ESPECIAL STUM: ¿Qué tipo de relación deseas para tu vida?
por Sergio Scabia em STUM WORLDAtualizado em 13/05/2009 11:20:03
Traducción de Teresa - [email protected]
Me he quedado atónito – hace pocos minutos –, al leer un comentario puesto en los Blogs por una usuaria que había sufrido, tras veinte años de “matrimonio perfecto”, una traición por parte de su marido. Aunque él haya dejado su relación extraconyugal, la esposa se ha quedado depresiva, con síndrome de pánico, dependiente de “medicamentos fuertes” y terapia. Se ha quedado sin suelo, pues éste venía “garantizado” por el marido.
Al final, ha dejado un llamamiento realmente desesperado para que las personas no traicionen, pues esto pondría en riesgo (según ella), la propia vida del ser humano traicionado.
Hace mucho que deseaba escribir un poco sobre este vastísimo universo de las relaciones, pero leer este testimonio fue el gatillo definitivo. Algo gritó en mí para intentar exteriorizar algunos conceptos que pueden empezar a modificar nuestra forma de relación, principalmente la que solemos denominar “amorosa”.
Duele extremadamente percibir el sufrimiento de una hermana de jornada, pero no creo en la casualidad. No puedo juzgar a nadie; aun teniendo alguna idea en cuanto al origen del problema: una comunicación parcial, truncada o inexistente, la presencia de fuerte apego a valores obsoletos, vencidos.
Valores estos que constituyen verdadera puerta para las enfermedades, el miedo, la soledad y la carencia, - que tienen por base el control, la manipulación, el trueque puro y simple (o permuta) con alguien; donde ambos cuidan de contabilizar los “puntos” acumulados de cada uno, generando un distanciamiento continuado, casi una desconexión de la propia esencia divina, el Alma clamando por ser al fin tenida en cuenta, desplazando la unión hacia otro nivel, hacia otras esferas donde no existen ya la amargura, la angustia y la ansiedad.
Bien, podemos empezar ahora mismo a dejar atrás las actitudes negativas, de posesión, de separación, de escasez, de ilusión, que en realidad ya pertenecen al pasado y solamente nos alejan de la Fuente, de nuestros seres queridos, de nosotros mismos… de la vida verdadera que espera para ser disfrutada plenamente hasta el final, que no es el final de cosa alguna, puesto que nos lleva de vuelta al Origen y nos prepara inmediatamente para nueva aventura cósmica.
Este lugar que nos aleja por completo del dolor, de la rabia y de la frustración se encuentra muy cerca, se sitúa allí donde vive la Conciencia de la Unidad. Aquella certidumbre incorruptible que viene de dentro y que dice en tono fuerte y claro que yo soy el otro Tú; que somos todos uno solo. Que nunca ha existido separación en aquello que ha sido creado unido en nombre del Amor Supremo, que no conoce diferencias ni credo, color, raza, posición social, edad… que no condena, no pune, que desconoce la culpa y contempla a todos como criaturas amadas que aquí se encuentran para desarrollar sus habilidades innatas y para co-crear este Universo Infinito.
En ese lugar, ya no tienen vigencia las leyes de los hombres, aquellas que todos conocemos y que muchos todavía temen y aceptan.
Estamos en una dimensión más alta. La cuarta. La espiritual. Buscando incorporarla aquí mismo, en este mundo de la materia.
El camino es simple, basta emplear la voluntad, el deseo, virtudes que bien conocemos. Basta encaminarlas de forma diferente, en otra dirección… hacia lo alto, olvidando mucho de lo que hemos aprendido como correcto, como base de nuestra existencia.
Y lo alto a que me refiero no se sitúa allá arriba, más allá de las nubes. Me refiero a los puntos superiores de los siete chakras, nuestros principales centros energéticos.
Creo que casi todos conozcan y hayan experimentado la presencia generada por la vibración característica de nuestra supervivencia y nuestro sustento, el primer centro, en la base de la columna; a continuación la fuerza y placer de la sexualidad, pilotada casi siempre – y todavía –, por las emociones, las pasiones arrebatadoras que pueden estallar con la fuerza de un volcán en erupción. El punto de equilibrio está puesto en el cuarto centro, el del corazón, justamente en medio del pecho, que nos abre el camino hacia el amor incondicional, hacia los sentimientos que nos “elevan” y nos preparan para dar el gran salto “hacia arriba”.
Sí, creo llegada la hora en que es necesario e inevitable empezar a sintonizar, a revigorar nuestros centros superiores, perfeccionando la creatividad que también viene del habla, del poder del verbo, juntamente con la comunicación clara (el quinto centro).
Seguidamente observamos la percepción extrasensorial, la intuición y la sabiduría (gobernadas por el sexto centro – literalmente el “sexto sentido”) y, por último, el “coronario”, el canal que está en lo alto de la cabeza y nos conecta directa y permanentemente con la Fuente.
Estimular, activar con ejercicios sencillos estos canales superiores nos permite la liberación definitiva del sufrimiento en cada aspecto de nuestra existencia, principalmente en nuestra vida afectiva.
Centrados y en armonía energética, sabremos finalmente encontrar al otro, ya al primer toque, en aquella profunda mirada recíproca, aquella que inconscientemente – pero por completo – lee a fondo en el alma y la hace vibrar más suavemente, reconociendo a la persona adecuada para vivir bien cada instante, estando cerca o lejos, en condición de ayudar incluso a distancia al percibir el menor desequilibrio, empleando la fuerza que emana de la sabiduría ahora disponible e internalizada.
Qué bueno es intuir, aun sin necesidad de estar cerca, tener en la pantalla mental la sonrisa del compañero, poder comunicarse sin palabras, en el silencio de la reciprocidad sutil, compartiendo las experiencias y creciendo con cada intercambio.
Y la sexualidad… finalmente en sintonía fina con la unicidad del compañero, con la percepción total del momento y de la necesidad del otro, anclada finalmente y solamente en el respeto, en la complicidad, en el cariño y en la ternura… creatividad absoluta en todos los sentidos, incluso en el aspecto de generar una nueva vida, que vendrá portando en su alma esas vibraciones sublimes… una criatura libre y amorosa.Procuremos recordar que la ley de la atracción es una de las siete leyes espirituales.
Carente atrae carente. Alegría atrae alegría.
Pero todo cambia, todo tiene su ritmo, vibra, pasa (más leyes espirituales). Por tanto, podemos modificar esos estados de alma incluso en las peores condiciones que nos han sido impuestas por la Ley del Karma, otra ley absolutamente irrevocable…
Sin olvidar la que nos confirma que “lo que está arriba está aquí abajo también”… instándonos a construir este puente entre lo espiritual y lo material, acortando la distancia entre los planos, reduciendo la dualidad, llegando, en fin, a vivir el cielo aquí mismo en la Tierra.
¡Somos todos uno solo!
Lo siento mucho – Yo te amo – Muchas gracias.