¡Exceso de carencia puede transformarse en un plomo!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 15/12/2011 12:45:04
Traducción de Silvana Partucci - [email protected]
Hay quien se sienta orgulloso en declarar: ¡soy carente! Observa: ¡existe una enorme diferencia entre creer que estas carente y percibirse como una persona carente! Una condición es temporaria, circunstancial, mientras que la otra es determinante, ¡parte de tu personalidad!
Entonces, a partir de hoy, te sugiero que te dispongas a, como máximo, estar y no ser carente! Alguien que está carente es porque está percibiéndose sin alguna cosa, sintiendo falta. Por lo tanto, es absolutamente comprensible cuando se usa el término para expresar ganas de recibir cariño, atención y amor. Inclusive, si la expresión es hecha de modo consciente, puede denotar madurez y autoconocimiento.
Sin embargo, es necesario cuidarse para no caer en la trampa del exceso. La línea que separa la dosis placentera y agradable de la dosis peligrosa y sofocante es tenue, casi imperceptible, especialmente para quien vive sintiéndose así, ¡carente!
El hecho es que el exceso de carencia acostumbra transformarse en pesadez. El proceso es más o menos así: la persona comienza a sentirse sin atención, sin cariño, abandonada, rechazada y reemplazada por otras personas o situaciones; sin saber como lidiar con esos sentimientos (que son propios!), culpa al otro. O sea, “¡estoy así porque fulano no me da atención!”. ¡Listo! ¡La trampa está armada!
Los próximos pasos incluyen reclamos, presión, chantaje emocional, percepción distorsionada de los acontecimientos y de las actitudes de las personas, juicios imparciales, ponerse en el papel de víctima de la vida y de los “egoístas, insensibles” y por ahí va…
Convengamos: actitudes totalmente ineficaces y desastrosas que solo sirven para que el carente consiga exacta y justamente aquello que más teme: alejar a las personas que más ama. Si, claro, porque ¿a quién le gusta que le reclamen, lo presionen, juzguen y acusen?.
¿Cómo resolver el problema? ¡Simple, aunque no siempre fácil! Pero proponte intentarlo, por lo menos. Las chances de que funcione son grandes, ¡puedo apostar! Piensa conmigo: si quieres atraer un pez a tu caña, ¿que haces? ¿Vas hasta orilla y maldices al pez? ¿Le gritas diciéndole que debería estar allí, en la orilla, para que puedas agarrarlo? ¿Le lanzas piedras? ¿Lo acusas de insensible por no percibir tu hambre y tus necesidades? ¡Creo que no!.
¿Usarías como carnada algo que le gusta no es verdad? ¿Parece obvio? Entonces, usa la misma técnica para lidiar con tu carencia. En primer lugar, comprende que quien está carente eres tú. La responsabilidad, en principio, es tuya y no del otro. Puedes aún solicitar su ayuda, de forma inteligente, para aplacar tu necesidad de cariño y atención, ¡pero el sentimiento continua siendo tuyo!
Por eso, busca dentro de ti y procura las carnadas que puedes usar. ¿Consejos? ¿Qué tal comportarse como una persona atrayente, interesante y seductora? ¿Qué tal buen humor, comprensión, compañerismo, elogios, un regalito tal vez, más paciencia, más sex appeal, más empatía, más gentileza? Pero tiene que ser de verdad y no fake, solo para conseguir lo que quieres. ¡Tiene que ser tuyo! ¡Tienes que ser tú!
La verdad sea dicha: esas carnadas pueden no garantizar que tu “gran pez” sea atrapado, ¡pero si irá a garantizar que no te transformes en un plomo ambulante! Y si no es ese el gran pez de esta vez, tarde o temprano, es muy probable que termines pescando aquel que ni imaginabas que cabria en tu camioncito…