La habilidad de auto acogerse luego de una discusión
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:53
Traducción de Silvana Partucci - [email protected]
En los momentos en que nos desentendemos con los otros es cuando más tenemos que entendernos con nosotros mismos. Al final, la incomodidad con el otro nos lleva a sentir nuestra propia desarmonía. Delante de tales situaciones, lo mejor es saber retirarse, darnos la oportunidad de aumentar la comprensión de la situación antes que la situación se vuelva extremamente caótica.
Toda negatividad se origina en un cierto descontento. Pero, muchas veces buscamos la raíz de ese descontento en el lugar equivocado.
Polarizamos los conflictos. Sobrecargamos personas y situaciones con tantos defectos que ni nos damos cuenta que somos parte de ese conflicto.
No es fácil escuchar el descontento ajeno sin dejar de contaminarse por el propio malestar. Por eso, cuando una discusión se vuelve apenas un desahogo agresivo, lo mejor es reflexionar antes de salir acusando al otro de esto o aquello. Saber auto observarse y soportar el silencio generado después de una descarga de insatisfacciones de ambas partes, requiere habilidad de auto acogerse. En estos momentos, buscar apoyo en nosotros mismos nos da la chance de reconocer nuestras propias fallas.
El problema surge cuando no sabemos como auto acogernos. Pues buscamos en el otro la base de nuestra seguridad. Naturalmente, no es fácil encontrarlo disponible para recibirnos, si hace poco había una catarata de insatisfacciones.
Pero, si estamos acostumbrados a depender del estado emocional ajeno para sentirnos bien, instintivamente comenzaremos a intentar transformarlo para que pueda entendernos en nuestra necesidad de ser visto y acogido. El otro, presionado por nuestro deseo secreto de cambiarlo, puede actuar negativamente y puede estar aún más no disponible. A esa altura ambos irán a sentirse incómodos sin saber bien por qué. Finalmente, todo éste proceso de buscar calmarse en las condiciones emocionales ajenas ocurre, en la mayoría de las veces, sin que ambos estén concientes de sus carencias e intenciones.
Aquí ocurre un grave peligro: cuando no nos tenemos a nosotros mismos para acogernos acusamos al otro de no estar listo para recibirnos.
Surge entonces, el resentimiento de no haber recibido la atención que se buscaba. Y como dice la psicoanalista María Rita Kehl: el resentido acusa, pero no está interesado en ser resarcido por el agravio que sufrió. Realmente, el no quiere liberar al otro de su castigo, quiere continuar secretamente intentando transformarlo para que él se adapte a sus demandas.
Lama Michel Rinpoche en sus enseñanzas nos alerta: Agredir al otro es una forma de auto agresión. Pues la agresión nos impide de elaborar nuestra rabia interiormente. Cuanto el otro quiere agredirte es una cuestión de él, pero cuanto dejamos que nos agredan es una cuestión nuestra.
En una discusión, aquel que quiere agredir más es el más débil interiormente. Cuanto más elaboramos nuestra propia rabia interiormente, menos precisamos del otro para exteriorizarla. Una vez más, podemos reconocer que cuando no nos acogemos perdemos la posibilidad de encontrarnos!
Los maestros budistas nos recuerdan que lo que nos deja enfermos no es el hecho de no expresar nuestra rabia, pero si, el apego al deseo intenso de expresarla. Es el apego a ese deseo que debemos liberar. Para eso, tenemos que acogernos, escuchar nuestros propios resentimientos, faltas e insatisfacciones. Hasta sentir que el calor de la discusión pasó...
Una vez equilibrados, ahora, es la vez de acoger al otro. Cómo?
Una vez estaba muy herida con algo que un amigo me dijo, y Lama Gangchen Rinpoche me dijo: No escuches las palabras, ellas apenas son la mente. Escucha más allá de las palabras. Así, encontrarás al corazón y, de corazón a corazón, algo sucede. Paso a paso.