La cirugía espiritual
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/10/2008 20:22:49
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Qué sucede en los bastidores de una cirugía espiritual? Toca mi teléfono móvil, es un amigo médico y cirujano general. Él anda tras una dirección, pues desea escribir a un tradicional Centro Espírita de Río de Janeiro. Motivo: un problema en las cervicales que viene causándole muchos dolores. Según él, un colega cirujano se habría beneficiado de una reciente cirugía realizada por el espacio después de haber mantenido contacto con el referido centro. Yo padecía los efectos de una condromalacia, secuela de un pasado dedicado al deporte. Pese al tratamiento alopático, escribí a dicho centro y fui beneficiado por el procedimiento quirúrgico-espiritual. La misma experiencia ocurrió con un familiar que padecía dolores en la columna vertebral...
Muchas veces nos preguntamos: “¿Cirugía espiritual? Pero si no existe corte ni sutura ¿cómo es eso posible, a la luz de la ciencia? ¿Todas las personas que recurren a ese servicio son beneficiadas o existen criterios que aún desconocemos?” Es lo que veremos a partir de informaciones extraídas del Website “Portal Espírita”, a comenzar por los significados de enfermedad y de cura.
CONCEPTO DE ENFERMEDAD
Enfermedad y salud son conceptos singulares, pues se refieren al estado de las personas, y no, como se suele decir, de órganos o partes del cuerpo. El cuerpo nunca está solamente enfermo o solamente saludable, visto que en él se expresan realmente las informaciones de la consciencia. El cuerpo nada hace por sí mismo, de esto pueden certificarse todos, basta observar a un cadáver.
El cuerpo de un ser humano vivo debe su funcionamiento exactamente a aquellas dos instancias inmateriales a que denominamos consciencia (alma) y vida (espíritu). La consciencia presenta las informaciones que se manifiestan en el cuerpo y que se tornan visibles. Lo mismo vale decir que la consciencia está para el cuerpo como la señal de radio está para el receptor. Todo cuanto ocurre en el cuerpo de un ser vivo es la expresión del patrón correspondiente a su consciencia. El pulsar del corazón, la temperatura del cuerpo, las glándulas y los anticuerpos son ritmados, mantenidos, segregados y formados por el patrón correspondiente de información cuyo origen es la propia consciencia. Cuando las varias funciones corporales se desarrollan en conjunto según una determinada manera, aparece un modelo que sentimos como armonioso y que por ello recibe el nombre de salud. Si una función falla, compromete la armonía del todo y entonces hablamos de enfermedad. Subrayamos que la enfermedad es la pérdida relativa de la armonía o la puesta en cuestión de un orden hasta entonces equilibrado. La cuestión de la perturbación de la armonía ocurre únicamente en el nivel de la consciencia que es la parte individual del ser, por cuanto la manifestación pura y simplemente sucede en el cuerpo físico. El cuerpo no es más que la presentación o ámbito de concretización de la consciencia y, por consiguiente, también de todos los procesos y modificaciones que en ella ocurren.
Podemos saber cuándo la consciencia de una persona está desequilibrada gracias a que ella convierte en visible y palpable, en forma de síntomas corporales, ese desequilibrio. Por eso debemos afirmar que es el ser humano el que está enfermo y no su cuerpo. Considerando que ese ser humano, enfermo, simplemente está mostrándose enfermo a través de los síntomas, que son signos visibles en su cuerpo físico, pero fruto del desequilibrio de la consciencia. La dolencia se manifiesta en el cuerpo como un síntoma. Entonces lo que se tiene es la comprobación de que algo nos falta. Falta consciencia y, por tanto, se tiene un síntoma.
CURA
La cura sucede a través de la incorporación de aquello que está faltando y, por tanto, ella no es posible sin una expansión de la consciencia. Enfermedad y cura son conceptos gemelos que solamente tienen importancia para la consciencia y no se aplican al cuerpo, pues un cuerpo nunca puede estar enfermo o saludable. Todo lo que puede hacer el cuerpo es reflejar los estados correspondientes y las condiciones de la propia consciencia. La enfermedad no es una perturbación esencial y, de esta forma, un desagradable desvío en el camino, por el contrario, la propia dolencia es el camino por el cual el ser humano puede seguir rumbo a la cura. Cuanto mayor sea la consciencia con que enfrentamos el camino, tanto mejor se cumplirán los objetivos. La intención no es combatir la enfermedad, sino servirse de ella como fuerza motriz de crecimiento y comprensión de nuestra misión en este planeta de evolución en que vivimos. Cuanto mayor sea nuestra comprensión, nuestra expansión de consciencia, mejor será nuestro aprovechamiento de todas las cosas que nos rodean. La consciencia divide y clasifica todo en pares de opuestos que, cuando somos obligados a encararlos, consideramos causa de conflictos. Ellos nos obligan a establecer una diferencia, nos fuerzan a decidir, a hacer una elección para la cual no siempre estamos preparados. Para mejor analizar, nuestra inteligencia reparte la realidad en trozos cada vez menores, y nos obliga a elegir entre ellos lo que nos conviene o perjudica. Cuanto mayor sea nuestra ignorancia o desconocimiento de la gran realidad, más fracciona la inteligencia los acontecimientos, intentando en los pequeños fragmentos una mayor posibilidad de análisis, de enjuiciamiento y de lógica, distanciándonos cada vez más de la unidad de percepción por falta de elementos para el juzgamiento final que nos conviene. Así tenemos que decir sí a uno y, al mismo tiempo, no a otro de los elementos que componen la polaridad, pues los opuestos se excluyen como todos saben. No obstante, a cada no, a cada exclusión, reforzamos nuestra no-totalidad, pues para obtener la totalidad, nada debería faltar.
La unidad de las polaridades significa la unidad plena, que se traduce en la razón máxima de nuestro ser. La unidad total está en la paz eterna, es el ser puro sin tiempo, sin espacio, sin modificaciones y sin límites. El estado de iluminación de consciencia cósmica o consciencia plena sólo se alcanza cuando la persona trasciende todos los límites, permitiendo que su mente consciente y la inconsciente se fundan en una unidad. Sin embargo, esto equivale a la destrucción completa del Yo, cuya autonomía depende de la cisión inicial. Es este paso el que en la terminología cristiana se describe de la siguiente forma: “Yo (mente consciente) y mi Padre (mente inconsciente) somos uno.” En este estado de consciencia plena es posible administrar todas las tempestades internas y externas de nuestra vida. En este estado de espíritu se encontraba el maestro Jesús cuando pasó por el plano terreno para enseñarnos a vivir y a despertar la consciencia cósmica. Ampliar la consciencia significa disminuir tus dudas, tus estados de desconocimiento, tus temores y derivaciones, conociendo a ti mismo y al mundo de forma plena y total.
Todos los caminos de cura o superación no son más que un único camino que lleva desde la polaridad a la unidad. Pablo de Tarso, Francisco de Asís, Gandhi, Bezerra de Menezes, la Madre Teresa de Calcuta han sido “puentes” que han unido a la polaridad de la ignorancia humana la consciencia plena, la consciencia cósmica total. Por tanto oración, plegaria, paciencia, bondad, generosidad, humildad, entrega, tolerancia, caridad y amor son características de la consciencia plenamente despierta, de unidad perfecta y de perfecta compenetración de Dios para con el hombre, por tanto del Creador con la criatura. Este es el camino de la curación.