La Cura de la depresión - Texto sobre el contenido da tercera clase
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 09/06/2016 09:04:21
Autor: Vinicius Francis - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Nuestra tercera clase de la Semana de la Sanación fue sobre Depresión, y la puedes asistir pinchando en el enlace del vídeo, a continuación. Una enfermedad que afecta a cada vez más personas en este mundo moderno requiere nuestra atención y cuidados, pues no sólo nuestro lado emocional y sentimental se ve comprometido por los terribles efectos de esa dolencia, sino que también nuestro cuerpo físico se hace vulnerable a contraer otras enfermedades. Seguramente conoces a alguien que padece depresión, y es muy posible que tú también ya te hayas tenido que enfrentar a esa dolencia, o que incluso la estés pasando en estos momentos. Sólo quienes de alguna forma lidian o han tenido que lidiar con la depresión, saben lo difícil que resulta convivir con ella.
Sin embargo, algo debe ser aclarado al respecto, y es lo siguiente: Hay una diferencia entre estado depresivo y depresión. Uno sabe que de cara a la “galería” es bonito tener depresión en el currículum, principalmente para quienes simpatizan con la víctima. A veces la persona enfrenta momentos en que se siente angustiada, insatisfecha, triste, pasa horas tumbada en la cama, disgustada, descontenta y a eso le llama depresión. Pero no lo es. Son estados depresivos.
Que, claro, si no se trabajan, posiblemente desembocarán en una depresión, la enfermedad. La depresión se da cuando la persona entra en un “estado depresivo” y ya no sale de él. La mayor parte del tiempo se muestra triste, desmotivada, insatisfecha, angustiada. Pierde las ganas de vivir, pierde el sentido de la vida. En metafísica definimos depresión como la pérdida del alma. El alma, como hemos visto en la clase 2, es nuestro aparato sensorial, emocional, y cuando caemos en la depresión, reprimimos todo eso, lo empujamos hacia abajo, cerramos la puerta al sentir pleno de nuestra naturaleza. De ahí, se cae a un profundo estado de tristeza, que no es más que la ausencia del alma, que justamente nos confiere todo bien, en el sentir.
Y hay muchas personas que tienen que medicarse, porque el funcionamiento del organismo se compromete de tal manera, que el paciente, para ser capaz de reaccionar, vivir, moverse en el medio social, necesita medicamentos, por lo regular ansiolíticos. Porque el cuerpo deja de responder, las hormonas productoras de bienestar ya no son fabricadas como deberían. El sistema nervioso se desregula, todo se desploma.
Yo particularmente llamo a la depresión “muerte en vida”. De hecho, si existe alguna muerte, es en la depresión. Porque muerte es pérdida del alma, no del cuerpo, eso es desencarnación. Pero ¿cuándo empieza la depresión? O mejor, ¿cuáles son sus causas metafísicas? Yo podría contestar con una única frase: la Depresión es la enfermedad de la víctima. ¿Sabes aquella persona que abraza a la impotente, a la incapaz, la pequeña, la débil, la pobrecita? Pues entonces, he aquí una fuerte candidata a contraer esa dolencia.
Porque la víctima impotente reacciona negativamente a las cosas que le pasan en la vida. En lugar de imponerse, de enfrentarse, de apechugar con los desafíos de la vida, ella recula, consciente o inconscientemente. Y claro, como siempre, son nuestras creencias e ideas lo que determinará nuestras reacciones. La víctima se reprime frente a la vida y tira de sus fuerzas hacia abajo. Porque para hacerse la víctima necesita boicotear su propia fuerza, lógico ¿no?
Y no sólo la depresión se desarrolla con eso, sino que el síndrome del pánico también. Con ello la persona no sólo tira de sus fuerzas hacia abajo, sino de su gusto por la vida, de su alegría, su bienestar, su esencia. Porque la fuerza viene del alma; entonces, si tú te niegas a usar tu fuerza y a enfrentarte a las situaciones que NO SON COMO TÚ QUERÍAS, luego, no sólo esa capacidad será reprimida, sino que también lo serán todas las demás que forman parte del conjunto de sentidos que es el alma.
Sin embargo, hay otras causas para la depresión, y yo podría resumirlas en las tres más importantes: El victimismo, la insatisfacción y el miedo. La víctima es la que abraza al impotente, pobrecito. El insatisfecho es el que no acepta la vida tal como fue o como es. Y el medroso es aquel que se niega a imponerse, a colocarse en la vida, a ser él mismo ante el mundo y, a menudo, ante sí mismo. En la negación de las fuerzas hay represión de la esencia, luego, nos amarramos.
Y en este mundo de sobrevivencia es imprescindible que seamos fuertes. Sólo los fuertes sobreviven aquí. Lo siento mucho, la naturaleza no favorece a los buenecitos, favorece a los fuertes. ¿Quieres una prueba? Observa la naturaleza, observa en torno a ti y verás como lo que está sucediendo es exactamente eso. Y hay muchos que dicen por ahí que los depresivos son personas que han nacido con una carencia hormonal y una deficiencia neurológica determinadas por factores genéticos, o sea, quieren justificar la depresión diciendo que es algo genético, que el individuo ya nace con su tendencia a la depresión.
Muy bien, puede incluso que eso pese en el diagnóstico, pero ocurre que el espíritu lo puede todo. Y en la consciencia de que somos más que un cuerpo con su natural bioquímica, podemos apoderarnos de la sanación de cualquier dolencia, y por supuesto, de la depresión.
Y ¿cuál es la cura? Primer paso: Asumir responsabilidad por ti mismo y por lo que sientes. Tú eres el responsable de tus reacciones. Quizá no puedas controlar lo que vas a enfrentar en la vida, pero controlas la forma en cómo vas a posicionarte frente a lo que te sucede. Toma el mando, eres tú quien elige tus reacciones y tus acciones también. Segundo paso: Asúmete, toma posesión de tu alma. Acéptate tal como eres, elige patrocinarte, asume lo que eres y lo que tiene sentido para ti.
No luches contra tu alma por convenciones sociales, no luches contra tu naturaleza para agradar al mundo, acéptate, ámate, échate fuera de esa cueva oscura en la que te has puesto dentro de ti. La cura de la depresión es la libertad del alma. Si tú te permites existir y sentir la vida tal cómo ella pulsa en ti, tu bienestar emergerá y te dará alegría y contentamiento, porque todo eso brota de tu ser, no viene del mundo. Tercer paso: Fortalécete, motívate, llénate de valor.
No te acobardes frente a la vida, ella no es tu enemiga, es tu colaboradora. Y todo lo que te sucedió o te sucede sólo ocurre para que seas más fuerte. Entonces, sírvete de eso como puente, como trampolín para crecer y extraer de ti mismo los atributos necesarios para ser afortunado. Fuerte, contigo, en ti y para ti mismo.
Apoyarte es validarte, es dar importancia a ti mismo y a las cosas que para ti forman sentido. Siguiendo esos tres pasos con disciplina vas a revertir la depresión. Y si fuese el caso de que llevas un tratamiento médico con medicamentos, no los suspendas sin orientación del profesional. Antes, sigue los pasos que te acabo de dar y naturalmente tu cuerpo reaccionará a fin de que muy pronto los medicamentos ya no sean necesarios, porque tú estarás íntegro, en la posesión, ahí, para conducirte por la vida de manera positiva.
¡Que el Amor nos sane!
Vinícius Francis