¡Expandir es engrandecerse!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 21/09/2009 14:59:57
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Estar ligado a nuestro mundo a través de la percepción de los cinco sentidos no es lo mismo que estar conectado al universo por la percepción supra-sensorial. El “estar ligado” nos limita a la condición de seres terrenos, mientras que el “estar conectado” nos eleva a la condición de seres universales que se comunican mediante una frecuencia por encima de la media o de la condición humana que entendemos como “normal”.
Por tanto, en este exacto momento, algunos están conectados con el universo por su percepción captadora, recibiendo informaciones de seres de dimensiones diferentes de esta nuestra dimensión asociada a la materia. Contacto que puede producirse de una forma consciente, mientras la persona está despierta, o de forma inconsciente, mientras duerme.
La facultad de la percepción captadora independe del trance mediúmnico como es conocido en el medio espírita, cuando la entidad espiritual se sirve del aparato mental y vocal del médium para manifestarse en la reunión mediúmnica. La percepción captadora es un canal permanentemente abierto al cosmos, o sea, es una forma de comunicación interdimensional que corresponde a las necesidades de adecuación de la humanidad a partir del Tercer Milenio.
En esa lógica de raciocinio, los individuos de la Nueva Era, que están naciendo superdotados de inteligencia, traen consigo la percepción captadora que los coloca en permanente conexión con la Fuente de inteligencia y sabiduría universal, canalizando informaciones correspondientes al nivel de frecuencia de los cambios que empiezan a producirse en el planeta Tierra y sus habitantes.
No obstante, independientemente de que seamos niño o adulto superdotado, cada cual puede construir conscientemente su frecuencia o sintonía vibratoria conforme a su campo áurico, que es el reflejo de su transparencia interior manifestada en energía, como ocurre con la frecuencia de la radio que es captada por la afinidad energética a partir de otra fuente.
En ese sentido, somos antenas de baja frecuencia, cuando utilizamos solamente las percepciones sensoriales que captan nuestra interacción con la realidad física, o bien podemos ser antenas de alta frecuencia si desarrollamos la percepción más allá del límite de captación de los cinco sentidos.
La facultad de captación y emisión de energía en una misma frecuencia, conocida como interconexión entre dos puntos, se encuentra a disposición de aquellos que desean comunicarse por medio de canales conocidos por los hindúes como meditación o por los espíritas como elevación del pensamiento – y de la sintonía – a través de plegarias espontáneas dirigidas a la Fuente universal de amor, justicia, verdad y sabiduría.
La sensación de aislamiento que el hombre, históricamente, experimenta en su relación con el universo, se produce por el simple hecho de que continuamos limitados a la percepción de los cinco sentidos. Y esa limitación sensorial ha estado trabando el desarrollo de la inteligencia humana, así como su expansión consciencial rumbo a las dimensiones aún desconocidas por la ciencia.
Es obvio que por el principio natural se hace imprescindible – y prioritario – sentirnos ligados a la madre Tierra mediante nuestros sentidos básicos. Esa atávica sensación nos hace sentir seguros y centrados en nuestra condición humana y terrena. No obstante, por una cuestión cultural, durante milenios hemos venido descuidando nuestra inherente capacidad de trascender más allá del límite de nuestros condicionamientos sensoriales. Con ello, nuestra inherente sensibilidad para captar informaciones de otras dimensiones ha quedado embotada por el hecho de no utilizarla en beneficio propio, del otro y de la ciencia.
El canal de acceso de nuestra trascendencia comienza por el ejercicio disciplinado de la percepción supra-sensorial a través de silenciosos momentos en que nos conectamos con nuestras referencias que representan el plano superior del universo. Con la perseverancia y la consciente actitud de desear conectar con energías superiores a la nuestra, procesamos, gradualmente, la transformación de nuestro yo inferior en un yo superior liberto de condicionamientos que impedían la expansión de la conciencia más allá del límite de la percepción física.
Estamos atravesando una fase de la humanidad en que muchas modificaciones se producirán a partir de una nueva perspectiva del hombre inserido en el universo, pues el viejo enfoque que aún predomina empieza a emitir señales de agotamiento, a medida que la crisis mundial de valores ético-morales-espirituales generada por el propio hombre envuelve a la población del planeta con su densa y sofocante energía.
La nueva visión de un mundo en transformación nos remite a la percepción de sentirnos conectados unos a otros, por el canal de la trascendencia que nos eleva a la condición de seres aptos para interactuar energéticamente con esferas superiores, siempre dispuestas a ayudarnos tanto en el progreso individual cuanto en el colectivo. Y la orientación-clave de que necesitamos para iniciar nuestra alteración de sintonía se encuentra en la asimilación teórico-práctica de dos frases-referencia, proferidas por Jesucristo hace más de dos mil años: “Orad y vigilad”, “Pedid y recibiréis”. Síntesis que coloca al hombre rumbo a su grandeza e integración con el universo, porque expandir la conciencia es, sobre todo, engrandecerse.
