujetos a salir del cuerpo definitivamente, en algún momento de sus vidas.
Vidas tan pasajeras cuanto sus ilusiones y apegos; tan breves cuanto el guiñar de ojos del Eterno y tan rápidas cuanto el rodar de la gota de agua en los pétalos de la flor de loto, ante el infinito inconmensurable…
A nadie le gusta hablar sobre esto, pero entrar y salir de los cuerpos perecibles forma parte del juego de vivir. Es movimiento de la naturaleza, dentro de las condiciones de evolución de cada ser. Ocurre por necesidad del perfeccionamiento de consciencia de cada cual.
Entrar y salir; nacer, crecer, morir, crecer, renacer… ¡tal es la Ley!
La sabiduría está en aprender y hacer lo mejor posible en cada situación.
Cuando dentro de la carne, aprender y hacer lo mejor…
Cuando fuera de la carne, en los planos extra-físicos, aprender y hacer lo mejor…
¡Lo que sucede, sucede! Qué se hace con lo que sucede: esto es lo que revela la sabiduría que tiene cada cual.
La naturaleza, con su juego de vivir, no es buena ni mala, es apenas natural. No obstante, el ego del hombre tuerce las situaciones y torna las cosas antinaturales.
Es el ego quien dice: “¡Esto es bueno! ¡Esto es malo!”
Entrar o salir del cuerpo es apenas natural, como todo en la naturaleza. ¡Buena (o mala) es la manera como el hombre se entiende con eso!
¡Entrar o salir, apenas un juego de vivir! Cada cual en su tiempo correcto, como el tiempo de cada cosa en la economía universal.
Los hombres se van y vienen, vienen y se van… Independientemente de sus opiniones, doctrinas o condiciones. Hablar de ello o no, llorar o sonreír cuando alguien viene o se va, nada de esto altera las leyes de la naturaleza.
Sin embargo, observar, aprender y armonizarse, por dentro y por fuera, altera la manera de convivir con el juego de entrar y salir de la materia. Hace que se vean los acontecimientos naturales con “otros ojos”, con corazón y luz, con amor y consciencia, obteniendo experiencia de cada situación.
La sabiduría no está en entrar o salir del cuerpo, sino en la manera de entenderse con eso. Las personas se van y vienen, vienen y se van, esto es así. Y lo es para todos los hombres, sin distinción ¡tal es la Ley!
…
El sabio no lucha contra la Ley y respeta a la naturaleza. Él se armoniza, naturalmente.
Él no colisiona con la Ley, al contrario, la respeta y acepta, armonizándose con ella.
No hay sublevación en su corazón, ni euforias ilusorias. Ya sea en el momento de la llegada o en el de la partida, él comprende. Así como comprende el motivo de las estaciones del año; así como sabe que todo pasa…
¡Necio es aquel que intenta burlar la Ley y engañar a la naturaleza!
Llegar o partir, ir y venir, entrar o salir… Son apenas ciclos naturales en la vida eterna del espíritu. Reír o llorar, sublevarse o aprender, esto va en la sabiduría o necedad de cada cual.
El sabio sabe que todos los seres son inmortales. No es cuestión de creencias, ¡él tiene la certeza! Él sabe también que depende de la madurez de cada uno el reconocimiento de la propia inmortalidad… Como sabe que su certeza incomoda a la incertidumbre de los necios.
En verdad, ella pone de relieve el temor y la necedad de los otros. Si alguien se entiende bien con el juego de vivir, esto demuestra que tal cosa es posible, y aclara lo mal que lidian los hombres con estas cuestiones de entrar y salir.
Aquí, entrar o salir ya no es la cuestión, ¡sino cómo convivir con ello!
…
Riendo o llorando, amando o sublevándose, dentro o fuera de la carne, todo pasa…
Quien está fuera, reencarna, ¡cuántas veces sean necesarias! Quien está dentro “se descasca”, ¡cuando sea necesario!
¡Esto es realmente así! ¡Es natural! ¡Forma parte del vivir del espíritu! ¡Forma parte del juego! Mientras sea necesario…
Pero lo mejor de todo eso es que, sea sabio o necio, lo crea o no, ¡nadie muere! ¡Y tampoco nadie nace! Es sólo el juego de entrar y salir… El espíritu es el mismo.
El espíritu no nace ni muere, tan sólo entra y sale de los cuerpos perecibles. ¡Es eterno!
Que los espíritus, encarnados o desencarnados, mediten en eso. Que tengan “otros ojos” para aprender lo que fuese necesario para su evolución, a fin de que, en algún momento más adelante, ya no sea obligatorio entrar o salir. Para que sus futuros movimientos sean de libertad creativa, interactuando de modo saludable con la naturaleza y con la Ley mayor. ¡Para que sean espíritus “co-creadores”, aparceros del TODO que está en todo!
Y, en algún lugar, en la eternidad, los futuros movimientos serán expresiones de lucidez y amor, en la fraternidad de los espíritus libres y unidos en la consciencia cósmica. Hasta ese momento, mientras tanto, que cada uno acepte y aprenda lo que sea necesario, dentro o fuera.
En la carne o fuera de ella, con cuerpo o sin cuerpo, en la Tierra o en el más allá, que cada cual sea feliz, naturalmente.
Nacer, crecer, morir, renacer, vivir… ¡Tal es la Ley!
Por encima de la Ley ¡el Amor!
Por encima del Amor, ¡el Gran Arquitecto del Universo!
La Ley, el Amor, Dios… ¡el Hombre!
El necio, la incertidumbre; el sabio, la certeza de la inmortalidad.
Nacer, experiencia; crecer, experiencia; morir, experiencia; renacer… ¡experiencia!
Entrar o salir, naturaleza. Comprender esto, ¡sabiduría!
Que, en la partida o en la llegada ¡todo sea de acuerdo con la Ley!
Y que la ilusión de la muerte sea vencida, así como el apego al cuerpo.
¡Tal es la Ley!
¡Tal es el Amor!
¡Y Dios por encima!
(Texto dedicado a Francisco Cândido Xavier, que continúa trabajando espiritualmente “desde el lado de allá” e inspirando la consecución interdimensional de textos que aborden la inmortalidad de la consciencia).
P.D.: Estos escritos se han hecho bajo la inspiración de los amparadores del grupo extra-físico de los Iniciados.
Sao Paulo, 17 de marzo de 2006.