La decisión de curarse
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 27/04/2007 13:42:59
Traducción de Teresa - [email protected]
“No hay nada que nos separe de Dios; somos todos manifestaciones divinas del principio creativo en este nivel de existencia. Ninguna carencia o penuria puede realmente existir y nada existe que tengamos que intentar obtener. Todos tenemos dentro de nosotros mismos el potencial para ser lo que queramos.”
Shakti Gawain
En los días en que vivimos, cada vez más personas se muestran ansiosas por cambiar sus vidas, deseosas de descubrir qué hay de equivocado con ellas y por qué no consiguen encontrar el equilibrio y la serenidad.
Muchas afirman tener conciencia de que necesitan hacer algo, pero no consiguen descubrir qué es lo que deben hacer o por dónde han de comenzar. A decir verdad, sentir que algo está equivocado es una buena señal.
Significa que, de algún modo, nuestra alma está indicando que la “sintonía” de nuestro canal interior no está funcionando como debería. Sin embargo, saber que una radio no sintoniza perfectamente, que hay ruidos e interferencias actuando, no es suficiente. Es necesario hacer algo concreto para que esos ruidos sean eliminados y podamos tener una perfecta audición de aquello que necesitamos oír.
Con nuestro Yo Superior ocurre exactamente lo mismo. Él es la radio que necesitamos sintonizar, permitir que nos oriente y nos indique el mejor camino.
Sin embargo, los “ruidos” provocados por el ego y por las emociones negativas inconscientes que constituyen nuestra sombra, nos impiden tener una perfecta audición de la sabiduría que habita en nuestro ser.
Eliminar estos ruidos no es una tarea fácil y exige disciplina y perseverancia.
El primer paso a dar es encender la llama de la fe. Si no creemos en que podemos vencer cualquier obstáculo y no nos tornamos señores de nuestra vida, nada podrá hacerse.
El segundo paso se llama decisión. Decidir curarse es otra actitud esencial sin la cual ningún paso puede ser dado. Es el momento que marca toda la diferencia, el instante en que por primera vez optamos por actuar, en vez de sentirnos víctimas del destino y apenas lamentarnos por aquello que no hemos conseguido realizar.
El tercer paso consiste en adoptar actitudes concretas para alcanzar la curación, abandonar la inercia, aunque tengamos que enfrentar obstáculos y dificultades en la conquista de esa meta.
Otro importante paso a dar para que entremos en contacto con lo que hay de mejor en nosotros, es aprender el arte del recogimiento y del silencio. Sin eso, estaremos sordos a la llamada de nuestro Yo más profundo y continuaremos a merced de nuestras angustias y sufrimientos.
La sensación interior de poder, de confianza en la capacidad de alcanzar realización y felicidad puede ser accesible a cualquier ser humano. Dios no discrimina a ninguno de sus hijos, da a cada uno el mismo potencial de crecimiento y evolución.
Pero la elección entre expresar la Luz o permanecer prisioneros de la oscuridad es tarea nuestra, y en eso el Supremo Poder Creador no interfiere. No obstante, al tomar la decisión de iniciar esa tarea, podemos estar seguros de la que Gracia Divina jamás nos habrá de faltar.
