La meditación no se hace, sobreviene
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 07/10/2009 14:43:53
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
”La plegaria es como hablar con Dios, la meditación es una manera de escuchar a Dios”. (EDGAR CAYCE)
Todas las cosas que no son comprendidas con clareza y de forma responsable, acaban desvirtuadas y la meditación es una de ellas. Una lectora preguntó: “practico meditación, yoga, cuido de mi alimentación, etc., pero cada vez que recibo orientaciones a través de la meditación, todo sale mal.”
Ahora bien, si la meditación nos coloca en comunión con el Yo Superior, ¿cómo los mensajes pueden ser contradictorios? Hay algo equivocado.
Hay muchas técnicas que llevan a un estado meditativo, y si consideramos que ese es un estado evolutivo natural del ser humano, podemos concluir que, según el grado de conciencia en que se encuentra el aspirante, no serán las técnicas lo que marcará la diferencia.
¡Meditación es un estado de oración! Primero, aprendemos a orar y solo así... solamente así, con la práctica empezamos a meditar. Al igual que aprendemos a hacer de la higiene corporal un hábito imprescindible, la práctica meditativa incorporada al día a día promueve la higiene mental, emocional, y nos eleva espiritualmente. Cuando conseguimos esto, ya meditamos.
Ninguna técnica de meditación logra hacer que el interesado empiece a meditar, del mismo modo que escuchar a alguien relatar una experiencia profunda no hace reproducir en nadie esa experiencia.
El Doctor Herbert Benson dice: el objetivo de la meditación es ayudar a despertar, su práctica es sencilla y, según sus pesquisas, son necesarios cuatro pasos: 1 – un ambiente silencioso para eliminar distracciones. 2 – una postura cómoda que permita una buena relajación. 3 – algunos momentos para relajarse. 3 – un artificio mental, tradicionalmente llamado “plegaria” para ayudar a bloquear el flujo constante de los pensamientos generados por la mente despierta.
Antes de meditar, es necesario aprender a concentrarse, tener disciplina y fe. Mantener el foco de tu mente en otras dimensiones, que no las de la razón, considerar que no estamos dirigidos por la mente y que la meta del individuo ha de ser la comunión con su Yo Superior. El propósito claro y recto de otorgar el mando de la vida al alma y no al ego, y para tener esa comprensión, la persona ha de creer en algo mayor, que supere su mente, y practicar, principalmente, la humildad.
¡Empezar a través de técnicas dirigidas es pura pretensión espiritual y pérdida de tiempo!
Cada individuo es único y posee sus propias referencias, patrones y creencias que lo sostienen; y siendo así, el alcanzar un estado meditativo no depende de la técnica utilizada, sino de su predisposición para alcanzar ese estado divino. Después, para aquellos que tienen dificultades en meditar, buscar un profesor que tenga empatía con sus características. Un alumno que posee una dinámica muy mental puede tener éxito con un profesor que utilice técnicas para mantener su mente relajada y tranquila, lo cual no significa que éste haya de llevarlo al Nirvana. Sin embargo, aquellos que tienen fe y la practican, no necesitan de nadie que los conduzca.
Podemos meditar incluso sin la comprensión de prácticas y teorías sobre el tema.
El propio Buda dijo: “oír demasiadas teorías es como ser alcanzado por una flecha envenenada y rehusar extraerla hasta saber quién la disparó, de dónde ha venido, a qué velocidad y con qué veneno. Cuando tenga las respuestas para todas ellas, estará muerto”.
La única técnica realmente eficaz para inducir al individuo a la meditación es la creencia en algo superior y su propósito de alcanzarlo. Cuando estamos en oración, alcanzamos niveles superiores, que nos conducen al estado de silencio, de vacío, y cuanto más oramos, un día contemplamos, y ese es el más alto grado de la meditación.
¡Entonces, podemos afirmar con toda seguridad que la meditación no se hace, sobreviene!
VERA GODOY