LA FÉ INQUEBRANTABLE ANTE LO INEVITABLE
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/08/2018 09:30:24
Autora Tania Paupitz
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Traducción de Teresa
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Imposible no creer en un Poder Mayor cuando estamos frente a frente con la aflicción, excepción, cuando nos rebelamos o nos sublevamos, ante algo cuyo control no tenemos.
La experiencia del dolor quizá sea una de las que más afectan, de entre las que el ser humano puede experimentar, especialmente ante el ejercicio de la Fe.
Creer que a través de un merecimiento mayor podamos esquivar el propio dolor, convirtiéndolo en aliado nuestro, es algo que nos conmueve profundamente, transformando para siempre nuestra forma de contemplar la vida.
Doy gracias por esta Espiritualidad mayor que todo lo abarca con sus manos invisibles y amorosas, haciéndonos percibir, a través de movimientos suaves, la sutileza de su presencia.
Doy gracias por haber tenido el privilegio de percibir toda la extensión de manos sanadoras y santificadas que a todo momento se hacían presentes, en los momentos más cruciales.
Doy gracias por ser tocada y, sobre todo, por traer conmigo toda esta experiencia de forma vívida y real - algo que llevaré por toda la eternidad, junto a la certeza de que nunca estamos solos.
Doy gracias por todo el proceso que se siguió frente a la experiencia del dolor: las operaciones quirúrgicas espirituales y física, la fluidez con que se siguieron todas las otras situaciones, donde el estrés y el miedo podrían estar presentes; el proceso de recuperación - el antes, durante y después, no podrían haber sido más perfectos.
No podemos ver, oír, tocar, pero, con toda seguridad podemos SENTIR y, esta sensación no tiene límites cuando somos bendecidos por dádiva tan grande, juntamente con la presencia de seres tan iluminados y diferenciados. Nos iluminamos y crecemos como seres humanos, ante tamaña belleza, equilibrio, fluidez, armonía.
Puedo afirmar que estuve muy cerca de experimentarme como un ser humano mejor, hasta entonces nunca vivenciado - serenidad, tolerancia, sentimiento de amor, afectividad, paciencia, gratitud y, sobre todo, confianza.
La experiencia mayor aún estaría por venir cuando ya me encontraba en casa, recuperándome: la transición entre el antes y el después.
El antes, mientras me encontraba bajo el efecto anestésico de mucha luz, paz y energía amorosa - sin dolor alguno o, menos aún, cualquier tipo de malestar o contrariedad; tan sólo una levedad del ser y el más profundo sentimiento de gratitud por todo cuanto estaba vivenciando.
El después, cuando probablemente "ELLOS" siguieron con sus misiones y vidas, dejándome conmigo misma, frente a mi propia realidad sensitiva. La captación de este efecto transitorio no podría haber sido más evidente, especialmente porque algunas cuestiones básicas que todos vivenciamos en el día a día, como: irritabilidad, impaciencia, cierto malestar, empezaron a dar señales de vida, en el preciso momento en que me di cuenta de que continuaba a solas.
Las enseñanzas que quedan no podrían dejar de ser las mejores, especialmente ante la certidumbre de que somos Espíritus Inmortales y de la posibilidad de haber experimentado, aunque no fuese más que por unos breves momentos, esa levedad y maravillosa sensación de estar integrada y protegida por los amigos de la Espiritualidad mayor.
Sólo me resta agradecer, aunque sea intuitivamente, a todos los desencarnados que me acompañaron durante todo este proceso, así como a los encarnados que me atendieron en el plano físico, de la misma manera amable y cariñosa.
Mi gratitud. Mucha Luz a todos nosotros.
