¿Estás viviendo un conflicto y no sabes qué hacer?
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 21/11/2016 09:26:30
Traducción de Teresa
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No siempre sabemos qué hacer ante algún conflicto. Me gusta siempre recordar que en su mayoría pueden ser suavizados logrando el autoconocimiento, que se consigue efectivamente con el proceso de la psicoterapia. Y ¿qué diferencia marca esto en nuestra vida? ¡Toda! Sólo quien ya ha pasado por ese proceso lo puede evaluar.
Difícilmente logramos vislumbrar todo lo que hay dentro de nosotros sin auxilio de un profesional. ¿Pueden los amigos ayudar? Claro que sí, pero cada uno trae en sí un historial de vida, y cuando contamos algo a alguien y se nos da un consejo u opinión, por lo regular esa respuesta estará contaminada con el historial de la persona. O sea, aquello que ella vivió va a interferir directamente en la opinión que te va a dar; diferentemente del profesional que no está allí para decirte qué o cómo hacer, sino para proporcionar una mayor reflexión acerca de tus propios sentimientos y actitudes. ¿Quieres un ejemplo? Si le cuentas a un amigo una discusión que tuviste con tu madre, vas a escuchar algo relacionado con lo que tu amigo vivió en su vida respecto de su propia madre. Raramente vas a oír como respuesta algo que te haga reflexionar sobre tus propios sentimientos. O también podrás oír un relato de los conflictos que esa persona está viviendo, y tú con tus sentimientos ya has sido dejado de lado.
Otro factor importante es que en psicoterapia, dependiendo de la línea o teoría del trabajo, se tiene en consideración no sólo el consciente, sino principalmente el inconsciente, donde está registrado todo aquello que se ha vivido, y principalmente lo que se siente, desde la concepción hasta el momento presente. Y muchas personas, por no tener ese conocimiento, acaban por limitar la percepción de sí mismas. O sea, para conocernos debemos considerar también los aspectos inconscientes. Y esto raramente lo va a hacer un amigo.
Son los pensamientos lo que crea los sentimientos, que van a crear las actitudes (intención) y los comportamientos (acción). Pero tememos a los sentimientos, huimos de ellos, negamos sentirlos y con ello las dificultades se incrementan. El hecho de pasar por alto lo que sentimos no hace que desaparezcan de dentro de nosotros, al revés, todo lo que es negado se hace más fuerte. Cuando reprimimos lo que sentimos, estamos impidiendo que la energía contenida se manifieste y nos mantenemos en el mismo patrón de conducta, no permitiendo que los cambios, cosa tan esencial para el crecimiento, se efectúen. Y con eso, seguimos en la vida repitiendo patrones. Al reflexionar sobre tu vida podrás encontrar patrones de comportamientos y/o sentimientos que se repiten. Muchas veces las situaciones son diferentes, pero el sentimiento despertado, a menudo ya es conocido. En caso de que logres identificar el sentimiento que has estado teniendo en las últimas semanas, podrás percibir que es un sentimiento que te acompaña desde hace mucho tiempo.
Para poder conocernos profundamente es necesario dejar que todas las emociones, y sus orígenes, se hagan conscientes. Sin fugas, que en general suceden de diversas maneras, ya sea mediante trabajo en exceso, consumo de alcohol, compulsión por comida, compras, juego, etc. Estamos constantemente ocupados con tantos quehaceres, que siquiera nos damos tiempo para identificar lo que sentimos. Todo eso hace que miremos solamente hacia fuera, y no hacia dentro de nosotros. Estamos siempre apagando incendios y viviendo en lo automático, no nos damos tiempo para oír aquello que muchas veces clama dentro de nosotros. Es entonces cuando surgen dolencias y síntomas, como para hacernos oír aquello que negamos. Si dejases a tu alma gritar, ¿qué es lo que ella diría? ¡Escúchala!
También huimos cuando mantenemos relaciones afectivas destructivas. Quedamos tan aturdidos intentando salvar la relación, con tantos altercados, insatisfacciones, desacuerdos, acusaciones, que nos sentimos sin posibilidad de actuar de forma a defendernos. Nuestra capacidad de ser conscientes de nuestra valía parece quedar totalmente comprometida. Es en este proceso donde nos perdemos de nosotros mismos, y en vano pasamos a buscar en el otro la solución que está justamente dentro de nosotros. Es cuando pasamos a supervalorar al otro en la misma proporción en que nos desvalorizamos. Lo cual por sí sólo crea un círculo vicioso. Vemos el otro, o queremos verlo, como responsable por nuestro sufrimiento y también por nuestra felicidad. Y dejamos nuestra vida en manos de alguien que a menudo no es capaz de cuidar siquiera de su propia vida… para cuanto más de la nuestra. Y lloramos, nos desesperamos, queremos respuestas urgentes, pero siquiera nos damos el trabajo de cuestionarnos sobre las posibles causas de nuestros sentimientos y sufrimiento.
Ante un conflicto, el primer paso es identificar sentimientos
¿Qué hacer ante los conflictos? Lo primero, es preciso identificar tus sentimientos. Parece fácil, pero no lo es tanto. Para ello, elige un sitio silencioso y tranquilo, percibe tu respiración y pregúntate: ¿Qué es lo que siento en este momento? No siempre la respuesta vendrá de inmediato. Pero insiste. Pregúntate además: ¿qué es lo que está causando mi insatisfacción? (o el sentimiento que tengas…) Pregúntate todos los días, al menos una vez al día, cuál es el sentimiento que tienes. Con seguridad, esto te ayudará a conocerte un poco más. Y ¿qué hacer con el sentimiento que has identificado? Trata de buscar su origen, en qué situación ha comenzado. Nuevamente, escucha la respuesta. Ejercítate a escucharte todos los días, para así conocer un poco más de ti, sin miedos, ¡pero con la convicción de que dentro de ti está la respuesta que tanto buscas! O bien puedes acudir a un profesional cualificado que pueda ayudarte en ese proceso. Lo que no puedes es mantener ese sufrimiento y dolor.