LA DOCTRINA DE LOS ESPÍRITUS Y EL INDIVIDUO ESPÍRITA
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 22/08/2015 11:17:39
por Maísa Intelisano - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En las lides de la doctrina codificada por Allan Kardec, nos toca tener siempre bien claros en nuestras mentes los conceptos de doctrina de los espíritus e individuo espírita, y las diferencias provenientes de esa conceptuación.
Si bien todo individuo espírita convicto represente de algún modo a la doctrina de los espíritus, ésta, a su vez, no siempre puede ser tomada y analizada tomando por base a los individuos que la practican.
La doctrina que Kardec tan bien estudió, estructuró y dio nombre es obra de revelación espiritual y no de invención humana, y por eso mismo es indestructible y progresiva, permaneciendo establecida desde sus primeros momentos entre los encarnados hasta la eternidad.
Vale resaltar que, si bien Kardec ha sido el instrumento de precisión utilizado para organizar los conocimientos aportados por los espíritus, la doctrina en sí misma no es obra suya, puesto que es consecuencia directa y clara de la propia naturaleza y de sus leyes; siendo, de ese modo, obra divina, tan antigua como la propia Creación, en suave y gradual desvendar a los hombres de la Tierra.
En cambio, el individuo espírita es ante todo un espíritu en evolución, creación divina destinada a la perfección, pero todavía en proceso arduo y continuo de burilado moral y espiritual. Siendo así, todo espírita, por convicto que esté, es todavía un ser imperfecto, sujeto a toda suerte de errores y exageraciones, que sólo el tiempo y la experiencia podrán extirpar de su índole y, por consiguiente, de su conducta.
Tenemos, por tanto, una doctrina perfecta practicada y divulgada por individuos imperfectos. ¿Cómo administrar esa aparente paradoja?
Recordemos que una de las enseñanzas básicas de la doctrina es la constante búsqueda de la mejora interior. O sea, la propia doctrina previó que sus adeptos y practicantes serían falibles, y colocó entre sus más importantes preceptos el continuo trabajo de reforma interior, basada en el ejemplo de Cristo y en la vivencia consciente de las enseñanzas contenidas en su Evangelio.
De esta forma, la doctrina no sólo garantiza el perfeccionamiento permanente de sus adeptos sinceros, sino que además presupone la constante actualización dinámica, progresiva y gradual de sus prácticas y "descubrimientos", haciendo que sus conceptos básicos puedan ser cada vez más y mejor comprendidos, acrecidos de las nuevas "noticias" que los espíritus continúan trayendo hasta el plano terreno.
La comprensión paulatina de la doctrina de los espíritus da a sus seguidores, por tanto, la garantía de que el futuro será siempre mejor y más esclarecedor que el presente, pese a que a veces las apariencias parezcan indicar lo contrario, y de que todos nosotros, sujetos todavía a los procesos de perfeccionamiento a través de los mecanismos de encarnación y desencarnación, tendremos acceso a ese esclarecimiento de modo a fortalecer profundamente nuestra fe y sentar los cimientos de nuestro conocimiento en bases inamovibles.
Tomar la doctrina de los espíritus o, como es más conocida, el Espiritismo, por lo que hace de él un grupo bien intencionado pero no siempre bien encaminado, de individuos espíritas, es un error que los verdaderos adeptos y estudiosos de la doctrina no pueden jamás cometer o dejar que se cometa.
Ha llegado la hora de que encaremos de frente los preceptos espíritas, esforzándonos en aplicarlos con lucidez y discernimiento en nosotros, con nosotros y para nosotros, según nuestra capacidad de entendimiento, no dejándonos desviar por observaciones aparentemente coherentes, pero no tan bien esclarecidas o actualizadas, de la faceta de la verdad que ellos representan.
Es tiempo pues, de separar, dentro de los salones espíritas, la cizaña del trigo, a fin de que éste último pueda florecer y dar frutos saludables para alimentar el alma de aquellos que aún no se sienten totalmente despiertos hacia los esclarecimientos que ha traído la doctrina de los espíritus.
No nos corresponde juzgar a nadie, no siendo a nosotros mismos, sobre el rumbo que se ha venido dando a la divulgación, ejemplificación y práctica espíritas en estas últimas décadas. No nos incumbe preguntar a nadie más, aparte de a nosotros mismos, si la conducta adoptada está realmente de acuerdo con los preceptos esenciales de la doctrina y, a partir de la respuesta sincera a esa cuestión, emprender los esfuerzos necesarios para ello.
Queremos que todos comprendan que nuestra tarea no es la de desalentar ni privilegiar a quien quiera que fuese en sus prácticas, sino la de advertir a todos los que se encuentran de algún modo ligados a la doctrina consoladora y esclarecedora de los espíritus, para que tomen conciencia de su importancia ante la imagen que dan hoy respecto de la misma, esforzándose para que esta imagen refleje siempre el liberalismo, el dinamismo y el estudio conscientes que hacen del Espiritismo lo que realmente es: la doctrina espiritualista de la modernidad.
MIRAMEZ
Recibido espiritualmente por Maísa Intelisano en marzo de 1997