¿Es la vida un pesado fardo?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:20
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"Vivir no es un fardo. Vivir es rellenar el campo afectivo con luz y paz". (Roberto Shinyashiki)
La vida es una consecuencia, y siendo válida tal afirmación, todo cuanto gira en torno al hombre es una resultante de su naturaleza inteligente encaminada a la expansión de la conciencia. Pese a todo, esta "expansión", a que somos impelidos por una fuerza llamada Dios, se halla en la dependencia de un proceso de descubrimiento de sí mismo inserido en el contexto de la vida, denominado autoconocimiento. Por tanto, todo lo que pesa excesivamente en la trayectoria vital, eso que hemos bautizado como "fardo", es la consecuencia de las elecciones individuales basadas en el egocentrismo, que representa la dirección contraria a la evolución consciencial y a la levedad del alma.
En esta lógica, somos el resultado, o sea, la síntesis de lo que vino "antes" asociado a lo que procesamos en el "ahora". De ahí la sensación de un fardo, arrastrado por la vida entera, sin que este estado de cosas se altere para mejor, es decir, que la vida se vuelva más leve. El fardo que notamos, a decir verdad, son los dolores del alma manifestados de diversas formas, desde las patologías que somatizamos hasta las limitaciones y bloqueos que paralizan la libre y sana expansión de la esencia. Situación que enturbia la lucidez y confunde el discernimiento sobre las decisiones que pueden llevarnos por caminos sombríos o por caminos iluminados de la existencia.
La victimización es un ejemplo de severo bloqueo del potencial inherente a cada ser dotado de inteligencia, pues hace que el individuo piense que no puede o no es capaz de hacer los cambios que desea en su vida, por culpa de los demás o por motivos que no puede definir convenientemente, y que, misteriosamente, "lo sitúan fuera de las cosas". Siente que la vida es injusta, que él tiene justificativas para no marchar bien y que la suerte nunca llama a su puerta, perjudicándolo en las varias áreas de su vida, hasta el punto de alimentar constantemente el sentimiento de fracaso.
Esa fijación mental, que compromete la salud del individuo, se convierte en la responsable por la aparición de diversas enfermedades, como la depresión, el pánico y la fobia, entre otras. Condición que puede llevar al individuo a severos cuadros de origen obsesivo, pues la insatisfacción con la vida es un desequilibrio que rinde dividendos en forma de indignación y amargura.
El miedo reside en el sufrimiento del pasado, que se alimenta del presente y origina dolor en el futuro. Destruir el pasado es lo mismo que abandonar parte de sí mismo. Lo ideal no es "olvidar", sino vivir en paz con el pasado para que el futuro no origine más sufrimiento y dolor al individuo.
"Venid a mí todos los que estáis afligidos y sobrecargados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis reposo para vuestras almas, pues mi yugo es ligero y mi carga suave". En principio, es necesario para mejor comprender la metáfora crística, conocer el sentido propio de los términos yugo y fardo.
Según el diccionario Aurélio, yugo, que también significa canga, puede definirse como "vara que ponen los cargadores en los hombros para transportar fardos". A su vez, fardo puede ser comprendido como carga, volumen. Fardo y yugo pueden ser vistos, respectivamente, como lo que tenemos por misión y cómo hemos elegido cumplirla. En tal sentido, el cumplimiento de nuestra misión en el presente, entretejido de apegos, protestas e insatisfacción, puede convertirse en la "vara" con que transportamos nuestro "fardo", más pesado de lo que nos comprometimos a cargar en la planificación reencarnatoria.
Por tanto, el fardo de la vida es el propio individuo quien lo tiene que atender. Esto significa evaluar la verdad de sus sentimientos, pues los sentimientos más profundos, más incómodos y más traicioneros están denunciando la naturaleza de su fardo. En este sentido, a través del autoconocimiento, el trabajo del alma que crece es disolver los traumas, las tristezas, los apegos y los bloqueos coleccionados a lo largo de muchas vidas y asimilar el aprendizaje de que la vida no se convierte en un fardo pesado de llevar cuando tenemos un compromiso firmado con nuestra esencia.