¿Fuiste víctima de maltrato? Dolor silenciado IV
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:05
Traducción de Teresa - [email protected]
Durante mucho tiempo padres y educadores recomendaban la represión de los sentimientos del niño. O sea: no llores, no sientas, y si sientes, no hables. Se creía que, incluso víctima de abuso sexual, un niño no sufriría ningún daño, a no ser que se hablase sobre lo que le había ocurrido, y el silencio era la norma. Como si el hecho de no hablar fuese sinónimo de no sentir. Lo cual sabemos que no es verdad. Aun cuando a un niño se le impide hablar, ya sea mediante amenazas, miedo, vergüenza, aun así todo queda registrado, pudiendo comprometer sus elecciones futuras. ¿Cuántos adultos callan sus dolores hasta hoy? ¿Cuántos adultos siguen teniendo miedo de hablar sobre los abusos que sufrieron? ¿Cuántos adultos tienen sus vidas comprometidas por un pasado de dolor? ¿Cuántos adultos no consiguen tener vida sexual por los abusos sufridos? Pero el dolor no cesa de gritar, continúa pulsando dentro de cada uno, haciéndose muy presente, independientemente del tiempo que haya pasado.
Aún hoy encontramos personas que siguen ocultando a sí mismas aquello que vivieron en los primeros años de vida. Guardan sus secretos y repiten aquello que aprendieron tan temprano: no expreses, no hables, no confíes. Es muy difícil para un niño buscar ayuda junto a un pariente, vecino, o alguien en quien confíe, pues han aprendido bien pronto que no deben confiar. Más difícil todavía es denunciar a sus padres, aunque sufran algún tipo de abuso, ya sea psicológico, físico o sexual, pues además de las amenazas que sufre, el niño tiene mucho miedo a ser considerado culpable o a que no crean en él. Por más absurdo que esto pueda parecer, sucede a menudo.
Muchas personas no saben que el período de la niñez es decisivo para el desarrollo emocional, principalmente los tres primeros años, y que podemos inconscientemente recrear las experiencias traumáticas de la infancia al ser adultos. Sí, muchos adultos que abusan de niños fueron niños que también sufrieron algún tipo de abuso. Muchos padres agresivos fueron víctimas de padres también agresivos. Muchos adultos no consiguen confiar en otra persona, porque no pudieron confiar en aquellos que debían, por encima de todo, respetarlos y amarlos cuando eran niños. O sea, continuamos repitiendo aquello que tanto queremos olvidar.
Percibe que el niño vive sus sentimientos con mucha más intensidad que los adultos. Por ejemplo, un niño que siente rabia por el abuso que sufre, cuanto más reprimida su rabia más intensa será, pudiendo ser expresada en cualquier momento, e incluso contra sí mismo, originándole enfermedad. Muchas dolencias tienen su causa en la represión de los sentimientos. El odio y la rabia de un niño pueden ser reacciones a las experiencias traumáticas que tuvo y por no saber cómo lidiar con ellas ni tener con quién desahogarse, pueden ser expresadas de modo desproporcionado.
Alice Miller dice: no se consigue educar a un niño para el amor con palizas, amenazas y castigos. Nada de eso puede hacer que un niño sea capaz de amar. Un niño que solo oye sermones, solo aprende a hacer sermones, y un niño apaleado, solo aprende a golpear.
El pequeño busca el amor de los adultos porque no puede vivir sin él, y responde a todas las demandas al límite de sus posibilidades. Para poder así mantener su sobrevivencia, idealiza siempre que sus padres van a aceptarlo, amarlo y, por eso, a menudo calla. Todo niño necesita y tiene derecho a respeto, atención, cariño, afecto, comprensión y amor.
Si fuiste víctima de algún tipo de abuso, busca ayuda profesional, pues difícilmente se logra sobrellevar a solas los traumas reprimidos. Sí, es importante encontrar un profesional que tenga la conciencia y la sensibilidad de que él puede estar siendo la primera persona en la vida del paciente a quién éste le cuenta sobre su abuso y que espera por encima de todo poder confiar. Por tanto, el profesional que trabaja con abuso infantil no debe culpar, juzgar o alienar al paciente, sino estar dispuesto para juntos descubrir hechos desconocidos sobre su vida, teniendo como propósito encontrar la verdad de la realidad de la infancia. Digo esto porque hay profesionales que por no saber cómo conducir el proceso, acaban por minimizar el dolor sentido y, con ello, intensifican todavía más ese dolor y el sentimiento de estar solo.
El proceso de curación comienza cuando las reacciones como miedo, rabia, desesperación, tristeza, dolor, que fueron reprimidas en el pasado, pueden ser expresadas ante alguien que escuche y comprenda, sin juzgamientos, pero con el deseo sincero de ayudarle a superar tanto dolor. Por eso es importante que, en el proceso psicoterapéutico, la persona atendida esté segura de que el profesional va a aceptarla y no a juzgarla, para que de este modo pueda expresar sus sentimientos, sus quejas, y vivenciar su rabia, decepción, tristeza y dolor, y así elaborar todo el duelo por la idealización de lo que no existe. La diferencia se hace cuando se sabe que ya no tendrá que enfrentarse solo a sus traumas, y percibe que ha encontrado quien le ayude a vivir toda su verdad.