Intolerancia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:04
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En el discurrir de los milenios la heterogeneidad humana viene siendo el principal motivo para la aparición del prejuicio y la discriminación. La condición social, el color de la piel, la edad, la nacionalidad, la deficiencia física o mental y la opción política, religiosa y sexual, entre otros, son "pretextos" para que el rechazo o la intolerancia marquen su presencia entre semejantes.
No ha sido por casualidad que la naturaleza nos ha creado diferentes unos de otros. Empezando por la huella dactilar, que nos distingue como individualidades únicas en el mundo. Nuestra esencia, o sea, el espíritu, también es una identidad única e intransferible. Y así somos nosotros, semejantes, pero no iguales.
Cuando nos llenamos de prejuicios o somos intolerantes para con el otro, revelamos nuestra ignorancia respecto de la naturaleza humana. Y, por tanto, un desconocimiento respecto de uno mismo, inserido en un contexto heterogéneo y desigual que representa la situación de cada individuo y su historial de muchas vivencias en la dimensión física.
La intolerancia reúne lo que el ser humano tiene de más deshumano en su visión de vida y sociedad, pues reproduce a través de pensamientos y actos lo que nuestros antepasados ya practicaban en forma de atrocidades contra aquellos que consideraban diferentes.
En tal sentido, hemos aprendido poco con el paso de los siglos. No hemos aprendido, por ejemplo, que la diferencia es inherente a la condición humana, y que dañar, herir o matar no va a resolver el problema de una minoría o de una mayoría de personas, porque - como ocurría en la época de la Inquisición medieval - siempre habrá alguien que piense, hable o actúe de manera diferente de esa minoría o mayoría que cultiva la misma ideología y que intenta portarse como si la humanidad fuese homogénea.
Las ilusiones en forma de ideologías se encuentran desparramadas por el mundo, originando obsesiones individuales y colectivas que producen actos de violencia implícita o explícita.
Como decía el Mahatma Gandhi: ¡Si deseas ver el cambio en el mundo, empieza ese cambio en ti mismo! Es decir, la transformación a partir de un corazón en proceso de pacificación interior y de una mente con un mejor nivel de percepción de uno mismo, del otro y del significado de la vida en el contexto de las reencarnaciones.
Se ilude aquel que se burla, humilla, hiere o mata en nombre de una pseudo-superioridad ideológica, pues su actitud revela la distancia que le mantiene alejado de las cosas bellas y sanas que la vida ofrece a quienes "tienen ojos de ver y oídos de oír" más allá del mundo de las apariencias.
Se ilude aquel que, ostentando el poder, "lava sus manos" ante las injusticias e intolerancias sociales, porque engañar al otro es ante todo engañarse uno mismo.
El ejercicio de la tolerancia debe empezar en el ambiente más adecuado para el aprendizaje de los niños: la familia. Mediante el ejemplo parental el individuo logra alterar para mejor los rasgos de carácter que trae de otras vidas. Por tanto, aprender a respetar las diferencias es uno de los mejores legados que los padres - o sustitutos - pueden dejar a sus hijos. Pues, actuando de esta forma, van a contribuir para que las próximas generaciones de la familia vislumbren un mundo mejor para todos.
Cuando el hombre llegue a despertar para los verdaderos valores de la vida, habrá de comprender el significado de las diferencias que empiezan en la familia y se multiplican por el mundo y por el universo. Solo entonces dará un tiempo al inmediatismo de su existencia para reflexionar sobre el mensaje de Gandhi y de otros espíritus iluminados que dejaron sus marcas en nuestra conciencia. Pistas que revelan un fantástico potencial todavía inexplorado.