Haz las paces con tus desafíos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/05/2012 12:12:58
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Habrás leído la frase que dice que el césped del vecino siempre es más verde. Y ¿te has parado a pensar sobre ello? ¿Por qué será que miramos la vida del otro considerando que es más feliz?
Me parece que desgraciadamente los pensamientos superficiales se imponen en la mayoría de las personas. Algunos exhiben una falsa felicidad para afirmarse y otros compran esta idea porque aceptan la condición de víctimas, ya que la víctima necesita afirmar su condición infeliz.
Son servidumbres, condiciones oscuras de la mente. Pues pensar que podemos modificar nuestro destino, rescatar nuestros karmas con alegría da mucho trabajo y, de hecho, he de estar de acuerdo con que cambiar la forma de ver la vida exige esfuerzo en el aprendizaje. Pero te confieso, amigo lector, que ya no quiero permanecer quejándome de la vida, de los políticos, de la injusticia de la sociedad. Porque ya he descubierto que eso no cambia nada.
Las personas no modifican su actitud porque las critiquemos. Los gobiernos no cambian porque no estemos de acuerdo. Las cosas solo cambian cuando cambiamos nosotros, cuando nos remangamos y trabajamos con ahínco en la modificación de nuestro pequeño mundo, y si muchas personas hacen esa reforma interior y asumen para sus vidas ese cambio de postura, es seguro que toda la sociedad acusará ese impacto favorable.
Podría criticar aquí la falta de atención para con la educación, la necesidad de hacer cambios en la salud pública, y convertir este artículo en un desahogo político, pero ¿qué arreglaría con eso? Es posible que algunos estuviesen de acuerdo conmigo, pero sería una queja más vibrando en un mundo de personas descontentas, y prefiero enfocar mi atención y llamarte a que te fijes en aquello que te hace feliz, y a que reflexiones sobre ello.
Por cierto, esa es una buena pregunta para hacerla a uno mismo: ¿qué te hace feliz? ¿El amor de alguien? ¿La atención que recibes? ¿El cariño? ¿Una mesa abundante? ¿Un ambiente bonito, con buena energía para descansar? ¿Un estrecho abrazo?
Ciertamente, somos felices cuando nos sentimos aceptados, amados, respetados, queridos y para ello necesitamos del apoyo, la aceptación, el compartir con las demás personas. La felicidad nace en nosotros, en nuestro interior, pero cuando viene fuera es para ser intercambiada, compartida con alguien. Y no me refiero únicamente a una pareja romántica, aunque ese intercambio sea muy bueno.
Tenemos necesidad del otro de forma general, del amigo, del hermano, de la sonrisa del colega. Necesitamos del bien del mundo a nuestro alrededor. Necesitamos ver y quizá caminar por el césped del vecino y si está muy lindo, muy verde, ¡mejor! Porque si él es nuestro vecino significa que nuestra casa se adorna con la bella vista. Por eso, de una vez por todas haz las paces con tus desafíos y enfréntalos. No para una lucha, sino con el coraje de analizar lo que te sucede con el objetivo de cambiar, de crecer y de vencer aquello que limita tu felicidad. Y si la felicidad mañana no será posible porque las cosas están muy complicadas para ti, prográmate para ser más feliz la próxima semana, el próximo mes, pero no aplaces demasiado esa felicidad porque la vida es tuya, pero el tiempo es de Dios, y solo Él conoce el día en que ya no estarás por aquí, ¡ni para quejarte, ni para ser feliz!
