La alienación de las drogas
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 11/06/2014 10:13:29
por Claudia Isadora Fernandes de Oliveira
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Traducción de Teresa - [email protected]
Hoy cuando salía del aparcamiento vi allí a una niña, debía ser una adolescente, sucia, sentada en el bordillo con la cabeza entre las manos. Pasé junto a ella y al volver iba a preguntarle si se encontraba bien, pero me di cuenta de que ella estaba totalmente ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. Se me ocurrió preguntarle al dueño del aparcamiento si conocía a la chica. “¡Es drogadicta, señora! Por esta zona siempre aparecen algunos drogadictos. Es una pena. La familia no es capaz de hacer bueno de ellos, ya no quiere saber nada y los deja que anden por ahí. Uno intenta ayudarles, pero los drogadictos tienen que querer ser ayudados, si no, no es posible. Y hay que molestarse tanto que no vale la pena insistir”.
Yo me pregunto cómo un ser humano se deja enrollar por ese camino. Detenido en el tiempo, su oxígeno son las drogas. No come, no bebe, no duerme, no vive, un auténtico zombi. Llega a tan penoso primitivismo que ni siquiera atiende a sus necesidades de supervivencia.
La vida de esas personas debe ser tan insoportable que la droga para ellas es un pasaje hacia una realidad placentera, un tobogán hacia un mundo de embotamiento, de ausencia de la consciencia, del sentir, de las emociones. Consideran que las sensaciones físicas que advienen de la droga son un elixir balsámico para sus dolores. Mal saben ellas que, en realidad, es un veneno corrosivo, que las matará, no tanto a cuentagotas, sino que algunas veces, como ocurre con el crack, la debacle física se produce en realmente muy poco tiempo.
El vacío interior es una de las mayores plagas de la actualidad. No saber qué hacer con uno mismo, no conocerse, no amarse, no comprenderse, trae problemas gravísimos para la persona en cuestión y para la sociedad también. Saberse importante para sí y para los demás, perteneciente al hábitat, integrante de la naturaleza, un hijo de Dios, es un importante paso para empezar a mirarse como ser humano digno de vivir plenamente y con salud.
Y comprender que sí son importantes para la sociedad, que un acto suyo afecta a una comunidad entera.
Es preciso rellenar el vacío interior con valores, con actos positivos, mirándose con más amor y afecto, así las drogas no atraerán. Estando el lugar ocupado, ya no quedará espacio para ese mal de la humanidad.
Que esos jóvenes reciban el amparo necesario, físico, psicológico y espiritual para que puedan cambiar sus vidas, saliendo de la alienación de las drogas. Joven sano, futuro ídem.
Claudia Isadora Fernandes de Oliveira
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