LA NATURALEZA Y LOS BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 22/06/2011 15:07:43
por Fernando Martins - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El maestro tibetano Chogyam Trungpa define la meditación como un ejercicio de atención plena y consciencia panorámica, o sea, en la meditación procuras estar plenamente consciente y presente en cada momento vivido, sintiendo tu cuerpo y el ambiente donde te encuentras, sin perderte en los pensamientos.
Es una práctica espiritual, entendida aquí la espiritualidad como la conexión del ser humano consigo mismo y con planos superiores que podemos llamar Divino u otro nombre que se quiera. Esta práctica por su naturaleza estimula la atención y la consciencia del instante presente, produciendo por consiguiente un estado mental más estable y tranquilo, lo cual es de gran importancia, principalmente en los atribulados días de hoy.
La atención plena no solo se aplica en momentos de contemplación, sino además en momentos de acción, como en la danza, la pintura e incluso lavando platos. Son formas tan válidas como la clásica y conocida meditación contemplativa que vemos practicar a los monjes estando sentados, pues la esencia de todas es la misma, la atención plena en el aquí y ahora.
El Chanoyu, la ceremonia china del té, por ejemplo, tiene la naturaleza de un proceso meditativo gracias a todo su ritual, compuesto de detalles y gestos que estimulan la atención plena y la consciencia del momento presente. Un simple servir el té se convierte en un proceso bastante más amplio, un momento de meditación. Esta es la naturaleza de la meditación.
La primera idea que viene a la mente cuando se habla de meditación es la de alguien sentado con los ojos cerrados, las piernas cruzadas, las manos apoyadas en las rodillas y respirando pausadamente. Esta es una forma clásica de meditación, pero no la única.
Hay varias formas de penetrar en este momento de introspección que, como se ha dicho, nos lleva a una atención plena de nuestro cuerpo y del medio ambiente, apaciguando la mente.
Ahora bien, hemos de tener claro que la acción no es la cuestión (la postura sentada, de ojos cerrados, etc. etc.), sino la calidad de esta acción, como decía Mohan Chandra Rajneesh conocido popularmente como Osho, que murió en 1990.
“Para recoger los frutos de la meditación no es necesario que nos aislemos, sino por el contrario, hay que incorporar la práctica meditativa a nuestro cotidiano”, es lo que enseña el médico Jou El Jia, presidente de la Sociedad Brasileña de Meditación Médica.
Esta es la naturaleza de la meditación, estar atento a cada momento, lo cual puede parecer sencillo, pero requiere un cambio de postura frente a la vida, a fin de cuentas hemos aprendido que para resolver los problemas hay que pensar en ellos; y el resultado de esta postura es que pasamos horas del día con la atención dispersa en algo que ya ha pasado o que aún habrá de suceder, lo cual genera angustia por lo pasado y ansiedad por lo que va a venir. Nos dice el Dalai Lama, “solo hay un momento para vivir, y es el ahora, pues el antes ya ha pasado y lo que vendrá todavía no existe”.
Meditar es exactamente eso, concentrarse en el presente de forma plena. Al tomar un baño, por ejemplo, permanece atento a lo que estás haciendo, sintiendo el agua, la esponja por tu cuerpo. Al lavar platos, no te disperses, concéntrate en el color de la esponja, en la espuma, en la forma de los platos, en el sonido del agua.
El tiempo gastado en el tránsito, por ejemplo, puede ser aprovechado para meditar, dice Jou El Jia, “observa cada respiración y entona un mantra. Esto te aportará un gran bienestar físico y emocional”.
El monje budista Thich Nhat Hanh enseña una técnica basada en la observación de la respiración y de los pasos. A cada inspiración cuenta el número de pasos, y haz lo mismo a cada expiración. Al inspirar, observa el número de pasos, fueron tres, entonces di mentalmente “dentro, dentro, dentro”. ¿El mismo número de pasos fue dado en la expiración? Entonces di mentalmente: “fuera, fuera, fuera”.
Meditar ciertamente es apaciguar corazón y mente, cuerpo y espíritu, interconectarse con lo Divino. Aparte de eso, la Ciencia ya estudia a fondo los beneficios de la meditación. El psicólogo Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, en una experimentación reciente, ha comprobado de forma brillante los efectos de la meditación en lo que atañe a la reestructuración de nuestra materia gris. Aunque las neurociencias digan que las conexiones neuronales del cerebro se establecen en la infancia y se mantienen así durante toda la vida, los tests de Davidson han comprobado que la estructura de nuestra materia gris puede ser alterada mediante entrenamiento en un proceso que podemos denominar plasticidad cerebral. O sea, Davidson quería demostrar que a través de actividades puramente mentales sería posible modificar el cerebro.
La mayor actividad del córtex frontal izquierdo produce más serenidad y crea una mayor capacidad para superar emociones negativas, o sea, una posibilidad mayor de felicidad. Davidson reunió un grupo de monjes budistas con miles de horas de meditación y descubrió que en éstos el córtex frontal izquierdo tenía una actividad mucho mayor que en el grupo de personas que nunca había practicado meditación.
Claro que llovieron las críticas por parte de los científicos, diciendo que estos monjes podrían tener ya cierta propensión a ese tipo de elaboraciones cerebrales. Entonces Davidson reunió un grupo de 150 trabajadores de una empresa y durante algunos meses les dio entrenamiento para la meditación.
Según las mediciones del electroencefalograma, la actividad del lobo frontal de aquellos que participaron en el entrenamiento se desplazó desde la derecha hacia la izquierda. Esto se reflejó en su bienestar, constante en el relato de los participantes como disminución de miedos y un estado de espíritu más positivo. Los que no tuvieron entrenamiento no sufrieron ninguna alteración.