Imán
por Saul Brandalise Jr. em STUM WORLDAtualizado em 25/01/2008 16:29:02
Traducción de Teresa - [email protected]
Nuestra mayor fuente de energía es innegablemente nuestro cerebro. Varias pesquisas en Universidades norteamericanas y europeas demuestran que nada de lo creado por el hombre puede compararse con la energía que emite nuestro cerebro.
Ahora bien, no se discute que somos lo que pensamos y más aún, que interiorizamos el medio en que vivimos. Esto significa decir que el mando de nuestro cerebro es exclusivamente de las verdades en las cuales QUEREMOS creer.
Kenneth Kushner en su libro “El Arquero Zen y el Arte de Vivir” afirma:
El entrenamiento Zen es arduo. De una manera o de otra, por el esfuerzo o por el sufrimiento, todo estudiante tendrá que superar obstáculos. Se trata de una constante lucha contra el Ego – sede de pensamientos y emociones que oscurecen nuestra percepción.
Es importante que nos demos cuenta de que nuestros pensamientos, una vez emitidos, crean, generan una energía de atracción, y que todo a nuestro alrededor tiende a ser conforme a lo que creemos.
Se hace fundamental, por tanto, que empecemos por definir nuestras verdades y por buscar en cada una de ellas su origen; evaluando si efectivamente nos sirve, o bien nos ha sido impuesta. Quien impone, lo hace por absoluto desconocimiento de la grave falta que es el adiestrar a alguien. Nosotros, los humanos, tenemos cada cual una misión. Interferir en esa misión significa generar complicidad en el cumplimiento del objetivo. Interferir en el aprendizaje de un ser humano genera karma. Tener muchos recursos o vivir con pocos, forma parte de este aprendizaje.
No es por casualidad que cada signo refleja una personalidad. No es por casualidad que existen 12 signos. No es por casualidad que un nativo de Aries nace muy puro.
Siendo así, es importante conocer las verdades y el por qué de que seamos efectivamente lo que pensamos. Más fuerte todavía: lo que hablamos es tanto peor según vayamos a proceder. Es fundamental que sepamos que todo retorna, por lo tanto, mucho cuidado en el pensar es lo que marca la diferencia.
Todo cuanto hemos proyectado, lo cosecharemos.
El Dr. Bruce Lipton, científico norteamericano, ha dirigido una pesquisa en los Estados Unidos buscando demostrar que las células, independientemente de la distancia, de alguna forma se comunican. Pretendía comprobar la fuerza de nuestro pensamiento.
La acción se resumía en recoger muestras de sangre de una persona y analizar simplemente el hemograma. Guardar una muestra de esta misma sangre en condiciones que permitiesen un análisis futuro. Almacenarla a 500 millas (800 Km) del donante.
Seguidamente Lipton sometió a la misma persona a un estrés profundo. Cuando estaba emocionalmente bastante alterada, recogió nueva muestra de sangre. Hizo nuevo hemograma. Ciertamente las alteraciones eran visibles, para peor. Los niveles de colesterol, glucemia, etc., estaban alterados respecto del hemograma anterior.
Cuando Lipton comprobó la muestra de sangre que estaba almacenada a 500 millas de distancia, ¿sabéis qué ocurrió?
La sometió a nuevo examen y ella se presentó exactamente igual a la del último análisis efectuado bajo estrés. O sea, la sangre de la persona, almacenada a 500 millas, se había alterado, poniéndose igual a la de la última extracción. De alguna forma, inexplicablemente, las células se habían comunicado, pues la sangre presentaba las mismas características.
Cada vez más las gentes, y principalmente los científicos, se están dando cuenta de que existe una fuerza inconmensurable en nuestro pensamiento. Siendo tanta esa fuerza, que no se consigue medir o evaluar.
No logramos, por tanto, medir el estrago que hacemos con nuestra vida cuando afirmamos: “Yo no consigo...”
Continuaremos la próxima semana...
Sé que nos veremos.
Beso en el alma