¡La mayor angustia de la mujer moderna!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/10/2018 07:50:57
por Gisela Campiglia
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Traducción de Teresa
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¿Conoces a alguna mujer que atiende a los hijos, trabaja fuera, administra la casa, mantiene una relación amorosa y por si fuera poco, procura estar siempre elegante? Si ese no es precisamente tu caso, estoy segura de que conoces a muchas mujeres que ejercen todas esas funciones.
Para llegar al punto en que hoy están, las mujeres han hecho una verdadera revolución en el siglo XX; han ido a las universidades, han invadido el mercado de trabajo y han asumido cargos que en el pasado pocos imaginaban que ellas serían capaces de ocupar.
Las mujeres, con mucho esfuerzo, han logrado conquistar el derecho al voto, la independencia económica y la libertad sexual, y hoy tienen mayor autonomía y libertad. Sin embargo, la transición de mujer sumisa a mujer independiente y realizadora ha supuesto un alto coste: la acumulación de funciones. Lo cierto es que a pesar de todo el progreso alcanzado, la calidad de vida de las mujeres ha decaído mucho. Hoy ellas padecen mucho más las enfermedades físicas y psicológicas que en el pasado.
El mayor problema de la mujer moderna es convivir con una profunda angustia causada por la responsabilidad de tener que cumplir con su múltiple jornada de trabajo. Los diversos papeles que las mujeres ejercen, como el de madre, esposa, ama de casa, profesional y representante de belleza, les hace vivir sobrecargadas y exhaustas. La frustración es una constante en la vida de las mujeres, porque a pesar de vivir corriendo para cumplir con su lista de tareas, no consiguen dar hecho todo.
Según el creador del psicoanálisis, el neurólogo Sigmund Freud, sentir angustia durante un prolongado espacio de tiempo puede conducir al desarrollo del síndrome del pánico y a trastornos de ansiedad. No en vano los ansiolíticos son hoy día más vendidos que los antibióticos, y desgraciadamente las mujeres son las mayores consumidoras de estos medicamentos.
La presión que las agobia para ejecutar tantas tareas no viene sólo del trabajo, de la familia o de la sociedad, la mayor exigencia la tienen las propias mujeres, que intentan resolverlo todo ellas solas, para conservar el espacio que han conquistado. Esclava de sus propias conquistas, la mujer moderna actúa como si fuese incansable, sin dejar de ser optimista y coqueta, ella considera que tiene la obligación de cuidar de todo y de todos.
El proceso de transformación de la mujer ha de ir mucho más allá de la lucha por la igualdad de derechos y de la acumulación de responsabilidades.
La mujer moderna necesita aprender a aceptar sus propios límites con naturalidad, para liberarse de la expectativa ilusoria de querer llevar a cabo con perfección todas las funciones que ejerce. La práctica del autoconocimiento es un camino que puede ayudar a las mujeres a actuar de forma coherente dentro de su nueva realidad, sin exigirse más de lo que pueden ofrecer.
Para salir de la aflicción generada por el estilo de vida ajetreado y exhaustivo en que viven, es preciso que asuman sus límites, de la misma forma que asumen sus logros. Sin culpa, ¡deben dejar de exigirse la perfección todo el tiempo! La Mujer-maravilla es un personaje de ficción, que sólo existe en películas, ¡la mujer real tiene fragilidades, necesidades y cansancio!
Las activas mujeres de hoy necesitan delegar tareas, optimizar su tiempo ¡y aprender a decir no! Decir no a la dictadura de la belleza, no a hijos y maridos holgazanes, no a jefes abusadores, no a que se les exija la excelencia de la productividad en los días actuales.
La solución para la angustia que aflige a la mujer moderna está en su capacidad de diferenciar entre lo que es posible realizar y lo que es imposible y sobrehumano.
Esa es la clave que promueve la mejora de su calidad de vida y la libera de la esclavitud de sus propias conquistas.
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