Es preciso equilibrar el ser humano
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 16/11/2012 14:33:05
por Enildes Corrêa - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Actualmente, acompañamos con cierta aprensión las noticias y los acontecimientos referidos a los cambios climáticos en nuestro planeta, en función del calentamiento global. Previsiones de colapsos ambientales, que hace algún tiempo quedaban solamente en las esferas esotéricas, ahora son discutidas por científicos y políticos en fórums internacionales.
Las actividades humanas – sin tener en consideración que la Tierra es un organismo vivo y, como tal se resiente de las agresiones que contra ella se cometen – están produciendo en la naturaleza un desequilibrio sin precedentes que pone en riesgo la sobrevivencia de innumerables especies, incluyendo al propio hombre, agente de esa perturbación.
Asistimos a una quiebra en la armonía del medio ambiente, que refleja la relación distorsionada de los individuos consigo mismos, con los otros y con todo su entorno, basada en una visión reduccionista, materialista, que no tiene en cuenta la naturaleza de la vida, sus leyes y sus fundamentos vitales.
El planteamiento materialista viene prevaleciendo prácticamente en todos los sectores que conciernen al ser humano, incluso en el sistema educacional. Aprendemos cómo entrar con éxito en el mercado laboral, pero no nos enseñan cómo vivir en armonía con la vida. Así, la mayoría vive en la ignorancia de algo esencial de nuestra existencia. Se ha producido una inversión de valores en la sociedad: lo principal se ha quedado en la periferia y lo periférico se ha puesto como centro.
De esa forma, el ser humano no se comprende a sí mismo, ni al otro ni al ambiente en que nace, vive y muere. Se cree dueño de la Tierra, donde se encuentra de paso, y parece olvidar que es tan solo un huésped, por un corto período de tiempo, entre 70 y 80 años. Debería tener la obligación, en ese paso fugaz, de dejar su entorno mejor de lo que estaba cuando llegó, facilitando la venida y la sobrevivencia de las generaciones futuras.
Contrariamente, empero, se arroga el derecho de posesión y, tal como ha venido demostrando la historia, también se permite explotar, oprimir y destruir la naturaleza, teniendo en vista únicamente los intereses individuales de su pequeño mundo.
De modo general, no existe la cultura de la amistad y del cuidado para con la vida en nuestra sociedad. Desconocemos incluso cuidados simples y básicos para con nuestra propia salud física, mental y espiritual, que podrían evitar muchos sufrimientos a la población, en especial a los estamentos más necesitados. Falta el amor que nos da el debido entendimiento para vivir en equilibrio y armonía con nosotros y con nuestro entorno.
Sin amor no hay cuidado y las relaciones humanas, en los más diversos ámbitos, quedan envenenadas por el odio, por el afán de posesión, por el apego, en fin, por la ignorancia, lo cual origina las pequeñas y las grandes agresiones, entre humanos y para con las demás especies del planeta.
Ante el peligro de posibles catástrofes ambientales previstas por los científicos, es fundamental ampliar, en todos los rincones de la Tierra, el movimiento de sanación del planeta, con la participación y la unión de todos los segmentos de la sociedad para la creación y expansión de la cultura de la paz y de la amistad.
Las condiciones para una vida sana han de ser revisadas y reorganizadas dentro de una visión holística, que contemple las varias dimensiones de nuestra existencia. Es prioritario tener en cuenta la causa básica del trastorno climático planetario, o sea, el comportamiento inadecuado y destructivo del hombre. La desorganización y el desequilibrio de millones de personas están originando acciones que causan desequilibrio en la atmósfera global.
Urge adoptar medidas para el rescate del estado natural del ser humano: la armonía. Ese estado de paz interior que nos lleva a vivir en unidad y equilibrio con el ambiente externo, ya seamos habitantes de los países del primer o del tercer mundo. Este parece ser uno de los grandes retos para las naciones: lograr un compás entre la expansión económica, los avances tecnológicos y la elevación del nivel de sensibilidad y conciencia de los individuos.
¡Namaste!
