La familia, expectativas y las marcas de la decepción
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 05/04/2011 12:13:26
por Andre Lima - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Los críos hacen todo por obtener amor y reconocimiento. Todo lo que no quieren es decepcionar a la familia. Incluso cuando ya somos adultos aún tenemos algo infantil que necesita atender a las expectativas de la familia, llevándonos a hacer cosas y a vivir de un modo que va en contra de nuestros verdaderos deseos. Esto se hace más fuerte cuando notamos que en el pasado hemos quedado a deber algo y hemos decepcionado las expectativas de nuestros padres.
Ese sentimiento puede surgir de una forma muy inconsciente, ya durante la concepción o en el nacimiento. Voy a explicar cómo. No es raro atender a personas en el consultorio que guardan sentimientos negativos porque han nacido con un determinado sexo mientras que el padre o la madre esperaba que fuese otro. A veces los padres comentan sobre la preferencia que ha quedado frustrada, pero otras veces, esto se transmite al niño mediante pensamientos, actitudes y palabras indirectas.
El crío, entonces, crece con una sensación de que tiene que hacer algo para compensar, y a menudo se vuelve demasiado buenecito, en la tentativa de redimir su ‘error de haber nacido con sexo distinto del deseado’. Ese tipo de comportamiento de compensación no es percibido por el crío ni por los padres. El niño parece simplemente ser de esa manera y, normalmente, nadie percibe que existe un sentimiento de culpa. Generalmente, esas cosas solo se hacen evidentes a través de clarividencias, o sea, percepciones y comprensiones que van surgiendo durante el trabajo terapéutico mientras estamos aplicando la *EFT (técnica para auto-limpieza emocional, véase cómo recibir un manual gratuito al final del artículo) en el consultorio.
Otro sentimiento que he visto surgir a menudo en consultorio es la sensación de que la persona nació en el momento equivocado. Esto ocurre principalmente cuando se nace mientras la familia atraviesa un momento difícil, o cuando se tienen muchos hermanos. El crío se queda con la sensación de que ha venido para causar sufrimiento. Nuevamente, nada de esto es evidente, ni para el niño ni para los padres, es un proceso inconsciente. La persona actúa sin tener noción de que está siendo dirigida por una culpa o necesidad de compensación. Acaba siguiendo caminos que conducen al sacrificio de sus deseos reales, en su tentativa de agradar a los padres. El resultado es su propia infelicidad, que contribuye asimismo a la infelicidad de la familia.
Una reacción opuesta que puede ocurrir es que el niño se vuelva rebelde y agresivo. Es su ira inconsciente por suponerse no bienvenido. Es como si tuviese el sentimiento de que los padres lo culpan por su propia infelicidad, por sus momentos difíciles, y eso lo hace rebelarse. Inconscientemente, es como si dijese “amadme tal como soy, no importa en qué momento nací, sois mis padres y tenéis que amarme y cuidarme, ¡es vuestra responsabilidad!”. Por detrás de esa rebelión hay sentimientos de tristeza, rechazo y culpa.
Ese juego de expectativas va cambiando a otras fases de la vida: expectativa de que el hijo sea heterosexual; expectativa de que sea el mejor alumno; expectativa de que siga tal profesión; expectativa de que se case, expectativa de que tenga hijos; expectativa de que se presente a oposiciones. Y cuando la persona no cumple lo esperado por la familia, muchos sentimientos surgen: la familia queda decepcionada, siente enojo, rechaza. El hijo siente culpa, intenta compensar, se siente rechazado y a veces también enojado, y se vuelve rebelde. Y cuando el hijo cumple las expectativas de la familia sin que éstas sean sus reales deseos (y muchos lo hacen sin enterarse siquiera), acaba entrando en sufrimiento: dificultades en el matrimonio, en la vida profesional, dificultades emocionales, depresión…
En un curso de EFT y prosperidad económica atendí a una alumna (en los cursos hago sesiones de EFT ante el todo grupo, en alumnos que quieran presentarse como voluntarios) que relató tener una facilidad enorme para llorar. Al empezar el atendimiento, relató que su padre esperaba que ella fuese un niño a fin de que pudiese ayudarlo cuando fuese mayor. Relató también que tenía muchos hermanos y la familia pasaba apuros. El sentimiento que arrastraba hasta hoy (con más de 60 años de edad), era el de sentirse rechazada y culpable de haber frustrado las expectativas de la familia, sintiéndose la causadora del sufrimiento.
Se convirtió entonces en “la buenecita” para agradar a los padres y redimirse. Una de las cosas que hizo para agradar a los padres fue entrar en un convento. Esto aportaba dos beneficios: huía de la situación material difícil de su casa y agradaba a los padres, a quienes encantaba la idea de tener una “santa” en la familia. En un determinado momento se dio cuenta de que era muy desgraciada con lo que había elegido y decidió volver para casa. El resultado: nueva decepción para la familia… La madre se puso enferma con tal decepción.
Después se casó, más por salir de casa (debido a las dificultades) que por desearlo, y también por no quedarse “solterona”. Tras algunos años no se sentía bien en el matrimonio, tenía deseos de separarse, pero nunca se permitió tomar esa decisión, ya que una vez más sería una gran decepción para la familia. Hasta ese momento ya tenía en su haber varias decepciones: haber nacido mujer, haber nacido en una época difícil y haber abandonado el convento. Separarse sería demasiado.
Todos esos sentimientos se acumularon provocando una facilidad fuera de lo común para llorar. Nadie es “llorón” porque sí. Hay siempre algo guardado que lo justifica. La buena noticia es que todo tiene cura. ¿Qué debemos hacer? Cuando aplicamos la EFT debemos sacar a la superficie todos esos recuerdos. Éstos vienen con una carga emocional. Empleamos esa técnica para limpiar profundamente cada aspecto que surge. A medida que vamos limpiando las sensaciones que brotan, se va disolviendo el sentimiento de culpa, la sensación de rechazo pierde la fuerza…
Hicimos un trabajo de más de una hora durante el curso. Fue muy emocionante ver disolverse los sentimientos, y a la alumna adquiriendo cada vez más paz interior. El semblante va cambiando, la respiración se hace más leve, el llanto se va acabando. La manera de hablar también cambia, la persona va contemplando todo aquello con cierta sensación de distancia. Incluso algunas cosas que antes parecían terribles empiezan a ser cómicas.A propósito, esa sesión fue llevada a cabo en un curso de EFT y prosperidad económica. Y ¿qué tiene que ver con esas cosas lo que gana o deja de ganar la persona? Simplemente todo. Las dificultades o la falta de crecimiento económico están siempre ligadas a cuestiones de autoestima, a sentimientos de no merecimiento, entre otras cosas. Limpiando todo esto la autoestima se eleva, y la vida florece en todas las áreas, incluso en la económica.
André Lima – Práctico en EFT, Terapeuta Holístico, Maestro de Reiki e Ingeniero.
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