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Homeopatía, el Arte de Curar

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 22/12/2013 09:16:38


por Agnes Natuterapias - [email protected]

​Traducción de Teresa - [email protected]

​Día 21 de Noviembre - Día de la Homeopatía​​​

Vamos a reflexionar acerca de este texto de Samuel Hahnemann y que cada uno de nosotros tenga el valor de adoptar aquellas actitudes para nuestra vida que nos hagan posible vivir de manera más armónica y saludable. Todo depende de nuestras elecciones diarias. Este texto ya no puede ser más actual.

Un gran abrazo a todos.
Profesores, coordinadores y equipo del homeopatías.com

​Homeopatía, el Arte de Curar​​​

En torno al año de 1800 Hahnemann (entonces con 45 años) recibió una carta escrita por un sastre de 42 años, que era portador de una estructura orgánica delicada y le pedía orientación medicamentosa para tratar su agotamiento. Por aquel entonces, un profesional de ese oficio era por lo regular hombre culto, y éste recurrió al auxilio de Hahnemann tras haber sido desengañado por los médicos de su región. Aparentemente su consulta no fue en vano: consta que vivió aún durante más de 50 años tras haber recibido la respuesta de Hahnemann.

Pero vamos a la carta de Hahnemann, y observa al genio en acción y cuán actual es su tema para los días de hoy (si no lo es para todo el siempre.):

​​"El delicado ingenio humano no fue proyectado para el exceso de trabajo. Si algún ser humano así procediere por ambición, amor al lucro, o por cualquier otro motivo pleno de alabanza o de censura, se sitúa en oposición al orden de la Naturaleza, y somete su cuerpo a sufrir daño o destrucción. Tanto más si el organismo ya se encuentra, por algún motivo, debilitado.

Entonces, mi apreciado amigo: lo que no puedas hacer en una semana, hazlo en dos. Tus parroquianos pueden no tener paciencia para aguardar, pero ellos tampoco pueden racionalmente querer que te pongas enfermo, o que te mueras de tanto trabajar a fin de satisfacer sus deseos, convirtiendo tu esposa en una viuda y tus hijos en huérfanos. No se trata tan sólo del aumento del trabajo físico lo que te está perjudicando, sino bastante más la tensión mental concomitante que, a su vez, nuevamente afecta al cuerpo de manera perjudicial. Si no asumes una actitud de calma, de indiferencia, adoptando el principio de vivir primeramente para ti mismo, y sólo después para los otros, hay pocas posibilidades de que te recuperes. Cuando estés en tu sepultura los hombres aún estarán vestidos, quizá no con tanta elegancia, pero aún tolerablemente bien. Si eres sabio, puedes estar sano e incluso alcanzar una edad avanzada. Si algo te importuna, ignóralo; si algo es demasiado para ti, no te ocupes con ello; si otros intentan manipular tu tiempo, ve despacio y ríete de los necios que quieran fastidiarte. Aquello que puedas cómodamente realizar, realízalo; no te molestes con lo que no puedas hacer, pues nuestras condiciones materiales no mejoran a través de la presión ejercida por sobrecarga de trabajo. Únicamente te desgastarás más en proporción con tus quehaceres domésticos, sin obtener ganancia alguna al final.

La economía y limitación de superfluos (aquellos bienes que quienes trabajan duramente casi siempre no disfrutan) nos coloca en posición de vivir con mayor confort - o sea, de manera más racional, más inteligente, más de acuerdo con la Naturaleza, con más alegría, mayor tranquilidad y mejor salud. Por consiguiente debemos proceder con más comedimiento, sabiduría y prudencia, en vez de trabajar jadeando y a la carrera, sometiendo nuestros nervios a la constante tensión que destruye los más preciados tesoros de la vida: la paz en el pensamiento y la buena salud.

Sé más prudente, considera a ti mismo en primer lugar y deja que todo lo demás te sea secundario en importancia; y, si por ventura afirman, en nombre del honor, que forma parte de tus compromisos producir más de lo que fuese bueno para tu potencial físico y mental, aun así, por amor de Dios, no te permitas ser conducido a hacer lo que es contrario a tu propio bienestar.

Permanece sordo a la corrupción del elogio, tranquilízate y sigue tu propio curso lenta y suavemente, como hombre sano y sensato. Disfrutar con la mente y el cuerpo tranquilos, esta es la razón para la cual el hombre está en el mundo, y para trabajar tan sólo el tanto necesario para alcanzar los medios de ese disfrute - y no, ciertamente, para dejarse consumir y fatigar por el trabajo.

El eterno esfuerzo y empeño de los mortales de corta visión a fin de lucrarse más y más, de asegurar un honor u otro, de prestar un servicio a esta o a aquella personalidad - todo eso generalmente es fatal para el bienestar y constituye causa común de envejecimiento y de muerte prematuros.

El hombre tranquilo y moderado, que deja a las cosas fluir suavemente, alcanza el mismo objetivo, vive más tranquila y saludablemente, y llega a una buena vejez. En sus momentos de paz puede haber espacio para acoger una idea muy feliz, fruto de un pensamiento sabio y original, que dé un ímpetu lucrativo a sus quehaceres temporales. Lucro bastante mayor que el que puede ser obtenido por el hombre sobrecargado que nunca encuentra tiempo para concentrar sus pensamientos.

Para vencer en una carrera, sólo la velocidad no es suficiente. Empéñate en permanecer un poco indiferente, en ser calmo y tranquilo y entonces llegarás a ser aquello que yo deseo que seas. Experimentarás cosas maravillosas; verás cuán saludable serás si sigues mi consejo.

Y tu sangre correrá calma y serenamente en tus venas, sin esfuerzo o agitación. Ningún sueño terrible perturba el sueño de aquel que se acuesta para reposar con los nervios calmados, y el hombre que está libre de preocupaciones despierta por la mañana sin ansiedad respecto de los múltiples quehaceres que le aguardan durante el día.

¿Para qué preocuparse? La alegría de la vida es más importante para ti que cualquier otra cosa. Con fresco vigor inicia moderadamente tu trabajo y durante tus yantares nada, ni ebulliciones de sangre, ni preocupaciones, ni ansiedad, te impidan saborear lo que el Benefactor Protector de la Vida coloca ante ti; y así, un día se sigue a otro en tranquila sucesión, hasta que, finalmente, con una edad avanzada, llegues al término de una vida bien vivida, y reposes serenamente en el otro mundo, como en este tranquilamente has vivido.

¿No es esto más racional, más sensato? Deja que los hombres insaciables y autodestructivos procedan tan irracional y dañosamente contra sí mismos cuanto quieran; deja que sean necios, pero tú debes ser más sabio.

No me dejes revelar esta sabiduría respecto de la vida en vano. Te quiero bien.

Adiós. Sigue mi consejo y cuando todo esté bien contigo, acuérdate del Dr. S. Hahnemann.​P.D.: Aunque te veas reducido a tu último céntimo, permanece alegre y ten buen ánimo. La Providencia mira por nosotros y una buena oportunidad vuelve todo a lo suyo nuevamente. ¿Cuánto necesitamos para vivir, para restaurar nuestras fuerzas con alimentos y líquidos saludables, o para defendernos del frío y del calor? Poco más que el coraje. Cuando lo poseemos, podemos obtener lo esencial sin demasiado problema. El sabio no necesita sino de poco. La energía conservada no necesita ser renovada por medicamentos".​
​​

Hahnemann vivió 88 años (1755-1843) en una época en que la esperanza de vida era bastante más baja que en los tiempos actuales.


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