Estoy solo... ¿y ahora?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/06/2010 12:43:42
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Hay mucho que hablar sobre la soledad. Recuerdo que ya he escrito sobre la soledad acompañada, cuando nos sentimos solos incluso estando físicamente rodeados de otras personas. Hablé recientemente en mi blog sobre el victimismo de algunas personas frente a la soledad, cuando se sienten cuitadas por no tener a alguien, rechazadas en sus sueños. Y todo ello, ciertamente, es muy perjudicial y resquebraja la autoestima.
Sentirse muy triste a cuenta de la soledad origina muchas situaciones complicadas. A veces las personas en esa sintonía acaban aceptando lo que sea en una relación por estar con alguien; y con ello terminan por sentir rabia, resentimiento y mucha carencia cuando se sienten rechazados. Es común también, después de entregarse en una relación afectiva malhadada, el sentirse traicionados. Al fin y al cabo, han hecho todo para que saliese bien, han pasado por encima de sus propios valores para adaptarse al otro y éste no lo reconoce, no lo retribuye…
No obstante, no podemos olvidar que nadie está obligado a amarnos. Sin embargo, cuando queremos a alguien locamente puede que ni siquiera nos acordemos de eso. Conozco a personas que no tuvieron dificultad en forzar a la naturaleza, pero se depararon con frutos complicados de esa actitud, pues nadie desea tener a su lado a una persona triste, malhumorada, llena de críticas y contrariedades. Queremos a alguien abierto, que nos acoja y a quien de alguna forma podamos también ayudar.
Para que tú, lector, no digas que solo cuento historias de amor en que no expongo más que la visión femenina, esta vez el protagonista es un hombre.
Orlando, un hombre de buena apariencia, ya de mediana edad, ojos profundos y semblante sereno, acudió a mí para enterarse de lo que había hecho en Vidas Pasadas y lo que estaba dentro de él haciendo repetirse un patrón negativo en su vida. Dos relaciones y dos traiciones. Un matrimonio y un largo noviazgo.
La sesión de Vidas Pasadas aportó su sentimiento de derrota, pero a continuación el escenario se abrió y mostró a una persona ambiciosa que pensaba que el fin justificaba los medios y el modo de proceder. Había sido un conquistador que dejó a la familia para ir en busca de esmeraldas en el Brasil-Colonia. Cuando los infortunios lo retuvieron en la aldea, acabó envolviéndose con la hija del gobernador del lugar y casándose con la muchacha, abandonando todo lo anterior.
Su conciencia, en cambio, quedó retenida en la culpa por haber abandonado a la mujer y a los hijos. En esta vida él era un buen hombre, honrado, trabajador. Cuidó de los hijos tras la separación, prestó asistencia a su mujer y siempre intentó abrirse a la vida. Sin embargo, no podía dejar de sentirse traicionado por el destino que le traía siempre relaciones con personas motivadas por el interés. Y, de hecho, en esta vida, la cosecha de acciones del pasado le trajo esa triste energía.
Trabajamos juntos el cambio de su vibración; al fin y al cabo de nada le serviría continuar sintiéndose derrotado, diciendo que las mujeres solo querían su dinero. Era hora de encarar la soledad como una purificación, como un tiempo en su vida para verse mejor. Por cierto, incluso en las dos historias sus ex esposas no eran actrices perfectas. Ciertamente ambas en algún momento habían dejado escapar matices de su verdadera naturaleza, pero cuando alguien no quiere ver lo obvio, de nada sirve que la familia o los amigos se lo adviertan.
Él parecía un hombre bueno, compañero, una persona sencilla, directo y de buen humor. Como había sufrido bastante con todo cuanto había enfrentado, lo que le faltaba ahora era la conciencia de que debía tener coraje para encarar la soledad y concederse un tiempo, sin intentar llenar tan pronto la ausencia de alguien poniendo a otra persona en su camino.
En estos momentos es fundamental tener vida espiritual, pues siempre hay necesidad de apoyo en alguna creencia y en objetivos más profundos. Así dejamos de vernos como pobrecillos y pasamos a contemplarnos como personas valerosas aprendiendo con la vida.
