La Existencia del Bien y del Mal: ¡la buena voluntad de entender todo eso!
por Simone Arrojo em STUM WORLDAtualizado em 30/01/2015 12:13:54
Traducción de Teresa - [email protected]
"Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos, y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.
Lucas, 2-9
Conseguir tener gratitud (glorificar) a Dios, al más alto nivel de nuestro ser encarnado es una tarea difícil, pues estamos acostumbrados a dar las gracias por las cosas consideradas buenas y aceptables, pero aún no aceptamos y glorificamos el TODO, tal como es en el presente momento. Tan necesario es el “bien” como el “mal”, es aceptar la necesidad del TODO. Pero las famosas cosas “malas” de nuestro año se dejan de lado. Así caminamos como niños aún, víctimas de algo invisible que nos sorprende con maldades, con injusticias.
¡Para glorificar a Dios hemos de tener la verdadera humildad que es observar beneficio en todo!
TODO viene para beneficio nuestro.
Si no conseguimos hacer ese movimiento espiritual, continuamos en el ego, en la dualidad. Nivel todavía bajo para alcanzar lo más alto de los cielos.
En la Constelación Familiar, eso quiere decir salir del Campo Familiar e ir para el Campo de Dios. Sin embargo, el mayor desafío para nosotros durante toda la vida es ir más allá de nuestras historias de infancia y más allá de nuestros padres, y cuando nos hacemos padres, es dejar que los hijos se marchen.
He venido aprendiendo esto, cada vez más, con Bert Hellinger y la Constelación Familiar.
En el mundo espiritual se hace necesario fijarnos en lo que siempre ha estado ahí: las historias y personas adecuadas para nuestra evolución. El hijo adecuado, el padre adecuado, la madre adecuada, el matrimonio adecuado, la historia adecuada.
Por medio de la Constelación conseguimos ver, de hecho, dónde está nuestra alma. Juzgamos a los demás, a nosotros mismos, el resultado de nuestra vida, sin enterarnos de veras de lo principal. ¿Dónde está nuestra alma?
No basta solamente rezar de forma obligatoria, ni ir a un templo religioso, o decirse espiritualista, todo eso es ego, obligaciones de nuestra mente miedosa. Por miedo, consideramos que hacemos lo debido, sin matar, robar, traicionar. Este es el primer nivel de la evolución y muchos se quedan ahí. Viven la vida “formalita”, y la rutina formalita nos da el confort y la ilusión de evolución espiritual.
Evolución espiritual es fluir, ir más allá con objetivos nobles, desprenderse y soltar a los demás, controlar menos, dejar venir. Aprender cosas nuevas en áreas diferentes, practicar.
Con este trabajo de constelación lo que más veo son padres sirviéndose de esa jerarquía para retener a sus hijos, por miedo a quedarse solos. Pidiendo silenciosamente, secretamente que los hijos dejen de vivir, de enamorarse, de estudiar y continúen aquí, en casa, donde todos fingen alegría, bondad, santidad, pero están extremadamente depresivos, mal casados, mal espiritualizados.
La buena voluntad exige coraje espiritual para ver que es un placer compartir dinero, amor, conocimiento. Esa buena voluntad exige de los padres que suelten a sus hijos, sin drama, y se miren a sí mismos, para una nueva etapa de vida, de matrimonio, de objetivos.
Ser espiritualista exige de nosotros meditación, el gran momento de la verdad, de encararnos con los monstruos, por eso muchos temen quedarse a solas, meditar, fijarse en lo esencial. Tener buena voluntad es ver la verdad de nuestras reales intenciones en aquella profesión, en aquella amistad, en aquel matrimonio. Tener buena voluntad es trabajar y estar al servicio de lo que nos agrada hacer, de ser auténtico, duela a quien doliere, de realmente querer lo mejor para el otro, dejándole libre, sin juzgamientos.
Ver la verdad nos hace seres de buena voluntad espiritual. Ser verdadero exige no juzgar a otros ni a nosotros mismos, pues cada vez más observo que no veo nada, y lo poco que veo son únicamente mis reflejos, mi frecuencia. Solamente estoy en el lugar adecuado, con las personas adecuadas, por tanto, qué más puedo hacer sino mirarme a través de ellas.
