¡La gratitud transforma!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 11/04/2015 09:53:27
por Leandro José Severgnini - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Imagina a dos niños estudiantes, uno de ellos tiene buenas condiciones de vida, puede comprar los mejores materiales para el aula: cuaderno fichero a todo color con tapas duras, mochila de excelente resistencia, lápices, goma de borrar, afilalápiz, y todo de la mejor procedencia, desde lo más necesario hasta lo más superfluo. En cambio, su compañero de al lado vive en condiciones paupérrimas y su material, obviamente, es limitadísimo; si compra cuadernos podría faltarle dinero para la alimentación, por tanto, su único material es un cartón y un trozo de grafito para tomar nota de lo más importante. ¿Cuál de los dos alumnos tendrá mejor desempeño? ¡Depende de la motivación de cada uno!
El primer alumno, pese a tener condiciones infinitamente superiores, siquiera le da el debido valor a eso. En su rebeldía, arroja su fichero contra sus compañeros, hace aviones con las bellísimas hojas de su fichero. En fin, desperdicia la preciosa oportunidad. Su compañero de al lado, en cambio, además de ser humilde materialmente, también lo es espiritualmente. Él no se lamenta por no tener más que un cartón para anotaciones, sino que lo aprovecha de la mejor forma posible: llega a casa, estudia todo lo que ha anotado y luego lo borra, para poder anotar otras enseñanzas al día siguiente. Está tan agradecido a su miserable cartón que hasta alberga cierto amor por él, pues este frágil cartón es lo que le da condiciones para aprender, progresar y convertirse en alguien distinto.
Este pequeño ejemplo nos concierne también en nuestra forma de encarar la vida. Perdónenme los que no están de acuerdo, pero es un error terrible juzgar que la vida pueda ser injusta. ¡No! Quien es injusto es el hombre que muchas veces no valora lo que tiene y siquiera mueve un dedo para reducir las dificultades de aquellos que lo necesitan. Raramente pensamos en eso, pero estaremos de acuerdo en que si no tenemos algo es porque no nos hace falta o si tenemos más de lo necesario es porque es preciso que desarrollemos algún atributo moral, como la caridad, la gratitud, etc.
Pero el caso es que la gratitud es un atributo a desarrollar por todos, con independencia de las condiciones externas. Todo es cuestión de conciencia. Tal como el estudiante pobre y su cartón, todos tenemos algún tipo de limitación física, financiera, intelectual, etc. Pero esta limitación no es un castigo divino, sino una oportunidad de aprender algo. La cuestión es que no podremos aprender demasiado si nos dedicamos a lamentarnos o a desear aquello que no está a nuestro alcance. Lo más sabio que se puede hacer es – al igual que el alumno – amar y hacer buen uso de nuestro “cartón” para absorber todas las enseñanzas que pueda ofrecernos. Y cuando lleguemos a comprender esto, a interiorizarlo y a practicarlo con devoción, entonces podremos apreciar el poder transformador de la gratitud. A fin de cuentas, las cosas en sí son neutras, no son positivas ni tampoco negativas, únicamente se convierten en aquello que proyectamos para ellas. Como hemos visto en el ejemplo de los alumnos, el mejor material puede ser mal aprovechado mientras que el más ínfimo y frágil de los cartones puede ser utilizado con sabiduría, amor y gratitud y convertirse en una valiosa herramienta de evolución.