Intimidad
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 28/01/2011 15:10:27
Traducción de Teresa - [email protected]
Hoy quiero abordar el real sentido de la palabra intimidad. En el diccionario, íntimo significa el núcleo, el interior de alguna cosa o de alguien. Por tanto, ser íntimo de una persona presupone conocer a fondo su alma, ligándonos estrechamente a ella.
Con todo, lo que hemos venido observando en muchas relaciones es que, pese a la convivencia estrecha, compartiendo la misma casa, la misma cama y lo cotidiano durante años, las personas no consiguen establecer una verdadera intimidad.
Muchos temen exponer sus más profundos sentimientos, angustias, sueños o expectativas a su pareja, por miedo a parecer frágil, a decepcionar al otro o a que éste se sienta amenazado ante cualquier demostración de que algo no va bien.
Los hombres son, en su mayoría, más resistentes a establecer una verdadera y genuina intimidad, visto que no son educados para abrir su corazón y expresar sus emociones de modo natural.
Recientemente, entrevistada en un programa de TV, una chica de alterne afirmaba que la mayor parte de su clientela está formada por hombres casados, muchos de los cuales pagan considerable cantidad de dinero por una hora de compañía, solamente para charlar, desahogarse y confiarle a ella sus problemas.
Aunque no constituya novedad, no deja de ser triste constatar, una vez más, que muchos aún preferimos optar por una vida de mentira, con relaciones en las cuales el amor, la intimidad, el compañerismo y la sinceridad hace mucho han dejado de existir.
Los intereses materiales, la falta de coraje para asumir sus verdaderos deseos y para seguir al corazón, llevan a muchas personas a persistir en relaciones desprovistas de afecto verdadero.
Muchos ponen a los hijos como disculpa para no tomar una actitud, sin reflexionar sobre el hecho de que les están imponiendo una vida de mentira, que más temprano que tarde se revelará en toda su fragilidad.
La mayoría de las personas entra en una relación con muchas fantasías y expectativas de felicidad permanente, y es natural que tengan grandes dificultades para aceptar que éstas se revelen imposibles de concretizar.
Pero fingir algo que no sentimos o conformarnos con una vida infeliz, solo para no dejar desmoronarse la imagen que hemos creado para nosotros o que queremos vender al mundo acerca de nuestra vida, es el camino más rápido para la aparición de desequilibrios y el consiguiente desarrollo de enfermedades en nuestro cuerpo físico.
Asumir el riesgo de la verdadera intimidad no es fácil, nos exige estar dispuestos a revelarnos al otro sin disimulos, sin máscaras, y que él haga lo mismo, abriéndose a nosotros sin temor ni resistencias. Pero es la única posibilidad que tenemos de conocer el éxtasis que solo una unión profunda y verdadera puede proporcionar.
Permite que las personas se acerquen
Amar significa abandonar fronteras territoriales. Esa línea invisible tiene que desaparecer, de ahí que surja el miedo, porque esa es nuestra herencia animal. Por eso, cuando estás en un estado amoroso de la mente, vas más allá de la herencia animal.
Por primera vez te conviertes en humano, realmente humano.
Si realmente deseas vivir una vida rica, plena, inmensamente vibrante, no hay otro modo sino abandonar las fronteras. La única manera es establecer cada vez más contacto con las personas. Permite que más y más personas invadan tu ser, permite que más y más personas entren en ti.
Podemos hacernos daño – ese es el miedo; pero es un riesgo que hay que asumir, vale la pena. Si te proteges durante toda tu vida y nadie tiene permiso para estar cercano a ti, ¿cuál es el sentido de estar vivo? Tú estarás muerto antes de morir. Tú absolutamente no vivirás. Sería como si nunca hubieses existido, porque no hay otra vida más que la convivencia. Así, es preciso correr el riesgo.
Todos los seres humanos son como tú. Esencialmente el corazón humano es el mismo. Por tanto, permite que las personas se acerquen a ti. Si lo permites, ellas permitirán que tú te acerques a ellas. Cuando esas fronteras dejen de existir, el amor acontece.
Osho, A Rose Is a Rose Is a Rose, #23.