Extroversión no significa Sensualidad
por Flávio Gikovate em STUM WORLDAtualizado em 02/02/2009 18:21:18
Traducción de Teresa - [email protected]
En esta tentativa de reflexionar acerca de lo que hace a una persona (en particular, a una mujer) más atrayente para el sexo opuesto, la otra semana registré mi impresión de que los más osados aparecen, a los ojos ajenos, como más atrayentes y sensuales. Esa osadía se manifiesta por medio de una mayor facilidad para aproximarse, dar señales de simpatía e interés, buscar conversación y demostrar ternura. En el caso de las mujeres, la osadía también se pone de manifiesto en el uso de ropas extravagantes y provocativas. Su comportamiento es el de quien está en la vida “para lo que salga”; es como si no respetasen reglas sociales, como si pudiesen tener actitudes de que otras personas no serían capaces.
Al transmitir esa impresión de exuberancia y apertura, tales criaturas exhiben un coraje que la mayoría no tiene. Y eso es algo que los hombres captan como propio de mujeres muy “calientes”. Así, la mujer extrovertida, osada, que se viste con ropas que sugieren una mayor libertad sexual y un mayor interés por el sexo, acaba por provocar más intensamente el deseo de los hombres. Esto sucede incluso cuando no es muy guapa.
La realidad es que la belleza cuenta menos que la sensualidad, que corresponde – entre tantas otras cosas que desconocemos – a esa “promesa” de exuberancia sexual y de disposición para la aproximación erótica sin mayor compromiso sentimental.
Es una lástima, pero es grande el número de muchachas que no tienen conciencia de sus dotes sensuales. Como regla, han sido adolescentes que no se consideraban guapas ni atrayentes, lo cual, como he dicho, no tiene relación directa con la sensualidad. Acabaron por volverse temerosas de colocarse de modo seductor, pues los sentimientos de inferioridad les hacen tener la impresión de que serían mujer-objeto para los muchachos. Se encierran, con miedo a las personas, sobre todo a los hombres; se encogen ante la aproximación de éstos, en vez de abrirse. Algunas intentan triunfar haciéndose simpáticas, buenas amigas, camaradas; son vistas por los muchachos como chicas estupendas, pero no como aquellas que les provocan el deseo – éste nace de la posibilidad de intimidades físicas “fáciles”. No es raro que esas adolescentes se transformen en mujeres bonitas, que solo no se vuelven atrayentes para los hombres por ser incapaces de revisar sus primeras impresiones de la vida adulta. O sea, continúan procediendo como “patitos feos”, defendiéndose ya de supuestos rechazos.
¡La experiencia nos enseña también que esas mujeres que gustan de vestirse provocativamente, sugiriendo la posibilidad de una intimidad sexual fácil y sin compromiso, no cumplen lo que prometen! Todo lleva a creer que gustan de provocar el deseo masculino por el simple placer de exhibirse. Las mujeres se excitan al percibirse atrayentes para los hombres; a muchas, esto les basta.
Por otra parte, queda claro también que no todas las mujeres consideran legítima esa conducta. Prometer algo que no están dispuestas a cumplir, a muchas les parece poco idóneo. Éstas proceden de manera recatada y, en cierto modo, se hacen menos atrayentes en un primer instante. Para los hombres, el recato puede erróneamente significar que sean criaturas menos interesadas en el sexo. En realidad, son personas que no consideran justo el provocar. Son mujeres más preocupadas por el otro. Como regla, son las más sexualmente exuberantes, cuando se disponen a ello de veras.
Es bueno que se sepa que las más extrovertidas y que provocan a los hombres son, normalmente, las más cortadas e inhibidas a la hora “de la verdad”. Quizá hayan justamente desarrollado el coraje y el placer de exhibirse por ser más reprimidas y cerradas hacia el sexo propiamente dicho. Son, por tanto, solo superficialmente más osadas. En este caso, como en tantos otros, las apariencias engañan.