¿Es posible `borrar´ los malos recuerdos?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 11/03/2016 09:52:52
Traducción de Teresa - [email protected]
Implantar recuerdos buenos en lugar de los malos. Parece ficción científica, como se ve en la película El Origen o Matrix, pero es plenamente posible. Los famosos traumas y perturbaciones que acometen nuestra mente, impidiendo nuestro bienestar mental y perjudicando las funciones del día a día, tienen una solución de cuatro letras: EMDR, una sigla que significa desensibilización y reprocesamiento a través de movimientos oculares. Ese método ayuda a rehacer conexiones y a trabajar nuevas sinapsis cerebrales, haciendo posible de este modo estimular ambos lados del cerebro; se obtienen resultados rápidos y de manera sorprendente dando nueva dimensión a los recuerdos perturbadores.
Ejemplos no faltan sobre la aplicación de esta terapia. Recuerdo a un paciente que vino al consultorio debido a un acontecimiento que lo impresionó y que amenazaba con producirle síntomas de pánico al entrar en los ascensores. El caso es que unos dos meses antes, ya bien entrada la noche y tras un arduo día de trabajo, se había quedado preso él solo dentro del ascensor del edificio en que vivía. Su rescate se prolongó alrededor de hora y media, mucho más tiempo del que habitualmente se necesita para eso. Durante el tiempo en que estuvo encerrado en el ascensor, pese al inmenso cansancio y al calor que sentía, recuerda como su peor momento un instante en que tuvo una breve sensación de que iba a desmayarse, aunque pudo controlarse hasta el punto de impedir que eso efectivamente sucediese. Otra cosa que también le ha quedado grabada en ese acontecimiento es que cuando por fin lograron abrir la puerta del ascensor, él salió casi furioso, encaminándose directamente a su cuarto, donde se arrojó exhausto en la cama, despertándose sólo al día siguiente.
Después de ese acontecimiento, creyendo que todo estaba bien, al día siguiente, como de costumbre, bajó en el ascensor desde su piso para encaminarse al trabajo. Hasta ahí, nada extraño había sucedido. En el edificio donde trabajaba también subió en el ascensor, y hasta aquel momento todo iba bien. No obstante, al final del día, ya cansado nuevamente, toma el ascensor para bajar y algo en su pecho palpita más fuertemente. Surge cierta ansiedad de fondo, y un temor, quizá, le acomete, con una voz silenciosa insistiendo en decirle… y si se para el ascensor… Era la señal del trauma instalado y de la activación de miedos hasta entonces desconocidos. Sin perder tiempo y ya presintiendo que esta sensación y sentimientos tenderían a empeorar, el paciente acudió en busca de curación emocional. El recuerdo del accidente con el ascensor y el eco que hacía en su mente necesitaban terminar, a fin de que su vida pudiese continuar con la fluidez de siempre.
Jorge, vamos a darle ese nombre, continuó en terapia EMDR y sorprendentemente para él mismo y para mí, su cerebro lo llevó de inmediato a una escena de parto, más precisamente a la de su parto. Entró en contacto en el momento en que estaba en su propio parto natural. Él estaba naciendo, sólo que, en una fracción de segundo y con un susto enorme, resbala de vuelta para dentro del vientre de su madre. Una sensación de casi muerte lo invade, de un rápido ahogamiento y quizá un casi desmayo antes incluso de nacer. Miedo. Mucho miedo. Tras algunos segundos, que le dieron la sensación de ser una eternidad, el médico literalmente introduce su mano y logra volverlo a la posición correcta, ayudándolo en su nacimiento. Después de revivir esta escena entre todos esos sentimientos represados, se percibe enormemente cansado hasta que finalmente se duerme… En otro pulso de movimientos bilaterales, su cerebro lo lleva a la escena del ascensor, donde vuelve a vivir todo el estrés, sus miedos velados, ahora descubiertos en la escena del ascensor, su casi desmayo y sus angustias hasta que la puerta del ascensor se abrió. Y a diferencia de la escena real, en su EMDR él está como un bebé recién nacido y dos enfermeras cariñosamente lo recogen exhausto del suelo del ascensor y lo acunan en brazos hasta que se relaja, poniéndolo en su cama de adulto, donde él, acogido y con confianza, de verdad, puede descansar con tranquilidad.
Después de la reedición de este evento, además de recuperarse totalmente de los signos de pánico que empezaban a crecer, ha podido sentirse mucho más relajado y confiado que nunca. Varios bloqueos antes invisibles fueron reprocesados y su calidad de vida ha mejorado sorprendentemente, aunque no tuviese la menor idea de que esas trabas emocionales estuviesen allí antes del acontecimiento del ascensor, dificultando la plenitud en diversos escenarios de su vida.
Esa terapia surgió en Estados Unidos y desde entonces ha sido utilizada con miles de personas. El EMDR funciona así: el especialista identifica lo que limita y perturba al paciente. A continuación, se pide al individuo que recuerde y enfoque ese problema, escena o situación desagradable, acompañando los movimientos del terapeuta con movimientos oculares, estímulos bilaterales, chasquidos auditivos, entre otros. Para aplicar esa terapia es necesario ser psicólogo con certificado emitido por el EMDR Institute.
Es posible obtener varios beneficios con esa técnica, que es una herramienta muy eficiente, ya que es el propio paciente quien, reviviendo sus experiencias, hace las asociaciones necesarias, lo cual promueve su curación emocional.
