La fe, el amor y el pecado
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/02/2013 09:45:19
por Bernardino Nilton Nascimento - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Un punto de fricción, quizá uno de los más espectaculares, aunque ciertamente no el más grave, está entre la creencia y el pecado. En la visión de la evolución humana, podemos afirmar que el pecado vive dentro de cada uno de nosotros. Solo se convierte en pecado aquello que duele en nuestra conciencia, en nuestra alma. Lo mejor que podemos hacer es dejar de juzgar al otro, pues no tenemos el poder de enjuiciamiento, y empezar a vivir una vida colmada de virtudes, con alegría y placer. La fe y el amor superan cualquier pecado, pues éste es algo imaginario.
¿Están nuestros pecados ligados a las conductas de nuestros antepasados? ¿Será nuestra evolución nada más que un conjunto de actitudes que provienen de nuestros antepasados? Esas dos preguntas se juntan, pero no justifican lo que somos en el presente, pues ya tuvimos y todavía tenemos todas las oportunidades de dejar nuestros destinos en el pasado e incluso aprovechar lo que no hemos hecho para cambiar y convertirnos en seres humanos mucho mejores de lo que hemos sido.
Considero que buscar la sustentabilidad del planeta para nuestro bienestar puede ser más fácil que llevar a cabo el cambio que necesitamos hacer en nuestro interior. Es preciso convertirnos en personas sustentables los unos con los otros.
A pesar de estos conflictos internos de muchas preguntas sin verdaderas respuestas, no debemos olvidar que sabemos lo que es la fe, sabemos lo que significa el amor. Por eso no podemos juzgar ni determinar lo que es pecado, pues la fe viene del deseo de cambiar. El amor es un sentimiento alimentador. Lo que la sociedad llama pecado es una acción negativa para la propia sociedad. ¿No habrá venido el pecador para perfeccionar lo no sucedido en el pasado? ¿O a exponer lo que ocurrió en el pasado, procurando hacer justicia en el presente? Las doctrinas religiosas que se dicen no espiritualistas creen en cosas ocultas. Creen en la vuelta del que ya murió, pero niegan el mundo espiritual.
El pecado es un error mortal, y la persona juzgada siempre es contemplada como poseída por una fuerza del mal. Pero ¿de quién es la culpa del pecado? Sería mejor retirar esa palabra del diccionario, ya que ella ha sido impuesta por la sociedad para afectar a todos aquellos cuyas conductas tuviesen que quedar escondidas, pues no se juzga como pecado aquello que nadie ve. El pecado, en su verdadero origen, era todo aquello que a las claras alcanzaba y alcanza a las doctrinas religiosas. Fuera de eso, siempre van a buscar un culpable en el ocultismo.
Para no agravar inútilmente la posibilidad de un conflicto entre las doctrinas, la sociedad y la ciencia, hemos de recordar que el problema es de todos. Antes de demostrarlo, hagamos una observación. La idea de familia humana, en su esencia, es bastante diferente entre las tres situaciones citadas. Familia no es una facción de la raza humana, es toda la raza humana. Somos todos una sola familia, con sus aciertos y sus problemas. Pero si se la divide en innumerables fragmentos, no por eso se conseguirá que Dios deje de ver a todos como uno solo. Somos agregados por los momentos bien o mal vividos. Somos parte de un gran universo y es cierto que debido a esa grandeza debemos tener divisiones. No obstante, aquí y ahora, como seres humanos no hay división para ante el Creador. Somos fe y amor, pecadores o no.
Con base en el hecho de que nadie se hace miembro de la familia humana sino por nacimiento, afirmamos la participación de todos en el amor y en el pecado. Podemos mejorar en mucho nuestra participación en esta nuestra vida real y en otras que están por venir. En el mundo de las experiencias, nadie puede tampoco hacerse miembro de la humanidad sino por nacimiento. No puede existir humanidad sin parentesco. Eso está claro.
Quiero creer en la fe y en el amor como verdaderos sentimientos, y que el pecado es un juzgamiento de la sociedad que puede o no ser verdadero, como es incierto para mí. Me quedo con la fe de que todo puede cambiar a mejor. El amor es el único camino para la vida eterna. El amor es la verdadera doctrina. En él no hay juzgamiento sobre lo que está bien o mal. Quien tiene verdadero amor a la vida y a su prójimo no ve espacio para condenar. Palabras de Jesús, que no juzgó a la prostituta ni al ladrón que estaba a su lado en la cruz. Jesús nos amó de verdad y no juzgó siquiera a sus propios enemigos, incluso sabiendo quienes eran.
Entonces, ¿puede el pecado ser clasificado como un acto que alcanzó y alcanza a una pequeña capa de la sociedad doctrinaria? Aun hablando en nombre de Jesús, se insiste en las contradicciones entre pecado y juzgamiento. No hay perdón sin pecado, pero ¿qué hacer con el pecado sin perdón? Para ciertas doctrinas, por detrás de las cortinas no hay perdón, puesto que allí el pecado no existe.
En la evolución del ser humano sustentable, para vivir en el planeta se hace necesario adquirir la fe, conocer el verdadero amor y no juzgar a nadie.
La fe alimenta la esperanza y la certeza de que todo cuanto deseamos puede suceder. El amor alimenta el alma, proporcionando el combustible para el placer, para la alegría y para la fe. Si te juzgas un pecador, olvida. El pecado está en la conciencia de cada uno, alimentando la tristeza, el arrepentimiento, el descontento, y alejando la fe, dejando el amor enflaquecido. Vive con amor y procura ser más feliz.
BNN