LA CONCENTRACIÓN
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 28/08/2010 08:40:57
por Bernardino Nilton Nascimento - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El paso más importante para aprender a concentrarse es “quedándose a solas” con uno mismo. Esta habilidad es precisamente una condición de la capacidad para amarse.
Quien quiera que intente quedarse a solas consigo mismo, descubrirá lo difícil que es, pero también verá cuánto bien ha de hacerle. Al comienzo podrá sentirse inquieto, nervioso y ansioso. Estará dispuesto a racionalizar su mala voluntad para continuar, pensando que esto no tiene el menor valor. Observará que le vienen a la mente toda clase de pensamientos. Va a pensar en sus planes para el día, para la semana, para el mes, para el año e incluso para más adelante.
Con eso, va a percibir un montón de cosas que entran en su mente sin permiso y sin lógica.
Un simple ejercicio puede cambiar todo lo malo y empezar a ver la vida de forma más simplificada y equilibrada: sentarse en una postura cómoda (ni desperezada ni rígida), cerrar los ojos e intentar ver una linda pantalla blanca, intentar acompañar la propia respiración; no pensar acerca de ella, ni forzarla, sino simplemente acompañarla y, al hacerlo, sentirla; intentar, además, tener el sentido de tu “YO”; yo igual a ti mismo, como centro de tus fuerzas, como creador de tu mundo. Debes hacer este ejercicio cuando menos una vez al día y durante un período de diez a veinte minutos, pero no debes preocuparte por el tiempo, ya que esto puede aflojar tu concentración.
Estamos ante uno de los tipos de “meditación”, que es el más importante método de concentración.
Debemos aprender a estar concentrados en todo lo que hacemos, en oír música, en leer un libro, en hablar con una persona, en ver un paisaje, una película, en el sexo, en las bromas, en los chistes, en fin, todo es merecedor de nuestra atención, de nuestra concentración, en el momento presente.
Con la concentración, no llegarás al final de cada año diciendo que ha pasado rápido. Vas a percibir el valor de cada minuto y lo muy valioso que es cada uno de ellos en tu vida. Vas a usar cada momento buscando una brecha en cada instante para ser feliz y hacer la felicidad del prójimo, vas a luchar con toda tu energía para estar concentrado y sentir el tiempo, sentir cada movimiento, cada palabra, cada sonrisa, cada llanto y sabrás lidiar con situaciones que antes te hacían deprimirte. Con la concentración tu vida tiene mucho más valor y sabrás dar valor a la vida del prójimo y a la naturaleza.
La actividad del momento presente debe ser lo único que te interese, que merezca una plena entrega. Si estamos concentrados, poco importa lo que se esté haciendo; las cosas importantes, así como las que no tienen importancia, asumen nueva dimensión de realidad, porque detentan la integral atención.
Aprender a concentrarse, a meditar, exige que se evite, tanto cuanto posible, la conversación baladí, es decir, la conversación no genuina. Si dos personas hablan respecto del crecimiento de un árbol que ambas conocen, o del sabor del pan que acaban de comer juntas, o acerca de una experiencia común en su trabajo, tal conversación puede ser importante, siempre que experimenten aquello de que hablan; poniendo total atención y emoción; por otra parte, una conversación puede tratar sobre temas de política o religión y, con todo, ser trivial; esto ocurre cuando las dos personas hablan con palabras sin nexo, sin conocimiento y en tono de ironía.
Estar concentrado en relación a los demás significa ante todo, ser capaz de oír. Muchas personas oyen a las otras e incluso dan consejos, sin atender realmente a lo que dicen. No toman en serio lo que dice la otra persona, ni tampoco toman en serio sus propias respuestas.
En consecuencia, la conversación las deja cansadas. Tienen la ilusión de que estarían aún más cansadas si escuchasen con concentración. La verdad, no obstante, es lo opuesto. Cualquier actividad, si se hace de manera concentrada, nos vuelve más despiertos (aunque después sobrevenga un cansancio natural y benéfico), mientras que cualquier actividad no concentrada nos deja somnolientos y, al mismo tiempo dificulta el adormecer al final del día.
Estar concentrado significa vivir plenamente en el presente, en el ahora, aquí, y no pensar en la cosa siguiente.
Innecesario es decir que la concentración ha de practicarse, sobre todo, por las personas que mutuamente se aman. Deben aprender a estar cercanas la una a la otra, sin escaparse, de cualquiera de las muchas maneras que de costumbre se emplean para eso. El comienzo de la práctica de la concentración será difícil; parecerá que nunca se alcanzará el objetivo. Tampoco está de más decir que esto implica la necesidad de tener paciencia.
Si no se sabe que todo tiene su tiempo, si se quiere forzar las cosas, entonces, verdaderamente, nunca se obtendrá éxito en estar concentrado. Para hacernos una idea de qué es la paciencia, basta observar a un niño aprendiendo a andar. Cae, vuelve a caerse, cae otra vez, y, pese a ello, sigue intentándolo, mejorando hasta que un día anda sin caerse.
¡Qué no podría realizar el adulto si tuviese la paciencia del niño y su concentración en los objetivos que le son de importancia!
BNN
