La incoherencia genera estrés
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 13/03/2010 14:23:21
Traducción de Teresa - [email protected]
Como hemos visto en el artículo anterior, Cómo hacernos cercaanos a nosotros mismos y a los demás, la sinceridad con uno mismo es una condición imprescindible para superar el malestar de lidiar con nuestros sentimientos antagónicos. Pero el caso es que, pese a que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de lo incoherentes que estamos siendo para con nosotros mismos, y, por tanto, para con los demás, nuestro cerebro sabe que sí, y reacciona para defenderse contra tales desajustes.
¡El cerebro tiene un radar para la insinceridad! Él no reacciona bien a las informaciones incoherentes. Por ejemplo, cuando oímos a alguien decirnos algo realmente coherente, pero su tono de voz no se corresponde con lo que habla, ¡sentimos una desazón inmediata! Por cierto, lo mismo ocurre cuando somos incoherentes con nosotros mismos. Cuando racionalmente decidimos algo, pero emocionalmente no estamos convencidos de esa idea.
Charlando sobre esta cuestión con el psiquiatra Dr. Sergio Klepacz, él explicó que la incoherencia hace disparar la amígdala cerebral que, a su vez, nos lleva a un estado de alerta que, si se convierte en constante, genera miedo y estrés.
La amígdala cerebral, como explica el Dr. Sergio, es como un radar en el cerebro que nos llama la atención para lo que puede ser nuevo, sorprendente o importante, y que, por tanto, necesita investigación. Es decir, ella coordina las señales de advertencia en el cerebro y provoca la reacción de lucha, fuga o inercia frente al peligro.
Cuanto mayor sea la vigilancia generada por la amígdala, mayor será nuestra atención hacia las indicaciones emocionales transmitidas por otras personas. Hasta aquí todo parece ir bien. Pero el punto es que, a medida que ese foco se vuelve constante e intensificado, aumenta el contagio de las emociones ajenas, o sea, nos volvemos susceptibles y, por tanto, vulnerables, a las emociones de otra persona. Cuando éstas se refieren a las emociones hostiles, malhumoradas o de rabia, causan daños de los cuales ni siquiera es preciso poner ejemplos…
La cuestión-problema es que nuestro cerebro lee y registra las emociones en voz baja… ¡Tenemos que escucharlas y encaminarlas!
Quien nos ayuda a llevar a cabo esta hazaña es el psicólogo americano Paul Ekman. Él hizo una pesquisa increíble sobre las micro- expresiones faciales: catalogó tres mil combinaciones de movimientos musculares del rostro y llegó a la conclusión de que éstas son universales.
Su trabajo dio lugar a la serie Lie to Me (Engáñame si puedes – martes a las 22h en la FOX). Es un programa estupendo para aprender a tener conciencia de estas expresiones incoherentes. Por ejemplo, él explica que si una persona ríe durante una conversación sin mover los ojos, nuestro cerebro sabe que su risa no es verdadera.
En su Website link él tiene un entrenamiento para aprender a leer las micro-expresiones faciales. ¡Por lo menos, así podemos siquiera avisar a nuestro cerebro de que son de hecho incoherentes, y, por tanto, corresponde a nuestra racionalidad e inteligencia emocional decidir qué hacer con ellas!
