Guapos, simpáticos y perversos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/12/2015 09:17:12
Autor: Flávio Bastos
Traducción de Teresa - [email protected]
"El carácter de un hombre hace su destino". (Demócrito)
Desde el punto de vista que trasciende el concepto materialista de las psicopatologías, la perversidad es un desequilibrio psíquico-espiritual que acompaña al individuo -y a la humanidad- desde tiempos remotos.
El caso que abordaremos en este artículo se refiere a una pareja antisocial, o sea, individuos caracterizados por la indiferencia social y la insensibilidad hacia los sentimientos ajenos; irresponsabilidad y falta de respeto por las normas y reglas sociales, incapacidad para sentir culpa, remordimiento, y para aprender de los errores. Por lo regular, son manipuladores, seductores y adoptan la “victimización” como forma de defensa.
Sin embargo, los bastidores de sus vidas pasadas suelen revelar el orgullo, el egoísmo, la prepotencia, la rebeldía inconsecuente y la maledicencia como “ingredientes psíquicos” que forman un carácter que actúa a través de un comportamiento específico, que desde el prisma científico se denomina trastorno de personalidad.
El problema es que los portadores de personalidad antisocial, antes de sentirse “víctimas” de las circunstancias, hacen, por medio de manipulación disimulada o deliberada, a sus víctimas reales. Por ahí encontramos estafadores que obtienen lucro para sí mismos sirviéndose del fraude.
Según el Código Penal, la estafa es definida como un delito económico y descrita como “acto de obtener para sí o para otro, una ventaja ilícita, en perjuicio ajeno, induciendo o manteniendo a alguien en el error, mediante artificio, ardid o cualquier otro medio fraudulento”.
Pues bien, la pareja a que antes me he referido no llega a ser un par de estafadores como define el Código Penal. No obstante, durante el poco tiempo que los traté, digamos que van camino de serlo, porque la experiencia ha sido suficiente para constatar que se hallan en el nivel de la “disimulación”, o sea, a un paso de la “deliberación” o acto ejecutado propiamente dicho.
Acudieron a buscar ayuda en la terapia de pareja alegando conflicto en la relación. Sin embargo, durante las primeras sesiones he ido notando que el foco principal del supuesto “conflicto de relación” era que tenían puntos de vista divergentes respecto de cómo llevar un negocio que planeaban en común. Me iba dando cuenta también de que la vida sexual no era el problema y que cariño y afecto no faltaban en la convivencia diaria de la joven pareja. Entonces ¿cuál sería el problema de relación que alegaban existir?
Con el transcurso de las sesiones, me fui dando cuenta, en el trasfondo de sus manifestaciones, que el alegado “conflicto” era una discordancia en la forma de abordar el negocio, que perceptiblemente era de naturaleza ilícita, y si bien ellos no declarasen o confirmasen esa sospecha inicial, para mí se convirtió en una certeza.
Resumiendo: la pareja estaba intentando manipularme para que les ayudase a decidir cuál sería el camino ideal para su negocio ilícito. O sea: por una cuestión de vanidad y orgullo ninguno de los dos quería ceder, entonces intentaron servirse de una tercera persona, que supuestamente sería neutro, imparcial, e indiferente al aspecto ilegal de sus planes.
Es de mi autoría la frase: “Si deseas comprender la locura, conoce las raíces de la perversidad a partir de la simiente”. Frase basada, claro está, en mis experiencias en cuanto psicoterapeuta interdimensional que investiga en su praxis terapéutica lo que hay más allá del “velo de Isis” que encubre la memoria de otras vidas.
En esta lógica, según el punto de vista reencarnacionista, espíritus de mala índole cumplen sus ciclos reencarnatorios entremezclándose con individuos de naturalezas distintas. Pero al regresar a la dimensión material para una nueva oportunidad de regeneración, la mayoría continúan optando por practicar actos según la naturaleza de su índole, sin alterar su modelo conductual.
Por tanto, sustituir el ego y sus máscaras por el yo transparente en las intenciones transformadas en actos, es un aprendizaje que requiere un largo proceso de depuración. Camino igualmente largo en lo que se refiere a la alteración de un modelo que revela la existencia de vicios como patrón de conducta social. Vicios atraillados a comportamiento y rasgos de carácter que acompañan al individuo vida tras vida, sin que él despierte del letargo del “conocimiento” que aprendió a dominar: la perversidad desarrollada y perfeccionada durante milenios de práctica.
Guapos, simpáticos y descollantes, la pareja confirmó que las apariencias a veces disimulan verdades interiores y camuflan el verdadero carácter. Pese a todo, por detrás de sus tácticas de disimulación, manipulación y seducción, se observa a dos individuos perdidos en la vorágine de una energía deletérea que se realimenta de acciones en el campo de la maledicencia, sin sentido moral o ético de sus prácticas en el medio social.
En cuanto se dieron cuenta de que yo había descubierto el objetivo real que les motivó a buscar “ayuda”, se hicieron los suecos, sonrieron y se despidieron. Pero antes de la despedida, dejaron un cheque bancario concerniente a las consultas de las dos últimas semanas. Aunque no me causó sorpresa comprobar que ese cheque no tenía fondos en la cuenta bancaria.
No olvidemos que los buenos o malos pensamientos atraen energía de su mismo nivel y favorecen o desfavorecen el crecimiento integral del ser humano. Es la ley universal de la afinidad entre sintonías iguales. La elección será siempre del individuo, al utilizar reglas oscuras y perversas o reglas claras y transparentes en la relación con su semejante y con el mundo a su alrededor.