Ética ambiental
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/02/2015 08:40:35
por Leandro José Severgnini
[email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La semana pasada tuve la oportunidad de dar una charla sobre Ética Ambiental. He podido percibir que esta es una cuestión que causa incomodidad a la mayoría de la gente: primero, porque si analizamos las condiciones actuales del medio ambiente, veremos que la situación es cuando menos preocupante y, en segundo lugar, porque obviamente todos tenemos cierta cuota de responsabilidad en la degradación ambiental, unos más y otros menos.
Mi tesis es que eso ocurre porque el hombre aún no ha tomado conciencia de lo que el ambiente representa para la vida como un Todo. ¡Claro, ni siquiera sabemos qué es la vida! La ciencia actual puede, a lo sumo, hablar sobre los mecanismos de la vida, sus leyes, sus manifestaciones, etc., pero lo que sea la Vida en sí, nadie es capaz de decirlo. Incluso desde una perspectiva espiritualista tenemos dificultades para definir la Vida por medio de palabras. Quizá este sea un secreto únicamente al alcance de aquellos que la experimentan intuitivamente; es imposible alcanzar esta comprensión por medio del intelecto, pero es precisamente eso lo que intenta la mayoría; y por no encontrar respuesta satisfactoria, abandonan la búsqueda, como si no hubiese nada más por descubrir. Pero no creo que esta sea una conducta coherente. Algunos científicos llegan al colmo de afirmar que "ya no queda nada más para descubrir".
De hecho, es posible que desde un punto de vista material, el conocimiento humano esté cerca de alcanzar su apogeo, pero el hombre pasa por alto que, conocer las manifestaciones de la vida, no indica que la Vida en su esencia haya sido alcanzada. Esto indica únicamente que es hora de que el hombre varíe el foco de sus búsquedas, y dé prioridad a la esencia espiritual que a todo permea. De otro modo no creo que se pueda hablar de preservación del medio ambiente. Discursos, protestas y manifestaciones que tienen por objetivo la toma de conciencia ya se ven por miles, pero los resultados se quedan más cortos de lo esperado y, mientras tanto, el planeta sufre y la magnitud de la Vida queda comprometida.
La única solución es el despertar de la conciencia, pero como hemos dicho, esto no puede alcanzarse por medio de un intelectualismo vacío. Es preciso observar y sentir. Es preciso comprender que, para ese grandioso fenómeno llamado Vida, no hay distinciones. La Vida no privilegia a nadie, es sólo el orgullo del hombre lo que le hace creer que no existe nada más elevado que él y que todas las otras formas de vida están aquí para servirlo. ¡No! Los árboles no están aquí para hacer sombra o convertirse en muebles. Los animales no están aquí para transformarse en alimentos. Están aquí, lo mismo que nosotros, para evolucionar, amar y ser amado. Es preciso contemplar a esas criaturas de una forma diferente. Hace falta humildad para mirarnos a nosotros mismos de una forma diferente y comprender que no somos la obra máxima de la Creación, según se nos ha enseñado.
Es un ejercicio relativamente sencillo. Claro que al principio nuestro ego va a protestar, al fin y al cabo lo estamos bajando de su pedestal, pero si queremos que la Vida siga manteniendo el equilibrio y sosteniendo todo lo que existe, es preciso hacerlo. ¡Y con urgencia!
