Jorge Vercillo, Versos y Versiones
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/08/2008 10:45:09
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Hay un atavismo natural que a veces emerge de la oculta intimidad del ser humano y, si nos pilla desprevenidos, causa estragos. Popularmente se dice que tenemos cinco minutos de sandez. Y hemos de cuidarnos, porque si hacemos o decimos algo en ese momento, envueltos por el tal atavismo que ensombrece nuestra visión de las cosas, podemos cometer injusticias y tener incluso actitudes insanas.
Pues bien, yo he sido acometido por ese atavismo que me hacía ver a Jorge Vercillo como una copia/sombra de Djavan. No sé por qué. Mi mujer es una apasionada por Djavan, sin embargo, recientemente ha matriculado a Vercillo en su escuela de afición, colocándolo en el primer pupitre, para apreciarlo intensamente.
Tanto escuché sus canciones en casa que, tras oír sus palabras, sobre música y vida, deshice esa primera impresión y pasé a apreciar la musicalidad del autor de Himalaya. Uno de estos días, adquirí para ella un DVD de Jorge Vercillo y me encanté con las “coincidencias” y conexiones que su alma realiza.
En una de ellas, cuenta que llegó a una ciudad para llevar a cabo una presentación. Estaba solo y al traspasar el zaguán del hotel sintió una intensa necesidad de tumbarse allí mismo. De inmediato, pensó: no voy a hacer el mono, si al menos estuviese toda la banda... Y continuó hasta su apartamento. Puso algunas canciones y para despejarse salió al alpende y quedó sorprendido, cuando pudo observar que en el techo del zaguán se había proyectado una pirámide, precisamente sobre el lugar en que él había deseado tumbarse, a su llegada.
Una sintonía perfecta suya, y ciertamente el ingenio y sensibilidad de quien ha construido aquel hotel, debe beneficiar a todos cuantos visitan aquel lugar.
“Cierta noche, yo estaba en casa componiendo y escribí una letra de canción llamada “Mandala”. Meses más tarde descubrí que este cuadro es una mandala”, dice Jorge Vercillo, refiriéndose a un lienzo que tiene en el salón de su casa. Su compañero, en esa canción, es Torcuato Mariano, argentino. Por la época de su composición solían jugar al balón y durante el juego e, incluso cuando se hablaban por teléfono, se llamaban Navajo, en actitud espontánea que brotó en el alma de ambos, sin explicación lógica. Un día él hojeaba con Gabriela, su esposa, un libro de Jung y, para espanto de ambos, encontraron allí la información de que una de las primeras tribus americanas en servirse de la mandala para adivinanzas fue la tribu Navajo.
Yo no sé si el libro consultado por ellos es el que Jung escribió en 1952, sobre sincronías. Pero la verdad es que todos esos hechos narrados y vividos por el autor de Fénix tienen que ver con el sincronismo, que es un proceso de sintonía del ser con el Universo, con las cosas, seres y acontecimientos. Y que el pueblo considera “coincidencias”. Todas esas “coincidencias” demuestran que el Universo es simétricamente perfecto y que Dios está en todo y en todos.
Pero, en verdad, lo que mucho me encanta en Jorge Vercillo es su conciencia en relación a la música. Cuando él con su hablar sincronizado y profundo enseña que produce la canción en un proceso que proviene del alma, del hemisferio derecho del cerebro, trayéndola como de la intimidad del Universo de si mismo para explayarla en el Universo exterior, acercándola a sus sentidos, a su sentir. Si existe sintonía entre alma y cuerpo, entonces la canción está lista.
Extraordinaria esa conciencia del cantante, que nos remite a los grandes maestros de la humanidad, que traen en sus mensajes universales la profundidad del alma, para enredarla en su cuerpo tejiendo en cada palabra su emotividad, para que todo y cualquier ser mortal, en su poca plenitud, pueda comprender el significado y la esencia de lo que él trae del Universo. Bajo ese parámetro, Vercillo es un maestro.
Dice: Elaboré esa canción – refiriéndose a “Monalisa” – pensando y sintiendo a Monalisa como una niña, sin saber por qué. Sentía en la sonrisa y mirada de la foto una expresión misterio. Sólo después del libro “Código Da Vinci”, he sabido que Monalisa es una figura andrógena, una mezcla del Dios Amón – masculino, y la Diosa Isis – femenina. Y el antiguo nombre de la Diosa era Lisa.
El cantante de “Alas Cortadas”, por su esencia y sintonía con el Universo es un andariego de las estrellas, porque vive como pisando las luces que centellean en el firmamento. Con su inteligencia y amor trae al corazón humano la delicadeza y profundidad de lo que entrevera la musicalidad universal guardada por los dioses y sólo disponible para los que tengan sintonía fina y espiritual.
Por cierto, esa canción él la hizo para J. Maranhão, su aparcero en muchas canciones. Él dice que la letra de “Alas Cortadas” sintetiza la búsqueda personal interna de alguien que es consciente de que el ser humano puede ir más allá de esa realidad tan pequeña y limitada en que vivimos. Pero hace una advertencia: “a veces, yo me siento una gaviota sobre el mar, que chapuza en el óleo, no pudiendo ya volar.”
Sin embargo, tal como siempre escribe en sus versos, él no se rinde frente a los contratiempos. De pronto, sale a flote el ser divino que sabe ser y entonces se envuelve en la musicalidad que trasciende y efectúa nuevos y audaces vuelos, más allá de la adversidad y de las travesuras de esta sociedad aún dominada por la insania de la temporalidad, de la materialidad.
No escatima elogios para la música brasileña, diciendo que ésta reúne la complejidad rítmica de la música africana, el calor del Caribe, la armonía del jazz y va más allá del soul americano. No se considera un poeta, sino un letrista. El sonido y el significado de cada palabra es lo más importante en mis canciones. Mis letras son líricas, enfoco el amor social, el amor por la naturaleza, por los dioses, en fin, en todo cuanto realizo está el amor.
Es muy grato no sólo oír las cantigas de Jorge Vercillo, sino sentir en sus palabras una versión poética sobre el mundo y las cosas, y una sintonía amplia y profunda con todas las vertientes musicales de antiguos nombres de la música universal, como también de otros cantantes sin expresión en los medios de comunicación, que él escucha y apoya en su jornada por el Universo de la música.
Lo confieso, hoy soy fan de este cantante y creador de letras y versos que encantan y rozan las fimbrias de las vestiduras de los ángeles, trayendo hasta nuestro rostro el aura de sus alas y depositando en nuestra alma, el calor y la grandeza de Dios.