La Espiritualidad en la Experiencia Humana
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/05/2012 09:58:31
por Marcos Porto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La experiencia en vivenciar la dinámica de la iluminación evolucionaria nos transformará en personas de elevado poder idealista.
La espiritualidad contribuye al progreso de todos nosotros, fomentando el crecimiento y el progreso de cada uno, lo cual es ampliado por medio de la realización recíproca de todos. El crecimiento espiritual es estimulado mutuamente por la íntima unión con otros que buscan idénticos objetivos. El amor propicia el terreno abonado para el crecimiento espiritual y además proporciona la satisfacción subjetiva, ennobleciendo la lid común de la vida diaria.
¿Vamos a reflexionar, entonces, sobre ese tema?
Si bien la espiritualidad puede producir en nosotros profundización en los significados y en el ensanchamiento de los valores espirituales, el mal siempre surge cuando las evaluaciones puramente personales se elevan al nivel de lo absoluto. Una persona poco desarrollada podrá evaluar sus experiencias de acuerdo únicamente con el contenido del placer; la madurez es proporcional a la sustitución del placer personal por la comprensión de los significados y la lealtad a los conceptos más elevados de las situaciones diversificadas de la vida y de las relaciones cósmicas.
Como ya hemos dicho, algunas personas se encuentran demasiado ocupadas para poder crecer, y por ello están expuestas al grave peligro del estancamiento espiritual.
Los principales inhibidores del crecimiento espiritual son el prejuicio y la ignorancia. Recordemos que el progreso, año a año, dentro de un régimen educacional y cultural establecido, no significa necesariamente un progreso intelectual, y menos todavía un crecimiento espiritual.
La amplitud de vocabulario no significa desarrollo de carácter. El crecimiento espiritual verdadero viene indicado por el engrandecimiento de los ideales, por un mayor aprecio a los valores. Hemos de vivir lealmente hoy y siempre para crecer – y el mañana responderá por sí.
El terreno esencial para el crecimiento espiritual presupone una vida progresiva de auto-realización, de coordinación de las propensiones naturales, del ejercicio de la curiosidad, del disfrute de las aventuras razonables de la experimentación de los sentimientos de satisfacción, de hacer incluso que el temor funcione como estímulo para la atención y la elevación de la conciencia, de la seducción por lo maravilloso y de una conciencia normal de pequeñez y humildad.
La experiencia humana espiritual está influenciada de un modo significativo por la salud física y la alimentación sana.
Así haremos que las condiciones temporales no inhiban nuestro progreso espiritual del Alma dedicada a cumplir la voluntad del Ser Mayor Creador Dios.
En todos nosotros, seres humanos espirituales mortales normales, están presentes ciertos impulsos innatos hacia el crecimiento y la auto-realización, que nos ayudan, caso no sean específicamente inhibidos. La técnica acertada de alimentar ese don, que forma parte de nuestro potencial de crecimiento espiritual en nuestra experiencia humana, es mantener una actitud de dedicación a los valores supremos, desde el fondo de nuestro corazón.
Las costumbres que favorecen nuestro crecimiento espiritual en nuestra experiencia humana abarcan el cultivo de la sensibilidad hacia los valores divinos, el reconocimiento del vivir espiritual en los demás, la meditación reflexiva sobre los significados cósmicos.
La evidencia del verdadero desarrollo espiritual consiste en demostrar una personalidad humana motivada por el amor, animada por la actitud no egoísta y dominada por el respeto sincero a los ideales de perfección de la divinidad.
Toda esta experiencia nuestra constituye la realidad de la espiritualidad, contrariamente a la mera creencia teológica.
La espiritualidad puede progresar hasta ese nivel de experiencia humana en que se convierte en una técnica esclarecida y sabia de respuesta espiritual al Universo. E, inmediatamente, la espiritualidad pasa a ser indicadora de nuestra intimidad con el Ser Mayor Creador Dios y una medida de nuestra capacidad de servir a nuestros semejantes.
Tal como hemos dicho y para ello siempre volvemos a la cuestión, la espiritualidad realza nuestra capacidad de descubrir la belleza en las cosas, de reconocer la verdad en los significados y de descubrir la bondad en los valores.
El desarrollo espiritual en nuestra experiencia humana está determinado por tales capacidades, y es directamente proporcional a la eliminación de la cualidad egoísta en el amor.
El Maestro Jesús retrató la profunda seguridad del mortal conocedor del Ser Mayor Creador Dios al decir: “Para un creyente del Reino, que conoce a Dios, ¿qué importa si todas las cosas entran en colapso?”
Cuando los torrentes de la adversidad humana, del egoísmo, de la crueldad, del odio, de la malicia y de la envidia afluyan a la puerta del Alma humana, podremos mantenernos en la confianza de aquellos que traen la certidumbre de que hay en nosotros una fortificación interior, la ciudadela del Espíritu, que permanece absolutamente inabordable; y eso es verdadero, al menos para todos nosotros, seres humanos espirituales que hayamos entregado la guarda del Alma al Ser Mayor Creador Dios.
La espiritualidad no es una técnica para alcanzar solamente una paz mental estática y bienaventurada; es un impulso para organizar el Alma para el trabajo dinámico de la iluminación evolucionaria.
Es el alistamiento de toda nuestra individualidad al servicio leal de amar a ambos, al Ser Mayor Creador Dios y a nuestro semejante.
Volveremos sobre la cuestión.