La falta del límite y los desórdenes familiares
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/03/2017 09:37:28
Autor Fernando Padrão
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Traducción de Teresa
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La constelación familiar entiende que la familia, o cualquier grupo (de amigos, de trabajo, etc.) es un sistema relacional, auto-referencial, auto-poyético. A ese campo relacional podemos denominarlo consciencia, porque es un campo inteligente, donador de sentido y que se mantiene a sí mismo, se crea a sí mismo, expandiéndose y contrayéndose.
Todo lo que aparece surge en un campo donador de sentido. Hay miles de campos de sentido, de consciencias. Cada familia es un campo relacional; todos sus miembros están relacionados y se relacionan, incluso las exclusiones tienen un efecto en ese campo. No hay agujeros, vacíos, solamente relaciones, incluso relaciones con el que no está presente, el excluido. Hay diversos desórdenes que pueden producirse en ese campo, por ejemplo, las exclusiones. Los desórdenes causados por exclusiones provocan diversos efectos. En cambio, las órdenes (o las ordenaciones) causan diversos efectos también, pero efectos positivos, de clareza y amplitud.
Los desórdenes en el sistema familiar provienen de un problema esencial en la relación con el otro, es decir, el límite correcto: sea nuestro límite, el límite del otro, la posición en que estamos, la posición que conferimos al otro y nuestra posición en relación al todo. Y, principalmente, la posición o límite en que el todo nos sitúa, o sea, cómo somos determinados a estar en esta o en aquella posición y si existe una posibilidad de modificar los límites impuestos.
El problema del límite está relacionado con el problema de la posición. Encontrar nuestra posición, la posición correcta para nosotros, es muy retador. La falta de límite puede ser por exceso o por carencia. A menudo perdemos nuestro límite con el otro por exceso (invadimos demasiado su espacio), o por falta (dejamos de estar junto a él cuando somos necesarios).
Ejemplos, como el del padre o la madre que invade demasiado el límite de los hijos. O el de los hijos que toman la vida de los padres para sí.
En un grupo de amigos, los límites suelen ser más fáciles de establecer, la intimidad está siendo construida, la relación con los otros se está haciendo o rehaciendo. En una familia, los límites son más difíciles de percibir. A menudo no sabemos nuestra posición en relación al todo, perdemos la referencia. En las Constelaciones Familiares, la falta de límite es denominada amor que enferma. El campo familiar, de relaciones familiares, está mantenido por lazos de amor. En el psicoanálisis, se le denomina deseo. Siendo amor o deseo, el límite se encuentra cuando buscamos nuestro centro, cuando hallamos nuestro límite en relación a nosotros mismos, al otro y en relación al todo. Sabemos dónde estamos, cuál es nuestra referencia. Vivimos e interpretamos a partir de un referente (nuestra familia de origen, por ejemplo).
El centro es donde estamos. Mirar y observar donde estamos, en el aquí y ahora. Es percibir o sentir lo que sucede y no lo que pensamos e interpretamos sobre lo que sucede.
Por ello, la Constelación Familiar nos recuerda el recogimiento, estar en el vacío, encontrar nuestro centro, practicar el estar sin intenciones, no interpretar, ser humilde en relación a nosotros mismos, al otro y al todo.
Muchas veces enfermamos por interpretar y, principalmente, por creer en nuestras interpretaciones. Perdemos la referencia de nuestra interpretación, ya que el sentido de la interpretación depende de un campo de consciencia. Creemos que la interpretación es válida para todo y cualquier campo familiar o grupo. La humildad, o el recogimiento, es retirar nuestro invertir interpretativo sobre lo que sucede en nuestro campo perceptivo y dejar que los acontecimientos se produzcan por sí mismos, en su campo determinado; hallar la naturaleza fundamental del acontecimiento, que es el acontecer independiente de cualquier uno o de cualquier referencia personal.
