La Humildad es Fuerza
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 28/09/2010 15:00:19
por Brahma Kumaris - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La humildad es la virtud que nos hace abiertos a aprender y a cambiar. Solo es posible cuando tenemos auto-respeto, que solo puede venir con el auto-conocimiento. Conocerse es comprender que formamos parte de un todo, como un radio de una rueda. No lo somos todo, tampoco somos nada. Es la humildad lo que hace comprender esto y nos mantiene en equilibrio.
Cuando no estamos apegados a nuestras buenas cualidades ni tampoco a nuestras flaquezas, podemos lidiar con ambas cosas. A través de un cultivo amoroso, nuestras cualidades positivas crecen y sirven a otros. A través de la atención y la honradez, nuestras flaquezas disminuyen.
La humildad es nuestra mayor protección. Ella nos mantiene en alerta hacia todas las posibilidades, desde la de ser engañados hasta la de crear los más sorprendentes milagros. La humildad es el fruto del auto-respeto: una persona humilde nunca teme perder. Para ello es necesario ir siempre hacia dentro de nosotros mismos. Nada ni nadie pueden quitarnos ese recurso.
La humildad nace de la seguridad interior, nos hace prontos a comunicar, a cooperar con nuevos pensamientos e ideas. Es la prueba de la maestría de haber conquistado el “yo” y el “mío” limitados que anulan el respeto y la amistad. Debemos ser tutores, no dueños. La posesión crea automáticamente el miedo a perder. Ser un tutor nos hace comprender que nada ni nadie es nuestro. Paradójicamente, al renunciar a todo, recibimos todo. Lo que necesitemos vendrá hasta nosotros, más pronto o más tarde. Hay lo suficiente para todos.
La actitud de ser un tutor significa que ahorramos gran cantidad de energía mental y emocional, toda vez que no se derrocha tiempo en cálculos egoístas o manipulaciones espabiladas. Con la actitud de ser un tutor nos convertimos en maestros. Un maestro trabaja con los principios eternos del universo. Es humilde y auto-suficiente, mantiene equilibrio y armonía.
La mayor humildad de todas es reconocer y aceptar que hay otras leyes aparte de las de los seres humanos y que no somos patrón del universo. Los principios eternos protegen y gobiernan el bienestar de todas las formas de vida. Cuando nos alineamos con las verdades eternas, encontramos la libertad, nuestro camino. Alinearnos a las leyes divinas no nos limita ni anula. Por el contrario, las leyes eternas son el medio que permite la expresión completa del individuo. No hay transgresión, toda vez que siempre se concede respeto a la individualidad del otro. Se mantiene la armonía.
Con humildad reconocemos el derecho que tienen todas las cosas a existir; existir en libertad y existir en felicidad. Este derecho innato es una ley inmortal. La sumisión en las relaciones o a los objetos materiales es resultado del miedo; miedo a ser nosotros mismos; falta de coraje para enfrentarnos, para cambiar, movernos en otra dirección. El auto-respeto nos libera del miedo y de la dependencia. Cuando no pensamos profundamente por nosotros mismos lo suficiente, estamos sometidos a las opiniones sociales y a las personas con quienes interactuamos.
La humildad aporta introspección, empezamos a examinar las emociones que nos limitan. Abre la puerta al auto-conocimiento. A medida que crecemos en auto-conocimiento, crecemos en autoestima. Con esa estabilidad interior no hay miedo a lo que es diferente. No hay deseo de controlar personas o situaciones. Sabemos que las cosas adecuadas van a suceder en forma correcta, en el momento oportuno. La humildad es la otra cara del auto-respeto. Cuanto mayor sea la humildad, mayor será el auto-respeto. Nada ni nadie son una amenaza. Nosotros somos libres.
