La espiritualidad de los perros
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 26/10/2014 10:06:43
por Isha - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Lo admito. Estoy perdidamente enamorada. La primera vez que puse mis ojos sobre ella en una tienda de animales en Chile, Elizabeth, mi perrita bulldog, me robó el corazón. Parecía abandonada y desesperadamente aburrida, la pobrecita había estado encerrada en una jaula durante cuatro meses; nadie la había comprado porque era muy pequeña para su edad. Me sorprendió saber que había vivido de esa forma tanto tiempo, y aunque no tenía planes de adquirir otro perro más (ya tengo 7), no me pude resistir.
Elizabeth es un ejemplo maravilloso de rendirse a la vida. Ella abraza su realidad por completo, como hacen todos los perros. Ellos no se sientan por ahí preguntándose si sus vidas pueden ser diferentes; tienen una habilidad innata para aprovechar la vida sin cuestionamientos. Este es un regalo que nosotros, los seres humanos, podríamos aprender de ellos. Con todos los “¿y si?” que turban nuestros días, inhibiendo nuestra capacidad de apreciar verdaderamente lo que enfrentamos, nuestra capacidad de encontrar la verdadera felicidad se ve muy reducida. Esta incapacidad de abrazar la belleza de nuestra realidad actual es lo que nos mantiene infelices. ¡Pero no a Elizabeth! Ella lo abraza todo con aceptación amorosa, y yo secretamente pienso que esa rendición es lo que la ha traído a mi vida. ¿Por qué? Porque ahora experimenta el otro extremo, ella vive en lo máximo de los lujos, adorada y mimada desde el corazón. Ella es el perro más amoroso y cariñoso que yo haya tenido, es feliz durmiendo sobre mami, con su hocico baboso descansando sobre mis hombros.
Recibimos lo que damos a la vida. Si enfrentamos las situaciones injustas con resentimiento y agresividad, ciertamente vamos a mantenernos en una batalla larga y difícil. Pero si aprendemos a abrazar las dificultades con rendición y confianza, sabiendo que todo lleva a más libertad, la cual ni siquiera podemos concebir en su totalidad, quizá, sólo quizá, podamos convertir situaciones de sufrimiento en oportunidades de crecimiento.
En nuestra arrogancia, aceptamos sin cuestionar la idea de la superioridad humana, pero quizá tengamos mucho más que aprender, con nuestros amigos los animales, de lo que pensamos.